Por Camilo Kay Haro Galli. Rentabilidad cero «o incluso menos», ocupación que en el mejor de los casos llega a la mitad de las plazas disponibles y reducción de personal son algunas de las características que presenta en lo que va del año la actividad hotelera en Tilcara, la localidad jujeña estrella para la actividad turística. Terminado el tercer fin de semana de enero, emprendedores hoteleros calificaron la situación del sector como crítica.
En diálogo con El Submarino Diario, uno de los propietarios del Hotel Belgrano, ubicado en pleno centro de la localidad quebradeña, fue terminante: «Hoy tenemos rentabilidad cero, y podría decir que menos también». El establecimiento, que funciona tras la fachada de una antigua casa que guarda en su interior detalles de diseño, incluido un telescopio instalado para mirar la luna, es la apuesta de una familia jujeña por ofrecer algo novedoso a los visitantes.
«Se trata del tercer enero que trabajamos, y los anteriores fueron mucho más productivos. En otros eneros teníamos una ocupación del 70%, y hoy estamos en un 15», precisó el empresario.
Frente a esta situación, reveló, tomaron la decisión de reducir en más de un 40% los precios, en relación a los valores que habían previsto para el primer mes del año. Hoy las habitaciones dobles están en 55 mil pesos, y las triples en 70 mil. Pero no solo bajaron los precios. También tuvieron que reducir personal. «Ahora tenemos cuatro empleados, cuando en las temporadas buenas tuvimos hasta siete», precisó.
El empresario no encuentra muchas alternativas de cara al futuro: «Este país es muy cambiante y es muy difícil predecir. Si esto funciona, buenísimo. Si no, no nos quedará otra que cerrar y hacer otra cosa», afirmó.
Para el hotelero, esta situación es consecuencia de «las alteraciones de la moneda en estos últimos meses», que favoreció que la gente vacacionara en el extranjero. Por otro lado, indicó, «hoy estamos caros en relación a otros países, entonces estamos perdiendo el turismo internacional».
En el plano local, opina que otra cuestión que perjudica a la actividad es que «se paró con la promoción del turismo», comentó. En su opinión, «tendrían que promocionar más desde la provincia, el municipio y el estado nacional; ellos tendrían que poner de su parte».
Menos de lo esperado
Para la dueña de una casa de té y hospedaje, también ubicada en el centro de Tilcara, «había muchas expectativas, pero no hay demasiado turismo», describió, y precisó: «Es menos de lo que uno esperaba».
En su caso, aún tiene disponibles dos departamentos para el carnaval. En lo que va del año, la actividad se presenta muy inestable. «Hay días que logramos llenar y otros días que estamos vacíos», indicó. En promedio, están cubriendo un 40% de las plazas de que disponen.
La entrevista se interrumpe pues ingresan unos clientes que buscan lugar para Carnaval. La propietaria les muestra las instalaciones y al regresar afirma: «Indudablemente, repunta para Carnaval. Pero para eso tenemos todavía un mes completo por delante».
La mujer coincide con su colega: «Tenemos visitantes que vienen de Europa y nos dicen ‘qué caro es Argentina, qué barato es Bolivia’, cuando hasta hace algunos meses Bolivia era muy caro» en relación a Argentina. De acuerdo a su experiencia, para que el turista europeo visite países como los nuestros, «tiene que ser muy barato».
Resultados magros
Eugenia lleva adelante dos habitaciones para turistas en la casa de sus padres. No puede disimular la angustia. Dice que con su pareja están apostando a su otro trabajo porque «no solo es mala la temporada que estamos viviendo, sino que además no hay consultas para los próximos meses, y las pocas que hay no se concretan».
Aquí también se siente frustración: «Veníamos con otra perspectiva -cuenta-. Sabíamos que iba a estar un poco floja, pero no imaginamos lo que estamos viviendo ahora».
Para buscar alternativas, en su caso decidieron incorporar su emprendimiento a nuevas plataformas y fortalecer la presencia en las redes sociales. «Pero no está dando mayores resultados», admite. Así es como apelaron al último recurso: flexibilizar las condiciones de las reservas y bajar considerablemente los precios.
Eugenia hace todo en su hospedaje: gestiona, limpia y cuida el jardín donde tiene un vergel de plantas difíciles de ver en la Quebrada. Ante la consulta de El Submarino Diario, hace números y llega a la conclusión de que este enero tiene un 50% menos de reservas. Para febrero, en tanto, tiene una sola. «Parece que la temporada baja será igual o peor», arriesga.
«Todos conocemos a alguien que se fue a Bolivia, Brasil o Chile porque les conviene económicamente -comenta-. Uno baja los precios, pero más no puede porque tenemos costos fijos muy altos. La luz, el gas y vivir nos cuesta cada vez más», describe Eugenia.
Peor que el poscovid
Rodrigo gestiona una empresa familiar que opera varios establecimientos turísticos: desde un hostel económico hasta un complejo de cabañas dirigido a un segmento medio-alto. Es categórico: «Este enero es terrible. Es peor incluso si comparamos con el verano en el cual el alud en Volcán dejo aislado al pueblo por 10 días. Y si lo comparamos con el verano poscovid, también es un desastre».
«No es solo un problema para nosotros que trabajamos directamente en el turismo -aclara-. Afecta a un montón de gente que hace reparaciones, mantenimiento o brinda servicios a los hoteles o restaurantes». Y pronostica: «Mucha gente se va a quedar sin laburo».
La pérdida de puestos de trabajo es una consecuencia casi inmediata de la crisis. Pero no solo porque los establecimientos hoteleros toman menos personal, sino también porque reducen las horas laborales. Rodrigo revela que este año están trabajando con tres francos semanales, cuando normalmente en temporada «nunca podíamos darlos».
Sus números de ocupación son tan variados como los servicios que ofrece. En algunos establecimientos está en un promedio de 30%, pero en el hostel «para mochileros» estima que no llega al 15%. En las habitaciones privadas, no obstante, las cifras son un poco mejores.
En su análisis, la situación general del turismo este año es consecuencia del ajuste que afecta sobre todo a la clase media, de la que afirma que «prácticamente está desapareciendo». Y señala: «La gente prioriza las necesidades básicas en su vida, y el turismo va quedando de lado».
«Más allá de los niveles de ocupación -explica Rodrigo-, la crisis está en los bajos precios que estamos pudiendo cobrar». En su caso, la tarifa de 20 mil pesos prevista para el hostel bajó a 12 mil. Con estos valores, asegura, están trabajando al costo. Y además de la caída en la cantidad de visitantes, pone el acento en los impuestos municipales y los aumentos en los servicios como unos de los principales problemas que tienen que afrontar en este contexto.