El Comando Radioeléctrico: Punto Neurálgico del Terrorismo de Estado en Jujuy

Por Rodrigo Zapana y Esteban Mayorga (Para H.I.J.O.S Jujuy)

El pasado jueves, se llevó a cabo, la 47°audiencia del sexto juicio por crímenes de lesa humanidad cometidos en la provincia de Jujuy durante la última dictadura militar. En esa jornada, que se realizó en la sede del Tribunal Oral Federal N°1 de Jujuy, testimoniaron los ex policías provinciales: Carlos Alberto Subelza, Carlos Roberto Venencia, Hugo Alfredo Romero, Luis Carlos Vera y Hugo César Villafañe.

La próxima audiencia del presente sexto juicio tendrá lugar el próximo jueves 31 de octubre a partir de las 8:30 de la mañana en el edificio judicial federal.

Testificarán Eduardo Tapia, Carlos Martín Tolaba, Carlos Ignacio Tolay, Gerardo Francisco Torres y Calixto Urzagasti. Las audiencias son orales y públicas por lo que se puede participar presentando únicamente el documento nacional de identidad.

“Nos decían que iban a Guerrero. Nunca más vi a esa gente…”

El primer testigo en declarar fue Carlos Alberto Subelza, era técnico mecanógrafo y entró a trabajar en el año 1976 durante 6 años como agente en la policía de la provincia de Jujuy, en el Centro Clandestino de Detención (CCD) Comando Radioeléctrico, allí sus jefes eran el comisario Ernesto Jaig y Damián Vilte, quienes le daban órdenes a través de los oficiales Armando Raúl Claros y Hugo Armando Ruiz, actualmente imputados en esta causa.

Acerca de lo que hacía en la policía Subelza contó: “En el Comando Radioeléctrico trabajaba 24 por 24 horas con Díaz y Avendaño, tenía que barrer, limpiar, ir a dejar papeles, a veces preparaba mate cebado para los jefes, teníamos órdenes de servicio pre establecidas”.

Luego se le preguntó por los presos políticos y dijo: “Los detenidos estaban alojados en la alcaldía, había de todo tipo, nosotros le dábamos de comer, no recibían visitas y luego pasaban por antecedentes donde le pintaban los dedos y eran liberados”, esto en referencia a los presos comunes.

Pero cuando se le solicitó que hablara puntualmente de los presos políticos, afirmó: “Los militares los traían del interior, a veces también de Tucumán, luego eran trasladados durante la madrugada hacia Guerrero, tocaban bocina desde la calle y estaban vendados, pero no sabíamos de esas cosas, no nos hacían participar en eso, los encargados eran del ejército y los jefes de la policía, yo solo abría el portón. Nunca más vi a esa gente”.

Frente a la pregunta de la abogada querellante de H.I.J.O.S Jujuy, María José Castillo, sobre si se registraban dichos traslados, el ex policía manifestó que había un cuaderno de novedades donde registraban los traslados. Pero negó en su relato, el maltrato y el mal estado de los presos políticos llegando a decir que tenían acceso a higienizarse, a comer y beber, cuando por numerosos testimonios de ex presos políticos pudimos saber que era todo lo contrario.

Consultado por el denominado grupo de los “Adivinos” que Subelza había identificado como un grupo perteneciente a la patota de investigaciones del Comando Radioeléctrico, que vestidos de civil se dedicaban a hacer espionajes ilegales, el testigo narró: “Les decían adivinos, eran 4, uno era Avelino Cayón, otro de apellido Alberto, García y Ruiz, y trabajaban juntos en investigaciones e ingresaban por las puertas de calle Belgrano, tenían su oficina a mano derecha. Trabajaban vestidos de civil y se manejaban en un auto Ford Falcón color gris, entraban y salían de la policía cuando querían, no tenían que cumplir horarios, les decíamos los adivinos, porque trabajaban en tareas de inteligencia, nosotros los agentes trabajábamos uniformados con cabello corto y debíamos cumplir horarios, nuestro ingreso era por calle Alvear”.

“Los militares entraban y salían de la policía con vestimenta verde, no podíamos intercambiar palabras”

El segundo testigo en declarar fue, trabajó como agente de radio patrulla en el Comando Radioeléctrico durante el año 1976, allí su jefe era el comisario Ernesto Jaig y Damián Vilte, en esa institución cumplía 24 horas de guardia por 24 horas descanso.

