Por Marta Vasallo. “Para entender a Milagro Sala y a los tupaqueros hay que entender la chispa anarquista que tenía Evita… Muchos cargos que se le hacen a Milagro se deben a su desprecio por la burocracia y el papeleo, ella vive en la urgencia”. Son algunas de las consideraciones de Alicia Dujovne Ortiz en la presentación de su libro Milagro en la 44 Feria Internacional del Libro en Buenos Aires el 8 de mayo último. La particularidad de la autora es que pertenece al establishment cultural argentino consagrado por el diario La Nación, y al mismo tiempo es autora de investigaciones sobre Eva Perón: Eva PerónLa biografía, en 1995 y de Milagro Sala ahora, dos personajes irritantes para ese establishment. Residente en Francia desde 1978, viajó a Jujuy para saber quién era Milagro Sala.
La presentación del libro editado en español por la editorial Marea y en francés por Edition des Femmes, estuvo a cargo de los escritores Mempo Giardinelli y Luisa Valenzuela. Uno y otra insistieron en la calidad de buena cronista de Dujovne Ortiz y en su abordaje indagador: en efecto, no parte de una idea previa sobre el personaje al que quiere desentrañar, no hace un retrato glorificador ni idealizado de la controvertida líder de la Tupac Amaru. Confiesa: “Ya la quiero, pero a mi casa no me la llevaría”. Pero termina revelando su inequívoca y al mismo tiempo desconcertante solidaridad con ella, que significa una implacable delación de la cooptación del poder judicial por el ejecutivo tanto a nivel de la provincia de Jujuy como a nivel nacional. “Milagro Sala es símbolo del cambio envenenado con que fue engañada la sociedad”, dijo Giardinelli. “Alicia sabe absorber los claroscuros de la historia”, describió Valenzuela, y también: “Milagro hizo todo lo posible para que la clase media la odiara”.
La raíz del odio, no se le escapa a la autora del libro, es “haber llevado la negrada al centro de la ciudad, haber arrancado a los marginales de la droga dándoles empleo, y devolviéndoles la identidad que habían perdido”; en efecto, Milagro Sala hizo su revolución con adolescentes drogadictos, mujeres golpeadas, madres adolescentes…
Dujovne Ortiz aprovecha la oportunidad para denunciar los malos tratos a que Milagro Sala y sus compañeras de prisión fueron y son sometidas por las carceleras, serviles ante ella, torturadoras cuando quedan a solas con las presas: golpes, patadas, privación de sueño, privación de intimidad… situaciones de las que las presas no hablan por miedo.
La falta de diplomacia de Milagro Sala, esa “Evita negra”, esa “bruja moderna” – según Dujovne Ortiz es lo que la diferencia de la astucia de conversa de Teresa de Avila, que la salvó de la hoguera – se reitera en el curso de la presentación con toda su ambivalencia: está relacionada con el ensañamiento actual contra ella, pero al mismo tiempo es uno de los rasgos que atrae y encandila a la autora. A los 78 años Dujovne Ortiz abandonó su casa en Les Caveaux, a dos horas de París, para llegar a Jujuy y encarar a “la indiecita de 1 metro y medio”, una asesina y ladrona para unos, una liberadora para otros; “para ver qué significado ha tenido esa revolución de pobres de verdad, de carne y hueso, no de libro, una autenticidad llena de violentos claroscuros ante la que me saco el sombrero”.
Dujovne Ortiz miraba con evidente beneplácito el público que la escuchaba, entre quienes destacaban los integrantes del Comité por la libertad de Milagro que levantaban las fotos de los tupaqueros presos y de todos los presxs políticxs del país. Para Francia, dijo, la Argentina no existe. Pero ella cuenta la historia de Milagro Sala en librerías, invitada por grupos feministas, en escuelas secundarias. En una de esas escuelas, los alumnos, hijos de viñateros ricos,le escribieron una carta a Milagro. “Tienes una maravillosa idea revolucionaria, que admiramos. Milagro, no estás sola”.