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La familia de Romina Aramayo, la joven violada y asesinada, cuyo cuerpo fue hallado el pasado 10 de abril, convoca a una marcha para pedir justicia que se realizará este miércoles a las 10 de la mañana frente al juzgado ubicado en la calle Urquiza al 200, en San Salvador de Jujuy. En diálogo con El Submarino, el padre de Romina, Juan Aramayo, aseguró que el crimen de su hija se relaciona con actividades ilegales de un cabaret de Alto Comedero, donde la joven solía trabajar.
Juan Aramayo y su familia no descansan para que la justicia avance en la investigación del crimen de Romina. En ese camino, van tejiendo una historia tenebrosa que involucra a un local bailable de la zona de Alto Comedero, el Wolf Night Club, en el que la joven trabajó hasta comienzos de este año.
«La última vez que fuimos al juzgado no había ningún avance, nada de nada», asegura Aramayo, y aclara: «Pero nosotros no nos quedamos con los brazos cruzados. Yo, a pesar de estar trasplantado del corazón, viajé a Buenos Aires y a Tucumán llevando la parte del expediente que yo tengo para que lo revisara la fundación de Lucha contra la Explotación y Trata de Personas. Sus abogados se convirtieron en abogados patrocinadores de nuestros abogados, que son María Eugenia Di Prieto y Alejandro Gurrieri».
Leyendo la parte del expediente al que tuvo acceso, hablando con amigos y conocidos de su hija, Aramayo reconstruye una historia que no elude a pesar del dolor: «Para mí hay una hipótesis, viendo la parte que nos entregaron del expedientes, después de averiguaciones y con los testimonios del expediente. Todo estaría centrado en el Wolf Night Club de Alto Comedero, donde mi hija solía trabajar».
-¿El cabaret?
-Sí, tengo que decir con la mano en el corazón que ella trabajaba ahí desde el año pasado. En un momento dejó de ir, en enero. Entabló otra vez su relación con el marido y tenía toda la intención de hacer una vida matrimonial, común y corriente. Bien para nosotros, la familia. Pero de pronto, según la versión de las cuñadas, Romina empezó a recibir llamadas, dos o tres días antes de venir aquí, algunas que podrían haber sido amenazantes. Entonces ella decidió venir a Jujuy. Dijo que tenía que venir a cobrar a un arquitecto que le iba a dar 15 mil pesos. Conociéndola, sabíamos que era mentira. Era algo inventado.
-¿Qué creen que sucedió el día que desapareció Romina?
-Ella fue al Wolf, que está frente a la Penitenciaría, con su amiga Jesica Pantoja, entró, la atendieron y esa madrugada se retiró y fue al hotel de la zona de la terminal con la amiga. Y mi hija salió después con el mismo pretexto del arquitecto, dice la amiga. Previo a esto, a ella la llaman del hotel Palace. Y hay mensajes previos también. Salió y alrededor de las 13 horas para nosotros desapareció. La última llamada es la del Palace.
-¿Usted le dijo todo esto al fiscal o al juez?
-Aquí lamentablemente tengo que decir que lo curioso es que dieron declaración el encargado del Wolf, no el dueño. Este señor Diego Martín Alemán dijo que conocía a mi hija desde hacía hace un año. Él es el encargado de la plata, de los contratos, pero dice que desconoce a los que anotan, a los otros integrantes del Wolf. Eso es extraño, por lo menos conocer los apodos.
-¿Y el fiscal o el juez no avanzaron en la investigación?
-Para nosotros siguen buscando pistas, pero las pistas están ahí. En síntesis, ella quiso extorsionar a alguien porque vio algo, el año pasado o antes. Ella sabía algo.
-Usted hace un relato muy seguro, pero la justicia no hace nada. ¿Sus abogados hicieron alguna presentación con todo esto?
-Como ahora estamos de feria, no hablamos últimamente. Pero las pistas están ahí. Ahora, si buscan a un perejil, yo no les creo. Porque estos se manejan con gente de alto poder adquisitivo, con camioneta propia, y eligieron un lugar estratégico para hacer desparecer a mi hija. Eso le digo. Y otra cosa: el Wolf Night Club fue clausurado en el 2012, y por esa situación hay una persona procesada por abuso y explotación. Esto que se sepa. Yo vi los papeles en Tucumán a través de los abogados que me ayudan. No solo nosotros manejamos esta información; yo creo que en Jujuy hay varios testimonios desgarradores acerca de este lugar, pero nadie se anima a declarar. Justamente, uno de los últimos relatos, nos enteramos que m i hija tenía un amigo que ella llevó a trabajar al Wolf, llamado Quipildor, que dijo que vio cómo sacaban a una persona a los golpes, dos patovicas. Al ver este muchacho esa situación, él tuvo piedad por el hombre y no quiso usar la violencia. Y al otro día lo despidieron. Y hay otro testimonio de Ale Martínez, que cuenta cómo se manejan en este lugar. Eso está en el expediente.
Juan Aramayo no solo espera que la justicia haga su trabajo. También reclama que el poder político de Jujuy se ocupe del tema: «El señor gobernador tenía orden estricta del ministro Florencio Randazzo cuando vino acá, que habló con mi hermana, para que se ocupe de este crimen. Y yo veo que no está haciendo. Al contrario, está inaugurando obras en el Servicio Penitenciario para darle comodidad a los delincuentes y asesinos, en lugar de poner cámaras que filmen, no que estén de figuritas, porque las que están no filman. Eso está también en el expediente».
«Estamos cansados de que no haya nada. Dicen que están buscando pistas, pero con los llamados y los mensajes ya tendría que haber un detenido», afirma, y asevera: «Porque además mi hija tenía fiestitas, bailecitos con gente de la policía, con policías importantes. Wolf y la Penitenciaría, que está enfrente, van de la mano».
