Por Gastón Remy (Concejal electo). El domingo pasado se desarrollaron las elecciones provinciales en Jujuy. En medio de una pandemia, con un piso proscriptivo que vuelve a ser tema de debate y una importante serie de irregularidades. Los resultados dejan mucho para analizar.
Se trató del segundo round electoral del 2021, previamente se había votado en Misiones, pero aquí se posaron más miradas porque jugaron fuerzas nacionales y por las irregularidades que cruzaron el proceso.
Fue una elección a la medida del bipartidismo de la UCR y el PJ, apostando a una baja participación manteniendo el piso proscriptivo del 5 % del padrón para el ingreso de legisladores, sin pauta gratuita en los medios y donde el Estado provincial no garantiza ni si quiera el pago de las boletas.
Morales obtiene un triunfo electoral contundente con casi el 42% y lo pone en juego en la interna cambiemita, ¿cuáles son los límites detrás del festejo? El PJ fue fragmentado, el peronismo “oficial” del Frente de Todos-PJ que conduce el empresario Rubén Rivarola sale segundo con el 13% y es la otra fuerza que ingresa a la Legislatura, pero con ese resultado no logra cerrar las internas que se abrieron. Por su parte el Frente de Izquierda y de los Trabajadores Unidad, con 7,5%, logra una gran votación que se incrementa en los barrios obreros y populares.
La izquierda se consolida como tercera fuerza provincial
En una elección a la medida del bipartidismo el Frente de Izquierda y de los Trabajadores Unidad tuvo una gran votación en los barrios obreros y populares; es segundo en la Capital, logrando el 11%, y primera fuerza en Palpalá, logrando dos concejales. Sin embargo, de confirmar la Justicia el escrutinio provisorio, no logra mantener sus bancas en la Legislatura.
Esta importante elección no solo deja en claro el peso de la izquierda en la provincia, sino que hoy es claro que se trata de la fuerza que expresa la oposición al cogobierno de la UCR con el PJ; que es la que ha instalado el debate sobre los aspectos más autoritarios del gobierno y antidemocráticos de un régimen policíaco de conjunto.
Esto nos conduce a la relación del PTS con los principales fenómenos de vanguardia obrera y populares en la provincia. Vendedoras y vendedores ambulantes que vienen recibiendo el hostigamiento permanente de los municipios, choferes de colectivos que pelean por el pago en tiempo y forma de sus salarios, empleados de comercio y supermercados que enfrentan despidos y el maltrato patronal, docentes, estatales y municipales junto a la juventud que luego de protagonizar la “marea verde” se abren paso hacia la política, estos sectores sumados a los obreros del azúcar que sacaron conclusiones de las traiciones de sus dirigentes sindicales como en Ledesma o La Esperanza, rurales del citrus y del tabaco, mineros que fueron despedidos con el cierre de mina Aguilar, se vienen organizando junto al PTS-FIT en cada lucha y también durante la campaña.
Una muestra de esto puede verse con las fuertes votaciones en los barrios obreros. En la capital, por ejemplo, en Alto Comedero, localidad donde trabaja y vive Alejandro Vilca, logramos casi el 13%, en Cuyaya, Gorriti o San Pedrito mantuvimos arriba del 11%, en cambio en barrios céntricos, como Ciudad De Nieva bajamos a 8% o en el Centro al 7,7% (el mapa de los circuitos electorales puede verse aquí).
Elecciones a la carta: pandemia y manipulación electoral
Jujuy es una de las provincias con el régimen electoral más antidemocrático del país. Para acceder a una banca en la Legislatura hace falta superar un piso del 5 % del padrón, sin importar cuánta gente vote. De hecho, es matemáticamente imposible conseguir un solo legislador, si se pasa el piso ya se accede a dos (y casi tres) bancas de manera inmediata.
Este piso fue instalado por el PJ y la UCR en 1985, a la salida de la dictadura, como una forma de evitar terceras fuerzas, y así ha sido salvo contadas excepciones. Solo supera a Jujuy la provincia de Formosa donde bajo la Ley de Lemas la fuerza que sale primera se lleva dos tercios de las bancas y el segundo el tercio restante.
