La muerte de Mirta Cruz confirma que el Estado llega tarde para atender la violencia de género

La muerte de Mirta Cruz en Humahuaca, que aún no está esclarecida, vuelve a poner en escena la ineficacia de los sistemas de prevención de la violencia de género: el Estado llega tarde y mal, las mujeres violentadas y sus hijos están en situación de indefensión, y faltan acciones de contención hacia las víctimas, tanto de parte de la policía, que es la primera institución que recibe las denuncias, como de parte de las instancias oficiales creadas supuestamente para ocuparse de la problemática.

En el mismo momento en que se realizaba una marcha en Humahuaca para reclamar por justicia por Mirta y exigir protección para las víctimas de violencia de género, se dieron a conocer los resultados preliminares de la autopsia practicada en el cuerpo de la joven. De acuerdo a los peritos, murió por una broncoaspiración, asfixiada a causa de un acullico de hojas de coca. Además, el informe indica que la mujer había tomado bebidas alcohólicas, lo que, se presume, impidió que se despertara al momento del ahogo. De todos modos, el estudio completo demorará unos días más. El cuerpo de Mirta ya fue entregado a su familia.

Mirta Cruz tenía 26 años, era mamá de tres niños y cursaba un embarazo de cuatro meses de alto riesgo. El sábado por la noche la encontraron inconsciente en la casa de la familia de su pareja, fue atendida por el SAME pero llegó al hospital sin vida. La policía detuvo a cinco personas, entre ellas a su pareja y al suegro, de apellido Maine, que fueron liberadas horas después.

En la marcha de este lunes participó gente no solo de Humahuaca sino también de Tilcara y Maimará. Allí se reiteró a viva voz un viejo pedido de colectivos de mujeres y de la comunidad en general: herramientas para proteger a las mujeres, lugares a los que puedan acudir las víctimas de violencia y donde sean contenidas.

«Esta joven ya venía siendo violentada, tenía tres denuncias en la policía contra su pareja y sufría todo un contexto de violencia, en el domicilio de la familia de él», comentó Sara Domínguez, del colectivo Mujeres Autoconvocadas de Humahuaca, en diálogo con El Submarino Radio (91.5).

Domínguez opinó que más allá del informe preliminar de la autopsia, lo importante es que Mirta Cruz murió en una situación de vulnerabilidad, y recordó que los hijos ya habían relatado a su abuela los castigos de los que eran víctimas por parte no solo de la pareja de Mirta sino también del suegro. Sobre la noche en que ocurrió la muerte de la joven, los niños también dieron cuenta de maltrato físico, por lo que el fiscal evalúa la posibilidad de tomarles declaración en Cámara Gesell.

«Es muy triste todo. La madre asegura que Mirta nunca tomaba alcohol, y mucho menos en la situación de embarazo de riesgo en la que estaba», señaló Domínguez.

La familia Cruz también tiene sus sospechas sobre el relato que se va construyendo. Cuando la policía fue a la casa de los Maine alertada de que había una mujer inconsciente, los asistentes a la celebración, que estaban en estado de ebriedad, trataron de impedir el ingreso de los agentes. Recién cuando se dio aviso a la ayudante del fiscal pudieron ingresar.

«Si yo veo que mi pareja o una persona en mi domicilio está ebria, desmayada o mal, llamo al SAME -analizó Domínguez-. Cuando llegó el SAME, al que llamó la policía, la chica estaba aún con vida, y fallece en el camino al hospital. Con tres denuncias de violencia atrás, ¿qué puede pensar la familia?»

El caso de Mirta Cruz viene a renovar un reclamo de larga data. «Van mujeres con sus niños a la policía a denunciar situaciones de violencia, pero no se hace nada. No hay espacios a los que puedan acudir, no hay nadie que las contenga», describió Domínguez.

La familia Cruz está siendo acompañada por una abogada y una psicóloga de la Secretaría de Paridad de Género. Lo lamentable es que la ayuda llega siempre tarde. «No se da abasto con la contención y atención de las mujeres y de los niños. En Humahuaca hay una situación de vulnerabilidad terrible», afirmó.

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