piquete 1997

El Mayo Jujeño de 1997: un levantamiento popular por trabajo genuino

piquete 1997Por Miguel López, docente y dirigente del Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS). Mayo es un mes repleto de conmemoraciones de importantes gestas obreras a nivel internacional y nacional. Empezando por el 1° de Mayo y la lucha de los Mártires de Chicago por las ocho horas;

pasando por el Mayo Francés de 1968 –movilizaciones y huelgas generales de obreros y estudiantes que pusieron en jaque al gobierno derechista del general De Gaulle y tiraron por la borda el plan de ajuste económico que venia desarrollando–, y cerrando con el primer Cordobazo y el Rosariazo de 1969, ambas semiinsurrecciones locales protagonizadas por obreros y estudiantes que llevaron a la caída de la dictadura de Onganía y abrieron una etapa de ascenso obrero y popular en el país, proceso que solo será cerrado con la dictadura genocida que se instauro en 1976. 

El movimiento obrero de Jujuy también tiene un lugar en la historia del movimiento obrero internacional y nacional, esta se inscribe en el marco de la resistencia de los trabajadores ocupados estatales y desocupados a los planes de ajustes económico del gobierno de Menem en la década del 90. Jujuy vivió en mayo jornadas de álgida lucha de clases.

Los trabajadores y el pueblo pobre lucharon por la defensa de derechos inalienables, la gendarmería nacional defendió con todas sus fuerzas un orden favorable a los empresarios y funcionarios políticos basado en la desocupación y miseria de las mayorías populares. Los desocupados de Libertador / Ledesma, los piqueteros, fueron protagonistas de grandes instancias de autoorganización y democracia directa, autodefensa contra una feroz represión, y elementos de guerra civil.

Piquetes de trabajadores desocupados por trabajo genuino

El Mayo Jujeño del 97, para ser precisos, se ubica en una línea de tiempo a mediados de la segunda mitad de la década del 90 y a finales del segundo gobierno del neoliberal Menem. La desocupación ascendía al 40 por ciento en la provincia, los estatales reclamaban por el pago en tiempo y forma y la inmediata liquidación de los sueldos atrasados de abril, porque era insoportable esa costumbre del gobierno de pagar con retraso de meses.

El 25 de abril de 1997 fue la fecha en la que el Frente de Gremios Estatales hizo efectiva una huelga con cortes de calles en la capital jujeña y cortes de ruta en San Pedro y Libertador Gral. San Martín, exigían el pago en tiempo y forma.

En la industria, ya habían pasado varias tandas de despedidos en el Ingenio Ledesma por el directorio de Carlos Pedro Blaquier, una primera oleada de despidos se había dado a fines de los 80, luego de las huelgas papeleras de 1987 y azucarera de 1988, y las otras tandas de despidos se dieron en 1992 y 1994.

Al contrario, en la fábrica aplicó la polifuncionalidad del trabajo y también despidió centenares de obreros. La productividad aumentó gracias a la superexplotación de los pocos obreros que quedaron trabajando en la planta y el campo, ahora lo que hacían 10 obreros lo hacían 3 obreros, generalizándose las horas extras, y las violaciones de las condiciones laborales.

Estas condiciones insoportables de vida, llevaron a que al grito de «trabajo genuino para todos» los jóvenes desocupados y despedidos de Ledesma junto a las seccionales de los sindicatos docentes de la zona hagan efectivo el primer corte de ruta a la madrugada del 20 de mayo; piquete duramente reprimido por las fuerzas represivas de la Gendarmería Nacional, que actuaron bajo órdenes estrictas de Carlos Corach, ministro de Interior de Menem, y Carlos Ferraro, gobernador de Jujuy.

El Centro de Desocupados y Desempleados de Libertador Gral. San Martín exigía el programa mínimo de 4 puntos: «1-Creación fuentes de trabajo para 5.000 personas; 2-Subsidio inmediato de 300 pesos, para toda persona desocupada; 3-Se instrumenten planes tendientes a paliar la situación de los desocupados en lo referente al pago de luz, agua, viviendas inmobiliarios e impuestos municipales, y 4-Que se permita obtener una jubilación anticipada para todos aquellos que ya tienen 30 o mas años de aportes».