La campaña de la izquierda estuvo centrada en la denuncia del plan del bipartidismo. En una carta dirigida al pueblo de Jujuy advertíamos de la maniobra proscriptiva y fraudulenta que ellos preparaban.
Gerardo Morales buscó sacarle todo el jugo a este piso y apostó todas las fichas a una elección con poca participación, incluyendo el uso de la pandemia. Si en la Cámara de Diputados y el Senado nacional sus legisladores votaron el cambio de fecha de las PASO para septiembre por la situación sanitaria, en su feudo el gobernador eligió el primer domingo del invierno para llevar adelante el acto electoral.
La apuesta pandémica fue doble: por un lado, se preveía que la provincia y el país estuvieran un nuevo pico de contagios, con lo que se especulaba que vaya menos gente a votar, al mismo tiempo que se eximía a sectores de trabajadores de hacerlo; por otro lado, puso como candidato al jefe del Comité Operativo de Emergencias y centró su campaña en el proceso de vacunación, proceso que retrasó, acumulando vacunas, hasta faltar 3 semanas para las elecciones.
Estas especulaciones, que ya se venían denunciando, terminaron con un “golpe de suerte” para el gobernador y su jugada: el domingo 27 fue el día más frío del año, con lloviznas y aguanieve durante la jornada. Las y los votantes tuvieron que hacer filas en la calle para llegar a las urnas. Logró que la participación bajara al 65%.
En el 2019 la participación en las elecciones provinciales fue del 84,7%, en el 2017 del 80,6% y en el 2015 del 84,5%. O sea que lograron que la participación baje entre un 15 y un 20%. Esto favorece a los grandes aparatos políticos y clientelares al mismo tiempo que dificulta que la oposición llegue al piso.
De hecho, con el 7,5% que obtuvo la izquierda en el escrutinio provisorio si la participación hubiera sido la de cualquiera de las elecciones de la última década hubiera ingresado con dos o tres legisladores.
El combo fraudulento se completó con una serie de irregularidades previas y durante la jornada: una campaña sin espacios gratuitos en los medios; decenas de colectoras para dispersar el voto y atarlo a punteros locales; el presidente asignado al Tribunal Electoral, Federico Otaola, es un ex diputado y candidato a vicegobernador por la UCR; la empresa que realizó el escrutinio provisorio es del contador del gobernador Gerardo Morales; no se permitieron fiscales informáticos y se limitó la presencia de los fiscales generales a uno por escuela; incluso se demoró durante algunas horas el ingreso de los mismos a las escuelas hasta que diversas fuerzas presentaron un reclamo al Tribunal electoral.
Así, Gerardo Morales defendió el piso como forma de fomentar el bipartidismo contra la “anarquía” y Rubén Rivarola, su aliado del Frente de todos-PJ, sostuvo que una legislatura con solo dos partidos “es lo que más quisiera”.
Resultado: de validarse los resultados del escrutinio provisorio el 100% de los legisladores estarán en manos de la UCR y el Frente de Todos-PJ, aunque solo fueron votadas por el 36% del padrón electoral y el 55% de los votos efectivos. El 64% del padrón en Jujuy no tendrá representación parlamentaria. ¿Fortaleza o debilidad del régimen?
¿Cómo sigue la película?
El gobierno de Morales sale con un triunfo electoral que quiere capitalizar políticamente de cara a una precandidatura presidencial. Por eso, luego de desembarcar en la provincia de la mano de Sergio Massa, y ser uno de los gobernadores mimados de Macri, hoy mantiene una excelente convivencia con Alberto Fernández. El mismo día de la elección luego de votar, Morales, se tomó un avión para participar del acto por las víctimas de covid-19 junto al presidente, algo que fue criticado por Milagro Sala.
Ambos apuestan a un juego donde Morales se presente como un “opositor responsable” dentro de la interna de Cambiemos. De esta manera en una UCR que pide un espacio más digno en Cambiemos esto le permitió subir al festejo a Facundo Manes, José Cano y Martín Lousteau.
