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‘Un ejercicio del poder entendido como servicio, y no como dominio, implica escuchar a todos’

juan grabois franciscoEl gobernador Gerardo Morales recibió otra carta en la que le piden que abra el diálogo con las organizaciones sociales que mantienen el acampe en la Plaza Belgrano desde hace más de veinte días. En este caso, se trata del titular del Comité Organizador Internacional del Encuentro Mundial de Movimientos Populares, Juan Grabois, quien le solicita un “gesto de paz, comprensión y apertura”, gesto, dice, que está inscripto en la “buena política, que es, además, una obligación de todo gobernante y un signo de grandeza”.

Grabois coordinó dos encuentros de ese foro, uno en ciudad Vaticano en 2014, con  el  auspicio del Consejo Pontificio de Justicia y Paz de la Iglesia, y el otro en Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, en 2015, donde participó el presidente Evo Morales junto al Papa Francisco, a quien cita reiteradamente en su carta.

En su texto, le explica a Gerardo Morales: “El diálogo no es conversar con los amigos, compañeros o correligionarios: eso es fácil y necesario, pero no suficiente. El diálogo más fecundo es, a mi juicio, el encuentro con el distinto, incluso con el que se visualiza como ‘enemigo’. El diálogo implica poner en suspenso algunos prejuicios e incluso algunos juicios que creemos bien fundados para buscar nuevas perspectivas y enfoques creativos que permitan construir responsablemente la unidad que siempre es superior al conflicto. Me refiero a la cultura del encuentro a la que el Papa Francisco nos convoca”.

El referente mundial de los Movimientos Populares dice más adelante: “En concreto, le pido que reciba a los representantes de la Tupac Amaru (y la Red de Organizaciones Sociales) para buscar junto a ellos soluciones razonables al conflicto social desatado en Jujuy y que va extendiéndose por distintas provincias de la República Argentina”.

“No crea que con ello  -enfatiza Grabois- usted muestra debilidad: muy por el contrario, un adecuado ejercicio del poder, entendido este como servicio y no como dominio, implica escuchar a todos. Frente a una contradicción, a mayor poder, mayor es la obligación de ser generoso y la responsabilidad de velar por la integración del todo que siempre es superior a la parte. Una integración que, más que una esfera, debemos concebir como un poliedro, donde cada cual aporta según su propia identidad y trayectoria”.

Grabois manifiesta que “no se puede desconocer, más allá de nuestras valoraciones personales, los liderazgos históricamente constituidos y notoriamente relevantes como el de Milagro Sala”. Y en esta línea, continúa: “La historia ha demostrado que el ninguneo, el desprecio y la demonización de los dirigentes cierra los puentes del dialogo y abre las compuertas del conflicto”.

Responde luego a una idea repetida insistentemente por el gobernador: “Los dirigentes sociales no son intermediarios: son actores fundamentales de la vida de una sociedad que se pretenda verdaderamente democrática, es decir, que entienda la democracia como un proceso vivo que no se agota meramente en el acto electoral”.

Insiste en que se está hablando “de una negociación que garantice el derecho al trabajo, la vivienda, la recreación,, la salud, el deporte de al menos 30 mil familias de la mencionada organización, además de las integradas en red”.

Grabois recuerda la naturaleza y la historia de los últimos movimientos populares los que, asegura, fueron la consecuencia de una gravísima crisis de representatividad que hizo estallar el país en el 2001: “Por entonces los partidos, sindicatos e instituciones democráticas tradicionales abandonaron a una enorme porción de nuestro pueblo a su suerte; y abdicaron de su obligación de garantizar condiciones mínimas de dignidad para el conjunto. Los movimientos populares, como el movimiento piquetero, el de empresas recuperadas o de los cartoneros por dar solamente algunos ejemplos, fueron tablones de flotación y salvación para millones de excluidos que se levantaron y organizaron, con mucho esfuerzo, luchando duramente, día por día desde los oscuros abismos del olvido, la indigencia y la desesperación”.

“En tal contexto, el poder Ejecutivo no es el encargado de condenar sin juicio previo a los dirigentes sociales negándoles el cumplimiento de su importante tarea –advierte-. Sería una actitud totalitaria, persecutoria y prebendaría decidir arbitrariamente y a dedo a quienes se recibe y a quienes no de acuerdo a las simpatías personales o políticas de los gobernantes”.

“Si bien es cierto que la ausencia de un régimen para determinar el alcance de la representación de cada organización social habilita cierto margen de subjetividad en la valoración de las mismas, en casos como el de la Tupac Amaru no se puede desconocer que miles de familias humildes se identifican con la organización y sus dirigentes”, los cuales “no se resignaron a ser objeto de asistencia y forjaron agrupaciones comunitarias para ser protagonistas de su destino”.

“En la Argentina, con mucho esfuerzo y en la calle, los humildes lograron transformar esos subsidios indignos usualmente llamados ‘planes sociales’ en la principal actividad humana que brinda dignidad a quien la práctica: el trabajo. Los ingresos que los trabajadores obtienen de la economía popular y los programas sociales pueden denominarse ‘salario social’ porque son una retribución justa por su esfuerzo y no una mera ‘ayuda social’ graciosa”.

“En ese sentido concebimos políticas como la Asignación Universal por Hijo: no son un regalo sino el reconocimiento del ‘salario familiar’ de aquellos a los que se les niega un trabajo registrado pero en su inmensa mayoría desarrollan actividades laborales independientes o comunitarias. Cada madre que cuida a sus hijos y a los amiguitos de estos, cada vendedor ambulante o reciclador, cada militante que coordina un comedor comunitario, cada cooperativista por más asistencia que reciba del Estado es, en sentido estricto, un trabajador y además, un hombre que tiene el derecho de elegir a sus referentes.”  

Grabois reflexiona que “no hay peor clientelismo que el que priva al ser humano de la dignidad del trabajo y destruye las redes comunitarias y colectivas que sostienen el tejido social amenazado por la globalización de la indiferencia y los proyectos de muerte”, y llama la atención sobre que “es una gran amenaza a la justicia social pretender tratar individualmente y por separado a los humildes, como si fueran dependientes de la filantropía pública so pretexto de liberarlos de las organizaciones intermedias”.

Enfatiza que “las organizaciones sociales, nacidas libremente del pueblo mismo, no son ‘intermediarias’ sino que están constituidas por ‘poetas sociales’ (como dijo el Papa Francisco) que crean tierra, techo y trabajo allí donde solo hay ruinas de un sistema idolátrico del dinero y las corporaciones”, y agrega: “En cualquier caso, el Estado debe establecer reglas claras para la gestión comunitaria de los fondos públicos y perfeccionarlas continuamente recurriendo al dialogo y la negociación.  No son las organizaciones sociales lo que debe erradicarse sino la desigualdad, la exclusión, el narcotráfico, la trata de personas. Hay que  tener claro que los movimientos populares son la última línea de luminosa resistencia contra estas realidades destructoras”.

Finalmente, el coordinador  del Encuentro Mundial de los Movimientos Populares le insiste a Morales: “Confío en que si apostamos al diálogo se puede encontrar una solución superadora en este conflicto que tiene en vilo a Jujuy y gran parte del país. No son pocas las instituciones y personalidades de distintos ámbitos dispuestas a facilitar ese dialogo de ser necesario”. 

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