Por Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS). El lunes 23 de enero comenzó una campaña de agresiones constantes contra el CELS. Como parte de un ataque coordinado en redes sociales contra los movimientos feministas y de derechos humanos, se nos atribuye una posición falsa sobre el homicidio de Lucio Dupuy. Medios de comunicación, periodistas y legisladores replican la mentira.
Atravesamos una campaña de agresiones coordinadas contra el CELS que lleva cuatro días sin detenerse. Se nos atribuye, a la organización y a Paula Litvachky en su rol de directora, una posición que nunca escribimos, ya que nunca emitimos ninguna opinión sobre el juicio por el homicidio del niño Lucio Dupuy.
Al parecer, hay una campaña en curso para radicalizar un ataque a los feminismos y al movimiento de derechos humanos tergiversando nuestras posiciones, de manera sensacionalista y agresiva.
— CELS (@CELS_Argentina) January 24, 2023
Los discursos falsos y violentos que involucran al CELS comenzaron a circular el lunes 23 de enero.
El programa “La Cruel Verdad” del canal América 24 nos atribuyó una opinión sobre el homicidio de Lucio Dupuy que no tuvimos: utilizaron una serie de notas publicadas en LatFem.org, el 29 de enero de 2021, sin ninguna conexión con el tema, en la que distintas referentes, especialistas en justicia y feminismos, responden la pregunta “¿De qué hablamos cuando decimos reforma judicial transfeminista?”
En esa publicación, Paula Litvachky, directora del CELS, dijo esto:
“La pregunta por la reforma judicial feminista tiene varias capas de respuesta. Creo que lo primero es salir de una mirada meramente institucionalista de la idea de reforma. No se trata únicamente de dos o tres ajustes al sistema actual, ni de lograr que más mujeres ocupen lugares judiciales. Esto puede ser importante pero no conduce necesariamente a un cambio de lógica de respuesta judicial. La pregunta es fundamentalmente política. Estos cambios vendrán también del reclamo que se consiga organizar con otres colectivos que demandan también cambios profundos. Demandas sociales, por un lado, y nuevas formas de defenderse y demandar judicialmente por consideración y reconocimiento. El activismo judicial feminista interseccional (por ponerle un nombre) ha venido haciendo un surco que muestra cuán lejos está el sistema judicial de dar una respuesta reparadora de las injusticias y cuán presentes están los prejuicios, el clasismo, el racismo y el machismo en las formas jurídicas, en las interpretaciones que hacen de estas categorías, en los tiempos de la burocracia judicial, en la formas de escucha y en las decisiones de política judicial. El sistema judicial procesa conflictos, reclamos, disputas de distribución y reconocimiento. Las reformas judiciales que se necesitan (en plural) tienen que estar orientadas a trabajar sobre este diagnóstico. Reformas procesales, planes de acceso a la justicia, cambios en la integración de la estructura judicial, repensar las respuestas para encontrar formas de reparación que no profundicen las desigualdades. Y, por último, la pregunta sobre la representación. Les fiscales, por ejemplo, representan los intereses de la sociedad. ¿Pero qué intereses y qué sociedad? Las discusiones sobre el ministerio público, sobre el acceso a la justicia y las defensas públicas debieran estar atravesadas también por discusiones sobre esta representación, sobre cómo visibilizar a quienes reclaman e intentan visibilizar formas particulares de violencia, desigualad o discriminación.”
En esa misma publicación otra organización, entre una serie de propuestas para una reforma judicial transfeminista, incluyó que se revisaran “los procesos judiciales donde se han condenado mujeres cis, personas trans, lesbianas, no binaries acusadas de homicidio agravado por el vínculo sin haber tomado en cuenta el atenuante de no haber podido acceder en tiempo y forma al IVE (Acceso a la Interrupción Voluntaria del Embarazo).”
Esta propuesta se refería a personas que habían abortado y que habían sido condenadas por homicidio.
Ni Paula ni el CELS emitimos opinión sobre la muerte de Lucio Dupuy, que nos entristece y que muestra que se necesitan políticas activas de protección de la niñez. No dudamos que Lucio estuvo desprotegido y que necesitó una presencia estatal que no tuvo.
Hoy @LANACION se sumó a esta campaña con su editorial afirmando que pedimos la absolución de las acusadas de matar al niño Lucio Dupuy.
Eso es directamente una mentira.
Le pedimos al diario que lo rectifique. https://t.co/T96Z3anImh— CELS (@CELS_Argentina) January 27, 2023
En nuestras redes aclaramos que la información emitida en A24 era falsa. El conductor del programa la desmintió al día siguiente. Más allá de esta desmentida, se armó una campaña de desprestigio en redes con mensajes sincronizados y reiterados que mienten. Buscan instalar que defendemos y justificamos a las mujeres que mataron a Lucio. Referentes públicos de la extrema derecha, como periodistas y legisladores, replicaron lo construido en redes sin chequear y generaron mayor difusión de esa mentira. Son parte de una campaña coordinada que busca tergiversar posiciones para dañar a los movimientos feministas y de derechos humanos.
Lo más grave ocurrió el viernes 27 de enero: el diario La Nación en sus ediciones en papel y digital se sumó a esta campaña con la editorial “La violencia no tiene género”, afirmando que pedimos la absolución de las acusadas de matar al niño Lucio Dupuy.
Eso es una mentira que podrían haber chequeado fácilmente con leer nuestra desmentida en las redes publicada el martes 24 de enero. Le pedimos al diario que lo rectifique.
Para evitar que la violencia se propague en nuestros canales, decidimos suspender la interacción en los perfiles del CELS. Pero el hostigamiento sigue. La viralización de los discursos en nuestra contra provocó que recibamos muestras de solidaridad y también genuinas consultas acerca de si es cierto lo que se difunde sobre el CELS.
Esto que atravesamos estos días nos preocupa y nos llena de interrogantes para conversar entre todes. El intento de amedrentar no puede imponerse como forma predominante de habitar los espacios públicos digitales. Estas prácticas buscan atacar las ideas y anular los debates. Necesitamos reconstruir espacios de comunicación en los que podamos intercambiar posiciones sin hostigamiento.