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“Todos en la Policía sabían que existía Guerrero; el que diga no, miente”

Por Rodrigo Zapana y Esteban Mayorga (Para H.I.J.O.S. Jujuy)

Este jueves se llevó a cabo la audiencia N°45 correspondiente al sexto juicio de lesa humanidad en la sede del Tribunal Oral Federal, ubicado en el centro de la ciudad capital, donde prestaron testimonio Miguel Ángel Jaime, Miguel Florentino López, Gilberto Eleuterio Ortiz (todos ex policías de la provincia de Jujuy).

El primer testigo en declarar fue Miguel Ángel Jaime, con tan solo 20 años, trabajó como agente de la policía de la provincia de Jujuy en el Comando Radioeléctrico durante 1976 hasta mayo de 1977, allí se desempeñó en el departamento de coordinación y enlace, su tarea consistía en recibir radiogramas provenientes de casa de gobierno y las distintas seccionales policiales del interior de la provincia, tenía contacto directo con el comisario Ernesto Jaig, que era su jefe: “Yo era agente raso, mi ocupación era archivar radiogramas, a veces me mandaban a estacionar camionetas”.

Ante la pregunta de la fiscal Marina Cura sobre el área restringida,  siempre calmo, pero con resguardo, el testigo dijo: “Había zonas que no eran para cualquier persona, si ingresabas por calle Alvear, la zona restringida estaba al fondo, después del baño a mano derecha, allí solo tenían acceso los jefes” y además contó que por rumores todos sabían que había presos políticos y que: “En alguna ocasión, cuando fui al baño pude ver a gente detenida ahí”  y ante la pregunta de en qué condiciones estaban esas personas respondió ; “No tenían nada raro, nunca escuché gritos, estaban vestidos normalmente”. El responsable en ese momento era el mayor Arenas; “Él recibía órdenes del Poder Ejecutivo Nacional”, relató.

En el momento en que la fiscalía preguntó sobre el Centro Clandestino de Detención (CCD) Guerrero, el ex policía dijo: “No llegué a conocer a los presos políticos, los llevaban ahí por órdenes del coronel Carlos Bulacio que mandaba en toda la provincia. Todos en la policía sabían que existía Guerrero, el que diga que no, miente”.

El testigo dijo con respecto a su uniforme y el motivo de la renuncia: “Yo trabajaba de civil, nunca me uniformé y dejé la policía porque había cosas que no me gustaban, eran tiempos difíciles te podían comprometer en algo, una vez me invitaron a salir de noche en un auto, te iban tratando de meterte de a poco, entonces presenté la renuncia tres veces y en mayo de 1977 en me la aceptaron, tuve problemas familiares por esa decisión”.  Jaime detalló, que tenía mujer en ese momento y que, aunque era un ingreso seguro, prefirió renunciar: “Estoy convencido que hice bien, no ?” reflexionó.

Luego, atestiguó Miguel Florentino Martínez, quien indicó haber trabajado como policía de la provincia de Jujuy desde el año 1971 y destinado a la policía caminera hasta el año 1974, cuando se lo trasladó al cuerpo de radiopatrullas dependiente del Centro Clandestino de Detención (CCD) Comando Radioeléctrico hasta el año 1980.

Durante su paso por el cuerpo de radiopatrullas, Martínez se desempeñó como ametralladorista, acompañando al jefe de patrulla y al chofer de la misma. “Trabajé en ese puesto durante cuatro meses, después me pasaron a de la base operacional, y me pusieron a trabajar de radioperador”, subrayó.

El testigo, detalló que durante aquella nueva etapa de su servicio se dedicó a “asignar patrulleros con distintos recorridos y jurisdicciones” de la ciudad capital. Cumplió turnos de 24 por 48 horas y describió su espacio de trabajo como “una oficina completamente cerrada donde habían 3 o 4 operadores según el turno”.

“Recuerdo que tenía como compañeros a un sargento de apellido Ciares, a Ricardo Salazar, Eleuterio Jerez y que nuestro jefe inmediato era el oficial Juan Carlos Baca (genocida condenado y recientemente fallecido). Mientras trabajé en la base operacional nunca me dieron una orden fuera de lo común o poco habitual”, expresó Martínez.

Continuando con su declaración, el testigo sostuvo: “Ignoro si había o no una zona restringida dentro del comando”, sin embargo, algunos instantes después admitió: “Debido a mi trabajo, yo no iba por ese lugar, solo pasaba cerca de ahí cuando iba al baño”. Acto seguido, negó que en la central de policías se mantuvieron personas detenidas. “Los únicos presos que había eran los que traían todos los días de las seccionales para que los revise el médico”, indicó.

Por último, el testigo aseguró desconocer el CCD emplazado en la localidad de Guerrero, lugar destinado a confinar, torturar y desaparecer a decenas de presos políticos secuestrados durante la noche del apagón, que tuvo lugar entre la noche del 20 y la madrugada del 21 de julio de 1976.

En último lugar, declaró Gilberto Emeterio Ortiz, ex policía de la provincia que aseguró haber conocido al imputado en esta causa, Juan Carlos Jones Tamayo, cuando hizo el servicio militar en el año 1967 en el Regimiento 5to de Artillería.

Ortiz, señaló que trabajó dentro de la secretaría del Centro de Operaciones Policiales (COP) pero unos años antes, precisamente en el año 1976, prestó servicio como radioperador en el Comando Radioeléctrico.

El testigo sostuvo: “En aquella época recibíamos comunicaciones de los móviles de las comisarías, cuerpos especiales como caballería, o la caminera. Después, en la secretaría, nos encargábamos de pasar todas las novedades al COP, transcriptas en el parte diario para el jefe y sub jefe de policías. Recibíamos comunicación de personas detenidas por distintas causas, por infracción de leyes, o vagancia, etc”, pero eludió hablar de los detenidos por razones política.

Al referirse a la denominada “área restringida” dentro del CCD comando radioeléctrico, el testigo admitió: “Había una zona donde nadie podía ir o pasar. Desconozco si había personas detenidas ahí dentro, era un área destinada exclusivamente al ejército y al personal de calle (radiopatrullas) del comando radioeléctrico”.

Posteriormente, el ex policía mencionó que en la secretaría del COP también era frecuente la presencia de personal militar, de hecho, fue allí donde volvió a cruzarse con el genocida Juan Carlos Jones Tamayo, a quien no veía desde su época de conscripto en el Grupo de Artillería de Montaña 5.

Sobre su conocimiento sobre la existencia del CCD Guerrero, el testigo indicó: “Sabía de un lugar llamado Guerrero porque ahí es donde funcionaba la escuela de policía. Lo que no sabía es que era un centro de detención. Desconozco si había personal policial que trabajaba en ese lugar”.

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