Este jueves se cumple el plazo que les dio el gobierno a los vecinos del barrio Radio Estación que se resisten a dejar sus casas para dar paso a las instalaciones del tren turístico. Personal policial permanece en el sector las 24 horas con móviles sin patente. Este martes llegó al lugar una máquina topadora que continuó destruyendo las viviendas que ya se desocuparon. Los policías, algunos uniformados y otros de civil, hacen fotos y videos de los que están resistiendo.
Son cerca de 30 efectivos de la Brigada y de Infantería. Les dicen a los vecinos que agarren la llave de los módulos que el gobierno les asignó para que abandonen sus casas. «Agarre esta llave porque si no, se queda sin nada», les dicen. Y la intendenta electa, Sonia Pérez, les planteó: «Se van o se van, porque el 30 de noviembre venimos con las maquinarias y los sacamos a todos».
Cuentan los vecinos que los niños están muy afectados por la situación. «A mi nena en la escuela le pusieron psicólogo. Tienen miedo. Ven a la policía y se meten abajo de la cama, cierran con llave», describe María, una de las vecinas, en diálogo con El Submarino Radio (FM Conectar 91.5).
María tiene dos hijas, de 14 y 3 años, y un hijo de 8. En su mismo terreno vive su hermano con su esposa y sus dos hijos. Ella vive en el lugar desde hace 32 años. Cuenta: «Yo crecí acá. Mi mamá llegó para trabajar con un señor ferroviario. Como ella era de familia crítica, le dieron para vivir. Cuando dejó de correr el tren, los que trabajaban se iban. Entonces le dejan la casa a mi mamá. Después fuimos construyendo. La tenencia nos la dio Félix Pérez cuando era intendente».
Unas diez familias del barrio resisten en el lugar. Las que aceptaron irse, lo hicieron en su mayoría «por cansancio». Firmaron un convenio por el cual el gobierno se comprometía a darles una casa, un terreno y 3 millones de pesos para comprar los materiales necesarios para ampliar las casas. Pero eso no se cumplió. Son módulos de 15 metros cuadrados, con una habitación y un baño, sin agua ni electricidad.
Tampoco les dan un título de propiedad; apenas un acta donde dice, cínicamente, que la gente se retira de su vivienda «por voluntad propia».
La resistencia en Radio Estación la encabeza un grupo de vecinas. No se quieren ir. Tampoco se oponen al proyecto en torno al tren turístico. «Nosotros estamos viendo cómo ellos se aprovechan, hacen abuso de autoridad y están oprimiendo acá al pueblo tilcareño. Vamos a estar firmes hasta que se haga una negociación justa», asegura Rosa, otra de las que permanecen en el lugar.
Ella llegó al barrio en 1994, a sus 21 años. Cuando dejó de funcionar el Ferrocarril Belgrano, las viviendas del sector dejaron de ser de bien público y se entregaron a familias que recién empezaban. A Rosa le otorgaron una casa que estaba desmantelada. «Le habían robado las puertas, las ventanas, y yo la acondicioné», relata. Al año siguiente comenzaron a instalar los servicios de luz y agua potable. Casi 30 años después, sus propios hijos viven en el mismo terreno, donde construyeron sus casas para sus propias familias.
«Nunca han presentado cómo va a ser el proyecto acá en el predio, jamás nos mostraron papel y documentación. Todo fue verbal», cuenta Rosa. Verbal y violento, como el diálogo que mantuvieron con la intendente electa, Sonia Pérez, quien les advirtió: «Se van o se van, porque el 30 de noviembre venimos con las maquinarias y los sacamos a todos».
Las presiones y el hostigamiento para que abandonen sus viviendas empezaron hace dos años, pero los vecinos del barrio venían pidiendo definiciones desde mucho antes. «En el 2017 ya tenían el proyecto -dice Rosa-. En el 2018 fuimos a hablar con el señor gobernador Morales. ¿Y sabe qué nos dijo? Todo de palabra, porque ellos no permiten nada escrito, dijo ‘tranquilos, ya vamos a arreglar’.»
«Yo tuve la oportunidad de hablar con el señor gobernador el año pasado, cuando él vino al Hotel de Turismo a entregar los camiones Girsu -cuenta-. Le dije: ‘Señor gobernador, ¿qué tiene pensado para las familias que están en el predio?’ Y él dijo ‘ya encargué a mis funcionarios’. Y lo que han hecho es armar mentiras, causas penales, contravencionales y han venido a hostigar».
Los que se resisten al desalojo están defendiendo sus casas y su historia. Pero no solamente. Rosa afirma: «La vamos a pelear además porque sabemos que si luchamos, vamos a favorecer a todas las otras familias que lamentablemente también van a ser desalojadas».
En este sentido, menciona el proyecto de los nuevos puentes y el parque lineal de Tilcara. «Hoy somos nosotros. Mañana no sabemos quiénes pueden ser», reflexiona.
«Todo lo hacen así, bruscamente. ¿Por qué no hablan? ¿Por qué no negocian? ¿Por qué no establecen mesas de diálogo? Decirle a la gente ‘tenemos estos proyectos, apóyennos y nosotros les vamos a ubicar o les vamos a ayudar en esto’. ¡Pero hablando!».
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