Un informe de la UCA reveló que 6 de cada 10 niños son pobres en Argentina

Un informe realizado por el Barómetro de la Deuda Social de la Infancia, mediante la Encuesta de la Deuda Social Argentina (EDSA) de la Universidad Católica Argentina (UCA) mostró una preocupante realidad en materia de ingresos y alimentación de los niños y adolescentes de 0 a 17 años.

«La incidencia de las privaciones de recursos que experimentan niños, niñas y adolescentes (NNyA) continúan siendo muy elevados y mantienen brechas desigualdad social muy significativas», inicia el informe.

Y agrega: «La pobreza monetaria entre los NNyA se ha elevado por encima del 60% en los últimos dos años de la serie de tiempo considerada, mientras que la indigencia se ubica por encima del 10%. La situación de inseguridad alimentaria ha mermado tras la crisis social del ASPO-COVID-19 pero aun así afecta a más del 30% de los NNyA en 2022».

Pasando en limpio, el informe muestra que el 60% de los niños es pobre, 13% indigente y más del 12% ha pasado hambre en el último año, a pesar del incremento de la asistencia estatal.

 

En el desglose de los indicadores de la UCA, 8,2 millones de niños son pobres, lo que representa un 61,6%. Es decir: 6 de cada 10 chicos son pobres en Argentina.

El informe considera pobre a «aquel niño/a en hogares cuyos ingresos no superen el umbral del ingreso monetario necesario para adquirir en el mercado el valor de una canasta de bienes y servicios básicos».

La indigencia por ingresos en adolescentes de hasta 17 años llega hasta el 13,1%, alcanzado a 1,6 millones de niños.

Inseguridad alimentaria

En otro pasaje del documento también evidencia otra dura realidad: el 31,4% de los niños (más de 4 millones 200 mil) ha tenido que reducir la dieta de alimentos en los últimos 12 meses por problemas económicos (Inseguridad Alimentaria Total).

A su vez, alrededor de 1,6 millones de niños (12,3%) «han experimentado situaciones de “hambre” por falta de alimentos» en el último año a raíz de complicaciones económicas (en el gráfico, bajo el nombre de «Inseguridad Alimentaria Severa»).

En ese sentido, el Estado entregó alimentación gratuita a casi el 60% de los niños (copa de leche, refrigerio, almuerzo, otros) en comedores, en la escuela u otros espacios.

Trabajo infantil

Otro coletazo de la crisis es el incremento en la cantidad de chicos y adolescentes que tienen que salir a trabajar. A contramano de otros indicadores, por las restricciones que acompañaron a la pandemia, el empleo infantil cayó de manera notable entre 2020 y 2021 a valores mínimos en la última década.

Ya en 2022 retornó al nivel que tenía antes de la crisis sanitaria. Así, el 14,8% de los chicos de hasta 17 años se ven obligados a trabajar en actividades económicas (generalmente negocios familiares o relacionados a ellos) o a realizar tareas domésticas de manera intensiva para complementar el ingreso de sus familias en el contexto de alta inflación y de deterioro del poder de compra de los salarios.

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