Pero, pese a peticionar derechos inalienables, que en la mayoría de los puntos están establecidos por la constitución y enmarcados dentro de lo que puede dar el capitalismo, estas reivindicaciones mínimas se hallaban en contradicción con la política de estado del gobierno de Menem del PJ, que no estaba dispuesto a conceder nada a los de abajo.

La autoorganización y auto defensa claves para recuperar la ruta

La virulenta represión a la manifestación pacifica en exigencia de trabajo genuino organizada por el Centro de Desocupados y Desempleados de Libertador Gral. San Martín, y encabezada por jóvenes, mujeres, docentes, obtuvo la respuesta inmediata de los trabajadores desocupados que se defendieron apedreando a los gendarmes.

Una vez enterado el pueblo de la dura represión, se hizo masiva la lucha, y la autodefensa empezó a organizarse. Las mujeres acercaban baldes con agua para sumergir ahí los gases y atenuar su efecto, los comerciantes acercaron cajones de limones para limitar el efecto de los gases. Se monto una olla popular, con verdura, carne y mercadería donada por los comerciantes. Se combatió durante dos días los gases y las balas de goma de la gendarmería, hubo 27 detenidos, cientos de heridos y hospitalizados.

Las imágenes de la represión de los gendarmes y la autodefensa de los trabajadores desocupados recorrieron las pantallas de TV y páginas de los diarios de Jujuy, el país y el mundo, y los piquetes se generalizaron en toda la provincia.

Del 22 al 27 de mayo, los desocupados hicieron piquetes en los principales centros urbanos industriales de la provincia, en la ruta 34 a la altura de la ciudad de San Pedro, en Pálpala y la ciudad capital de San Salvador, siendo uno de los piquetes mas combativo junto al de Libertador fue el que se llevo adelante en la gran barriada de Alto Comedero de San Salvador de Jujuy.

Del 28 y 30 de mayo los piquetes se extendieron a toda la provincia, incluidas las regiones de quebrada y puna.

La asamblea de desocupados, que se hacia en el lugar de lucha, fue marcando el camino. Los métodos de democracia directa y la autodefensa fueron la garantía para librar tamaña lucha. Los dirigentes burocráticos y conciliadores quedaron expuestos ante la asamblea, quienes fueron revocados en el momento, y sucedidos por jóvenes luchadores.

Las propuestas de negociación a la baja y el repliegue a la banquina de la ruta 34 que presentaron el obispo Marcelo Palentini y dirigentes del Frente de Gremios Estatales fue abucheada por la asamblea de desocupados.

Cabe agregar, que medio de la lucha hubo un vacío de poder en la intendencia de Libertador Gral. San Martín durante una semana, porque el intendente Marcelo Llanos durante mas de una semana se escapo de la localidad; lo que llevó a que la lucha sea mas descarnada, quitando toda mediación política, la defensa del plan de ajuste y desocupación quedo en manos del «poder real», los Blaquier, quienes firmes en sus principios y tradiciones reaccionarias del reclutamiento forzado de las comunidades originarias, la represión a levantamientos indígenas y huelgas, y los apagones del terror que detuvieron a 400 y desaparecieron a 36 compañeros en 1976, se encargaron de alojar y alimentar a las tropas de gendarmería que llegaron de refuerzos, y cargarle combustible a los vehículos de la fuerza represiva.

El lote Paulina, propiedad del ingenio, fue el paradero de las tropas de refuerzo de la gendarmería. O sea que dicha empresa no conforme con mantener desde los 70 un regimiento de gendarmería en inmediaciones del ingenio, puntualmente al lado de las oficinas de campo del ingenio, en el centro del barrio Ledesma, brindaron nuevamente sus instalaciones y presupuesto para la represión contra los trabajadores y el pueblo.

Cuando los piqueteros hicieron marchar para atrás a la Gendarmería

La lucha continuó durante dos días, los jóvenes en los barrios que colindan con la ruta 34 a la altura del puente San Lorenzo-San Francisco y San Lorenzo- resistieron heroicamente, cuando los gendarmes ingresaron a reprimir en los barrios obreros. El 22 de mayo se logró hacer retroceder definitivamente a la gendarmería, ganar nuevamente la ruta 34, y que el gobierno acepte negociar por trabajo genuino para todos los empadronados.

