El Índice de Precios al Consumidor del Indec alcanzó en los últimos doce meses 57,3 por ciento, una inflación interanual que no se alcanzaba desde los años previos a la convertibilidad (1991).
La inflación del 3,1 por ciento de mayo, frente a abril, implica una baja en relación a los meses previos, pero todavía está muy por encima del valor mensual que tenía antes de la devaluación del año pasado e incluso de la situación que heredó la actual administración a fines de 2015. En los últimos doce meses, la suba de precios es del 57,3 por ciento, lo cual implica un nuevo récord desde la inflación de 1991. En alimentos y bebidas, los precios acumulan una suba anual del 65 por ciento.
En cinco meses, la suba de precios a nivel minorista es del 19,2 por ciento, lo cual ubica a la inflación esperada para el primer semestre en un nivel bastante similar al que el Gobierno nacional proyectó para todo el 2019 (del 23 por ciento según la Ley de Presupuesto). Para fines de año, el Gobierno habrá vuelto a errarle al cálculo en unos 20 puntos porcentuales.
Después de una desaceleración a fines del año pasado frente a los valores récord de septiembre y octubre (6,5 y 5,4 por ciento, respectivamente), en 2019 la inflación tiene una forma de campana. En enero, los precios se movieron un 2,9 por ciento, luego pasaron al 3,8 en febrero y 4,7 en marzo. En abril, la inflación bajó un poco a 3,4 por ciento y en mayo, 3,1. Si bien los datos de los últimos dos meses implican una desaceleración inflacionaria, el nivel de variación de los precios es todavía muy alto en relación al rango del 1,5 ó 2 por ciento que tenía antes de la devaluación del año pasado y sobre el final del gobierno anterior, previo a la asunción de Mauricio Macri. En la última recta antes de las elecciones presidenciales, el Gobierno apuesta a que al menos no se vuelva a acelerar la inflación. Para lograr ese objetivo, el Ejecutivo cuenta, por un lado, con el ancla cambiaria a través de la libre intervención del Banco Central para controlar al dólar, mientras que por el lado de las tarifas de servicios públicos pospuso todos los aumentos para después de octubre.
El capítulo de alimentos y bebidas subió en mayo un 2,4 por ciento, por debajo del promedio general. En cinco meses, los productos centrales de la alimentación acumulan un alza del 21,6 por ciento y en el último año, del 64,9 por ciento, en ambos casos por arriba de la inflación general. Entre los alimentos que más subieron de precio en mayo está el agua sin gas (30,6 por ciento), yogur firme (13,2), yerba mate (7,8), azúcar (6,8), dulce de leche (6,7), queso sardo (6,5) y manteca (6,4). En cambio, tuvieron caídas de precio el pollo fresco, el filet de merluza, la lechuga y el tomate.
El rubro con mayor aumento en mayo es salud, con el 5,1 por ciento. Parte de ese incremento se explica por la aplicación de un aumento de la cuotas de las empresas de medicina privada según lo aprobado por el Gobierno, del 7,5 por ciento. El Ejecutivo autorizó nuevos aumentos a partir de julio (5,5 por ciento), agosto (6,0) y septiembre (6,0). Por otro lado, los medicamentos vienen ejerciendo una fuerte presión inflacionaria y de deterioro del poder adquisitivo, especialmente el de los adultos mayores. El CEPA midió una inflación en medicamentos del 67 por ciento en el último año y del 297 por ciento desde mayo de 2015. Entre los remedios que más se encarecieron están los destinados a las afecciones cardíacas. Según fuentes del sindicato de farmacéuticos, hay una caída del 12 por ciento en el consumo de remedios.
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