Por Cristian Carrillo, en El Destape. Lejos de la idea de un Estado confiscatorio, que se queda con siete de cada diez dólares que produce «el campo», las cifras propias del sector revelan que lo que el complejo agroindustrial aporta en retenciones se ubica por debajo del 20 por ciento del monto vendido al exterior.
Esto se explica por dos motivos: a) solo unos pocos rubros (todos concentrados en su oferta) están alcanzados por el gravamen, mientras que muchos otros se encuentran exentos, y b) existen alícuotas diferenciales que el Gobierno redujo en 2020 a casi la mitad para primeras transformaciones de los granos (aceites y harinas), con la única excepción de la soja, que se volvió a igual este año.
No se toma en cuenta que entre 35-40 por ciento del comercio de granos evade alguno o todos los impuestos vigentes en el país.
Como una secuela de la película sobre una supuesta «alta presión impositiva», que tuvo un nuevo capítulo hace unas semanas en las que se mezclaron conceptos en un cóctel que arrojaba una cifra exorbitante de 165 impuestos sobre los argentinos, se volvió a hablar de la confiscación de recursos del campo por parte del Estado. En la pelea por evitar una suba de retenciones –o un mecanismo más efectivo como el cupo de ventas– se llegó a asegurar que el Gobierno nacional se queda con el 70 por ciento de la producción agroindustrial que se exporta.
Un informe publicado este miércoles por la Fundación Agropecuaria para el Desarrollo de Argentina (FADA), un think tank del sector, evidencia que el complejo agroindustrial aportó un 18 por ciento en retenciones del total de sus exportaciones. De acuerdo con el Monitor de Exportaciones Agroindustriales de FADA, el año pasado el sector exportó 54.895 millones de dólares, sobre los cuales pagó 9924 millones en derechos de exportaciones.
Afinando los números
Si bien el 18 por ciento en retenciones es un promedio, ya que incluye rubros en los que no se aplican alícuotas o son muy bajas, el porcentaje que representa el sector cerealero y oleaginoso también es inferior a los valores hipotéticos por segmento.
Durante 2021, AFIP recaudó un total de 10.128 millones de dólares en concepto de Derechos de Exportación, «de los cuales el 98 por ciento lo explican las cadenas agroindustriales, esto equivale a 9924 millones», señaló el informe de FADA. Sólo el complejo sojero explicó el 75 por ciento (7312 millones).
Si se agrupan por cadenas, los cereales y oleaginosas explicaron el 91 por ciento, seguido por las economías regionales 4 por ciento, cadenas cárnicas con un por ciento, lácteos 0,8 por ciento y el resto un 0,2 por ciento. Existen tres complejos regionales que no pagan retenciones: legumbres, té y yerba. «Los que más pagan son soja, maíz, trigo, por el lado de los granos, bovino y pesquero», detalla la entidad. .
Si se coteja lo que vendieron al exterior y lo que aportaron en derechos de exportación se exhibe una serie de diferenciales que reducen lo que realmente paga cada sector. El Gobierno, al momento de elevar dos puntos las retenciones a la soja del 31 a 33 por ciento, aplicó una serie de reducciones (en algunos casos a menos de la mitad) para subproductos.
En marzo del 2020, en el caso del maíz, aplicó un derecho de exportación por el grano de 12 por ciento, pero se redujo del 9 al 5 por ciento para el aceite. En el caso del trigo, que también tributa 12 por ciento sobre la venta externa del grano, se redujo de 9 a 7 por ciento para la harina. La única medida que eliminó ese diferencial que definió la actual administración en marzo del 2020 fue, de dos puntos para igualarla en 33 por ciento, sobre la soja, lo que reactivó la costumbre de los tractorazos «por las dudas».
El resultado de esos diferenciales hace que cada complejo pague menos que las alícuotas máximas que declaman como excesivas.
Según el propio informe de FADA, el complejo sojero exportó en 2021 el equivalente a 23.805 millones de dólares, con un total de 43,1 millones de toneladas, sobre los cuales pagó 7312 millones en retenciones, un 30,7 por ciento. Sin dudas, es el sector que más aporta, y uno de los más rentables, a las arcas públicas.
En el caso del maíz, las ventas externas sumaron 9289 millones de dólares, de los cuales pagó en retenciones 1097 millones, un 11 por ciento. En trigo se da el mismo porcentaje, con exportaciones por 3477 millones de dólares y derechos de exportación por 396,5 millones. En carne el impacto del impuesto es de 7,9 por ciento (284 millones de dólares) por 3573 millones en exportaciones. En leche, el aporte a las arcas públicas ascendió a 78 millones de dólares, un 6,7 por ciento de sus ventas externas (equivalentes a 1156 millones de dólares).
Menos cosecha y más precios
Argentina exporta el 50 por ciento de lo que produce desde las cadenas agroindustriales, con complejos de mayor relación exportación/producción, como té, limón, soja, maní y cebada, donde la relación supera el 80 por ciento, y otros con baja inserción, que no supera el 20 por ciento, como porcino, avícola, yerba, vinos y mostos o forestal.
Es por esto que también es una falacia hablar de que los mismos impuestos abarcan a todo «el campo». En el caso de los derechos de exportación, al menos, solo se incluye a la mitad de la producción agroindustrial.
El instrumento –poco efectivo con los niveles actuales de precios internacionales– permite direccionar la producción de alimentos y evitar shocks externos directos. «Los precios de los granos se encontraban hasta comienzos de 2022 en un excelente nivel de precios, pero la invasión de Rusia a Ucrania ha impulsado aún mas los precios. Si algo de esta mejora se mantiene, se puede prever un alto nivel de exportaciones para este año. En soja y maíz, el precio de abril de 2022 es 22 por ciento superior al de abril de 2021, en trigo 55 por ciento más alto», prevé el informe de FADA.
La producción de granos de la campaña actual se estima en 126 millones de toneladas contra 130 millones de toneladas en la campaña 20/21, un 2,8 por ciento inferior, lo que potenciará los precios (en caso de que esa sustitución no sea compensada por otros mercados). Se estima una producción menor en soja (-2,6 por ciento), maíz (-6,7 por ciento) y trigo (-3,1 por ciento).