Debido a la pregunta del cuerpo de fiscales sobre su trabajo, mencionó que el cambio de guardia lo hacían en la Plaza de Armas, para posteriormente ser destinados a los distintos barrios de la ciudad de San Salvador de Jujuy y acerca de las órdenes que debía cumplir contó que Jaig y Vilte se las transmitían por medio de los oficiales David Augusto Vázquez y Cardozo, del cual no recordó el nombre.

Venencia detalló que los oficiales debían estar a cargo del servicio de guardia y controlar al personal subalterno: “Nosotros estábamos a las órdenes de ellos, nos mandaban a detener presos comunes y los llevábamos a la alcaldía, luego eran llevados a antecedentes y recuperaban la libertad”, expuso.

Acerca de la pregunta de la fiscal Marina Cura sobre el área restringida, el ex policía indicó: “No podía entrar cualquiera ahí porque estaban los oficiales Juan Carlos Baca y los jefes, y no se podían contradecir las órdenes, ahí se trabajaba con las radios y comunicaciones a todas las localidades de la provincia como Humahuaca, La Quiaca, también se informaba sobre los destinos de comisarías de los detenidos porque no podíamos trasladarlos a cualquier comisaría”, luego aclaró que no trasladaba presos al penal de Gorriti porque de eso se encargaba el servicio penitenciario.

Guerrero: “se comentaba que había personas detenidas a disposición del Poder Ejecutivo Nacional”

El tercer testigo fue Hugo Alfredo Romero, ingresó a trabajar en la policía de la provincia de Jujuy en enero de 1976, desempeño tareas en el Comando Radioeléctrico, donde funcionaba un Centro Clandestino de Detención (CCD), como radioperador y en algunas ocasiones trabajaba en los patrulleros.

Había egresado hace un mes de la escuela de policía con el título de oficial y estaba aprendiendo cómo se transmitían los mensajes a través del sistema de radio operación y cómo controlar al personal subalterno, en esas áreas el imputado Juan Carlos Baca (fallecido) era el encargado de instruirlo.

Sobre su desempeño en el Comando Radioeléctrico, el testigo aclaró que la función del oficial es recibir las denuncias e investigar las causas y hacer control del personal, y que cuando faltaban oficiales en radio patrulla, él debía asistir circunstancialmente a cubrir el puesto, los cambios de relevo eran a las 8 de la mañana y automáticamente salían a patrullar.

Cuando se le preguntó sobre los presos políticos del año 1976, explicó que evitaba saber de los mismos porque ese tipo información la manejaban los jefes, solo se limitó a decir que eran presos a disposición del Poder Ejecutivo Nacional y que estaban confinados en un lugar al fondo, al lado del cuerpo de radiopatrulla (en el ingreso por calle Alvear).

Sobre los imputados en la causa conoció a varios y al respecto sostuvo: “Hugo Armando Ruiz trabajaba en el Regimiento de Infantería de Montaña 20. Armando Raúl Claros era oficial de radio patrulla. Pedro Ríos lo conocí porque lo fui a reemplazar en el año 1994 cuando era jefe en la localidad de Yuto. Carlos Humberto Cachambe y yo éramos cadetes en la escuela de policía, luego lo enviaron a cumplir funciones a la zona del ramal. José Américo Lezcano era jefe del cuerpo de cadetes en la escuela de policía en el año 1975 y luego lo trasladaron a la zona del ramal. Juan Carlos Jones Tamayo era jefe de operaciones del Regimiento de Infantería de Montaña 20. Juan Carlos Baca era oficial en el servicio de radio operación”.

Ademas dijo que el represor Rafael Mariano Braga se reunía en el Comando Radioeléctrico con el comisario Ernesto Jaig, lo describió como: “Una persona de tez blanca, tenía una cicatriz en el rostro, rengueaba y medía 1,80”.

Ante la pregunta de María José Castillo sobre un militar de apellido Barilleau, el ex oficial dijo que era un capitán del ejército que se lo nombraba seguido y en una ocasión lo tuvo que atender en el Comando Radioeléctrico porque pidió hablar con el jefe de policía Ernesto Jaig.

En el año 1978 fue enviado por Ernesto Jaig a cumplir funciones en el Regimiento de Infantería de Montaña 20, en el Área 323, “Había tres oficinas, una era del teniente Eduardo Bulgheroni, otra de nosotros los escribientes y la tercera del capitán Jones Tamayo”. Allí fue a cumplir tareas en reemplazo del imputado en esta causa, Hugo Armando Ruiz, que para ese momento se encontraba realizando tareas en el Ministerio del Interior en Buenos Aires.