Si en las ejecutivas de 2019, para categoría diputados, habían obtenido el 44,46% de los votos sumando los votos de la lista de su vicegobernador Haquim (28,4% + 26,3%), en el 2021 casi mantiene este resultado con su lista y fagocitando a la fuerza de su vicegobernador que viene del PJ que quedó en cuarto lugar.
El triunfo tiene también una parte de golpe de efecto por la diferencia con el segundo, pero tampoco puede soslayar que, en términos absolutos, obtuvo 20.000 votos menos que en el 2019 y en el 2017 y solo el 26% del apoyo del padrón habilitado para votar.
Por su parte el peronismo de Rivarola, aunque festeje su segundo lugar con el 13,3% que le permite ingresar legisladores, queda muy lejos de Morales. En San Salvador queda en quinto lugar y la suma del resto de las listas peronistas lo superan. Al mismo tiempo se presentaron listas “alternativas” con candidatos dispuestos por Carolina Moisés, diputada nacional ligada al cristinismo, o “Dingui” Palmieri, que fue “la lista de la Tupac”.
Las rupturas no esgrimieron más argumentos que disputas personales, más allá de los ataques a Rivarola por su obsceno cogobierno con Morales todos venían de presentarse juntos en el 2019 y nadie plantea sacar los pies del plato justicialista de cara a las nacionales.
Si el peronismo pensaba dirimir sus disputas en una interna abierta, no lo lograron y queda una situación “estancada”. Entre “ganadores” y “traidores” seguramente busquen saldar las heridas bajo el patrocinio de los dirigentes nacionales que ordenarán la unidad de las filas. Una tarea compleja, aunque para nada imposible.
Con este resultado el régimen bipartidista sale fortalecido y el propio Morales coquetea con una reforma constitucional que le otorgue un tercer mandato si fracasa su proyecto presidencial. Estas apuestas del “mejor gobernador de Macri” tienen espacio a partir de la colaboración que le presta el gobierno nacional del Frente de Todos que no solo le facilita millones en ayuda social para contener el salto en la desocupación y pobreza (Jujuy fue la segunda provincia con mayor número de despidos de asalariados registrados en 2020) sino también en aceitar y ampliar negocios con el litio, el cannabis medicinal y la energía solar, entre otros. Por eso, no es solo el PJ de Rivarola su mejor socio, sino que en la Casa Rosada cuenta con trato privilegiado.
Incluso la lista que impulsa Milagro Sala, quien cuestiona la fuerte cercanía entre Alberto y Gerardo, cuando ella sigue detenida como presa política por órdenes del mandamás de la UCR jujeña, tampoco pone esta realidad en evidencia, lista que tampoco habló de su detención arbitraria.
A su manera, cada uno de estos sectores hace su juego para actuar como un dique de contención a todo fenómeno político que pretenda desarrollarse a izquierda del régimen bipartidista. Este juego también lo ejercen las conducciones sindicales vinculadas al PJ (muchos ahora fueron candidatos en las listas) entregando a los trabajadores frente a ataques duros de cierres y despidos (Minera El Aguilar, Ingenio La Esperanza) o dejando correr paritarias a la baja en el sector público y privado.
De igual forma, actúan las direcciones de los movimientos sociales sobre los desocupados. Todos desde su lugar ayudan a conducir una política de administración de la miseria con tal que la calle no explote y, así los dueños de la provincia, como la familia Blaquier del grupo Ledesma puedan ampliar sus negocios ganando un 640% más entre mayo 2020 y febrero de este año.
Con este telón de fondo los desafíos por delante son enormes para la izquierda clasista que ha conquistado una referencia y organización en una provincia con una fuerte tradición combativa de los sectores de vanguardia aunque con direcciones políticas y caudillos sindicales/sociales que siempre pregonaron la conciliación de clases durante los momentos más álgidos de la lucha de clases como fueron los años 90, cuando caían gobernadores pero esas mismas direcciones terminaban facilitando que el bipartidismo del PJ-UCR se recompusiera nombrando a un nuevo gobernador.