Una cárcel en El Salvador. FOTO: AFP

Una de las revistas científicas más importantes asegura que las cárceles no están listas para afrontar la pandemia

Una de las revistas de ciencia más importantes del mundo, The Lancet, publicó una nota con el contundente título: «las prisiones no están de ninguna manera preparadas para afrontar la Covid-19». El artículo cita un ejemplo ya adelantado por este diario. El único penal en el que se testeó a todos los presos fue el Instituto Correccional de Ohio, The Marion. «El total de internos es de 2500 y en el momento en que The Lancet entró a impresión, habían dado positivo 2000», dice la revista.

Según estableció The Lancet, hubo 375 positivos en Nueva York en una muestra tomada en los penales, pero se trata del 10 por ciento de la muestra, o sea que los contagiados son unos 3750.

«En esa cifra hay que tener en cuenta que no se consideran los que se contagiaron después del estudio ni los trasladados ni los fallecidos. Pero entre los penitenciarios, los empleados, que consiguen mucho más fácilmente que se les haga el test, los contagiados ya suman mil en Nueva York, según el informe del Concejo Correccional del estado», redondea la publicación.

La nota firmada por Talha Burki tiene fecha 2 de mayo y concreta un relevamiento internacional. La periodista sostiene que son muy pocas las cárceles que tienen hospitales, por lo cual los contagiados que entran en situación más compleja tienen que ser trasladados al sistema de salud público, el mismo que trata a la población general.

Pero The Lancet no menciona que allí compiten por camas y respiradores, sino que pone el acento en que no es nada fácil que a un preso lo lleven al hospital: «Significa hacer intervenir a los oficiales penitenciarios y disponer un transporte. Los que administran las cárceles son, ya habitualmente, reacios a poner en movimiento esos mecanismos por un solo preso».

Pero la revista menciona que, además, ahora hay menos personal -se produce ausentismo entre los penitenciarios por la misma pandemia- y eso deriva en que el interno tiene que estar muy mal para que lo deriven. Mientras tanto siguió contagiando a otros presos que, por supuesto, también terminarán compitiendo por camas y respiradores.

La única verdad

«Los presos comparten baños, duchas, lavabos, comedores. Duermen en cuchetas y en algunos países en el suelo -le dice a The Lancet el doctor Frederick Altice, de la Universidad de Yale-. En estas condiciones es imposible afrontar una epidemia, una vez que entra a cualquier penal. La prisión no tiene como manejar a un contagiado. El diagnóstico es tardío y cuando un infectado llega a un hospital, tiene un deterioro mucho mayor que el habitual».

La revista hace un recuento de lo que pasa alrededor del mundo, donde hay unos 11 millones de presos, con Estados Unidos como país con mayor cantidad, 2,2 millones de internos. Pero los casos más dramáticos que señala son los de Filipinas, en que hay 215.000 presos en cárceles que tienen lugar para 40.000 personas, o Myanmar, país que tiene 92.000 presos y sólo hay para atenderlos 80 médicos.

Brasil tiene nada menos que 773.000 presos y, según la responsable de la organización Human Rights Watch, citada por The Lancet, Tamara Taraciuk Broner, «las condiciones en las prisiones sudamericanas están dadas para que el virus circule y circule».

«Se pueden perfectamente descomprimir las cárceles sin afectar en forma seria los niveles de inseguridad. El acento puede estar puesto en los internos imputados en causas relacionadas con drogas, que son una enorme cantidad», remata el doctor Altice.

The Lancet cita la resolución de Michelle Bachelet, Alta Comisionada de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, alentando a los países a liberar presos y cita algunos números: «Francia redujo el número de presos en 10.000; Italia disminuyó los internos en 6000; Chile dejó en libertad a unos 1300.

Y muchos estados norteamericanos están haciendo lo mismo. Son casos de presos de bajo riesgo. En el Reino Unido el número a reducir es de 5000 pero las autoridades reconocen que se podría bajar la cantidad de presos en 15.000, un quinto del total de 75.000 que hay en la actualidad.

Todavía hay que ver si los gobiernos están dispuestos a reducir la cantidad de presos todo lo necesario para bajar el peligro de que el Covid-19 atraviese los muros de las cárceles y termine afectando a todos.

Por Raúl Kollmann, en Página/12

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