Por aquel entonces la comunicación e intercambio de mensajes y radiogramas entre el RIM 20 y la Brigada Quinta de Infantería con asiento en Tucumán era incesante, todos los radiogramas estaban dirigidos al jefe del ejército de Tucumán, el que tenía acceso a todos los legajos restringidos que trataban sobre órdenes de liberación, cantidad de personas detenidas, operativos represivos.

Lo absurdo: “Nosotros teníamos que trabajar de civil, no sé bien por qué”

La cuarta persona en testificar fue Luis Carlos Vera, quien declaró haber ingresado a las filas policiales en el mes de septiembre de 1976, meses después del trágico golpe de Estado perpetrado el día 24 de marzo del mismo año.

De entre todos los imputados en la causa, Vera solo admitió haber conocido al oficial Armando Raúl Claros, con quien entró en contacto luego de su ingreso al Centro de Operaciones Policiales (COP) emplazado en el edificio de la Central de Policía de la provincia de Jujuy, lugar en el cual también operaba el Centro Clandestino de Detención (CCD) Comando Radioeléctrico, donde se torturaba y se mantenían confinadas a decenas de personas por motivos políticos.

Vera afirmó: “Mi función en aquel lugar era solamente patrullar en un vehículo recorriendo las calles, el centro y los barrios, buscando a personas que se estaban investigando por delitos comunes. Mis compañeros fueron Andrés Cayón y Luis Rodríguez y mi jefe fue el comisario Ernesto Jaig”, indicó.

Según lo vertido por el testigo, el genocida Ernesto Jaig le dirigía sus órdenes de forma directa o a través de su segundo al mando, el sub comisario Damián Vilte. “Yo llegaba a la central y junto a mis compañeros salíamos en nuestro vehículo asignado a realizar los patrullajes, teníamos una radio en el vehículo con la cual comunicábamos cualquier novedad a la central de policías y nos recepcionaban en el comando radioeléctrico”, detalló.

Sin embargo, un dato en particular llamó la atención de la fiscalía, el testigo declaró que durante sus recorridos habituales no empleaban un patrullero normal, sino un automóvil particular. “Yo siempre trabajé sobre el mismo vehículo, un Ford Falcon color amarillo, teníamos como nombre clave ‘X-2’. El auto era de la policía, pero nosotros teníamos que trabajar de civil, no sé bien porqué, pero por eso el auto no tenía identificación policial”, argumentó ante el Tribunal.

Se sabe por datos que aportaron familiares de desaparecidos, y también sobrevivientes del terrorismo de Estado de Jujuy, que ese era uno de los vehículos que se utilizaba para llevar adelante los secuestros de las víctimas.

Villafañe: Solo un simple escribiente

Por último, declaró Hugo César Villafañe, quien al inicio de su testimonio aseguró haber conocido al imputado en la causa y recientemente fallecido Juan Carlos Baca. Villafañe indicó que ingresó a la policía de la provincia de Jujuy en el año 1975 y que desde entonces se desempeñó en el Centro de Operaciones Policiales (COP).

“Mi trabajo era confeccionar las llamadas órdenes del día y órdenes de operaciones. Redactaba las distintas tareas que debían realizar los distintos sectores de la policía de la provincia, por ejemplo: El dispositivo de seguridad que se debía desplegar durante el mes de octubre para las celebraciones de la virgen de río blanco, o la presencia policial necesaria para algún evento deportivo, etc.”, sostuvo el testigo.

Posteriormente se desvinculó de toda tarea relacionada a labores de inteligencia y persecución, al afirmar: “Mi trabajo no incluía redactar las tareas y órdenes de investigación que la policía llevaba adelante”. Aunque inevitablemente se vio relacionado a dos conocidos represores cuando mencionó en primer lugar al oficial principal de la policía Basilio Flores como su jefe inmediato, y al genocida, comisario Ernesto Jaig a quien señaló como el jefe de todo el departamento en el cual se desempeñaba.

Sin embargo, el testimonio de Hugo César Villafañe fue más reducido de lo esperado, debido a sus constantes respuestas evasiva que impidieron profundizar aún más en sus labores y actividades realizadas durante los años que sirvió dentro del COP (Central de Operaciones Policiales).

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