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Tras haber pasado algunos días en los centros de evacuación, muchos pobladores de Volcán regresaron a lo que quedó de sus casas después del alud del martes pasado. Varios cientos de ellos deambualan por las calles anegadas, se reencuentran con vecinos y recorren las viviendas sin poder creer lo que ven. En medio de la impotencia y la incertidumbre, rechazan las recomendaciones de que se mantengan alejados porque no quieren perder lo poco que les queda.
El gobernador Gerardo Morales envió un mensaje claro: que los damnificados no vuelvan a sus casas, que hay peligro de derrumbes, que se mantengan alejados para facilitar el trabajo de las máquinas que están sacando el barro, y de los rescatistas y voluntarios que realizan tareas en la zona.
Dijo además que habrá que reconstruir desde cero casi la tercera parte de las casas de Volcán, ya que las piedras de gran tamaño que arrastró el alud causaron daños graves en las estructuras.
En el recorrido que hizo junto a la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, el gobernador tuvo que escuchar a los volcanenses que descargaron su bronca e impotencia contra los funcionarios.
Denunciaron que la ayuda no está llegando a todos, que está direccionada, y exigieron respuestas rápidas. «Cuánto tiempo vamos a esperar para que podamos volver a nuestra vida normal», preguntó una señora.
«Acá vienen, recorren, se sacan fotos, comen cosas ricas abajo de un árbol y se van, mientras nosotros ni sabemos dónde vamos a dormir esta noche», se quejó un hombre mayor que no quiere moverse de la puerta de su casa, a pesar de que es imposible entrar por la cantidad de lodo acumulado.
Desde el gobierno dijeron que van a reponer todos los enseres perdidos por el alud, como electrodomésticos y muebles, pero quienes llevan cinco días de desolación necesitan soluciones inmediatas y permanentes. Y se lo hicieron saber a los funcionarios.
