Todos los 1° de marzo, el presidente o presidenta de la Nación debe prestar un discurso ante la Asamblea Legislativa –el órgano constitucional que reúne a las dos cámaras parlamentarias–, para dar comienzo al período de sesiones ordinarias del Congreso Nacional, el cual se extiende hasta el 30 de noviembre.
La Constitución Nacional establece, en el artículo 75 que el titular del Poder Ejecutivo tiene el deber, por única vez en el año, de asistir al Parlamento e inaugurar la etapa de sesiones ordinarias (que son las sesiones regulares del organismo). Asimismo, le corresponde expresar un mensaje en el que de cuenta «del estado de la Nación»; «de las reformas prometidas» y de la «puesta en discusión de los temas que, a su consideración, sean necesarios y convenientes” para el bienestar del país.
La apertura de las sesiones ordinarias es para la Argentina, el momento en que se pone formalmente en marcha la actividad en el Congreso de la Nación. Es un acto que este año cumple 161 años, habiéndose realizado por primera vez en 1862, después de 30 años de conflictos y gobiernos descentralizados. Se desarrolla cada 1º de marzo, desde la entrada en vigor de la Constitución Nacional definida en 1994, bajo mandato de Carlos Menem.
Antes de la última reforma, como se reseña en la página web oficial de la Cámara de Diputados, la inauguración del período ordinario se realizaba recién el 1º de mayo, dado que el Congreso funcionaba desde esa fecha hasta el 30 de septiembre (actualmente es se extienden hasta el 30 de noviembre).
Participación presidencial
No existe, en los últimos 40 años de democracia, ningún registro de un presidente de la Nación que no haya asistido un 1º de marzo, ni tampoco lo hay de ningún 1° de mayo antes de 1995.
Según se apunta en los archivos, el presidente de la Nación que más cantidad de veces hizo la apertura de las sesiones ordinarias fue Julio Argentino Roca, en 12 ocasiones. En segundo lugar está Juan Domingo Perón, con 11 inauguraciones; Carlos Menem con 10, e Hipólito Yrigoyen y Cristina Fernández de Kirchner, con 8 cada uno.
La diferencia entre Fernández de Kirchner e Yrigoyen es que las aperturas de la primera se caracterizaron por largos y encendidos discursos presenciales, mientras que Yrigoyen siempre hizo las aperturas enviando su mensaje por escrito, sin apersonarse en el Congreso.
Por Mariano Fuchila, en Ámbito