Tal fue la victoria en la lucha de clases de los trabajadores desocupados, que por primera vez en al historia se organizo un desfile en conmemoración al 25 de Mayo sin la presencia de ninguna fuerza armada, y solo desfilaron ovacionados los trabajadores desocupados con sus ondas y pañuelos, llamados «los piqueteros» y las agrupaciones gauchas a caballo.

Así es que el 22 de mayo de 1997, conocida como la «pueblada» de Libertador / Ledesma, junto con la lucha protagonizada por los fogoneros de Plaza Huincul / Cutral Co (1996) y los piqueteros de Tartagal / Mosconi(1997), se inscribe como uno de los acontecimientos que marca el punto mas alto de la lucha de los desocupados, por los elementos de radicalización, autoorganización y autodefensa que estuvieron presentes para lograr hacer retroceder la represión de la gendarmería bajo el gobierno de Menem.

Desvío y pacto social

Lo que va a venir después del 31 de mayo, son meses de levantamiento de los piquetes, negociación en el obispado de Jujuy, con cortes solo llevados adelante por una pequeña vanguardia resistente a levantar, una mayoría de los delegados cooptados por el gobierno, los partidos patronales y la iglesia, y delegados combativos -Pablo Dietrich de Libertador, Héctor Correa de Alto Comedero, José Pintos de Pálpala y Gerardo Navarro de San Pedro- expulsados de la Comisión de Desocupados y Piqueteros de Jujuy y por ende de la negociación con el gobierno.

En este marco se tejió el desvió de la lucha y la aceptación de  la promesa del gobierno de «crear 12.580 puestos de trabajo, 2.020 que tienen que estar disponibles a 15 días del acuerdo, con la remuneración de los programas Trabajar de 200 pesos por 6 meses, y un subsidio de 100 pesos para 2.000 desocupados».

Marcando un cambio de la política del gobierno nacional y provincial, que pasó del garrote a las zanahorias, de la represión abierta a la negociación, inaugurando una política de migajas para los desocupados, que no resolvió la exigencia de resolución del problema estructural del trabajo genuino, bandera del proceso de lucha los piquetes de 1997.

Alberto Matuk, quien en los 70 fue funcionario judicial de la dictadura y luego síndico de la privatización del banco Provincia, asume como ministro de Gobierno, y a un mes del 22 de mayo exige la entrega de los listados de los desocupados empadronados, y va negociando por separado con cada piquete, jugando a dividir la Comisión de Desocupados y Piqueteros de Jujuy y a dilatar la negociación con todos los delegados de los piquetes.

Esta fue la política para desgastar las energías de lucha de los manifestantes que tuvo Ferraro y Menem del PJ, y Matuk fue el hombre que eligió el gobierno para hacer el trabajo sucio, también en aquel entonces.

Al año siguiente, en el mes de noviembre, Ferraro renuncia, lo sucede como interventor Eduardo Fellner, quien hasta entonces solo tenía en su haber una trayectoria como abogado de la empresa Ledesma, ministro de Gobierno del gobierno interventor de Schiaretti en la provincia de Santiago del Estero luego del Santiagueñazo (1993) y una carrera de diputado provincial.

El interventor, erigiéndose por encima de las fracciones intestinas del PJ, con el apoyo de la empresa Ledesma y cerrando un acuerdo de convivencia bipartidista con la UCR de Morales jefe del bloque radical en la Legislatura provincial, luego secretario de Desarrollo Social del gobierno de De La Rua y actual senador, terminó de concretar el desvío de la lucha de clase durante más de una década en la provincia, y abrió una etapa de «paz social» marcado por un pacto social con los movimientos y sindicatos.

La política de Fellner, apoyado en partidas presupuestarias de emergencia del gobierno nacional, fue pactar con los movimientos de desocupados institucionalizados la generalización de los planes sociales (base para el fortalecimiento de la política clientelar del PJ), acordar con las direcciones de los sindicatos estatales el pago tiempo y forma para los trabajadores estatales, para luego aplicar un nuevo ajuste con la cuasi moneda de los bonos provinciales, que devaluaron mucho más el poder adquisitivo del salario de los trabajadores.

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