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Cambio para atrás: autorizan el uso del electroshock en enfermedades mentales

electroshockEn su primera resolución, que lleva el número 000001, la Secretaría de Salud Mental de la provincia autorizó el uso de la terapia de electroshock, lo que va en contra de la postura en la que coinciden profesionales de diversas áreas y, sobre todo, de las conclusiones del Órgano Revisor de la Ley Nacional de Salud Mental, que ya en 2014 desaconsejó su aplicación por considerarla una de las «vulneraciones a los derechos humanos». Este lunes ingresará un pedido de informes en la Comisión de Salud de la Legislatura provincial. 

La resolución con la que estrenó su cargo el secretario de Salud Mental y Adicciones de la provincia, José Manzur, autoriza la implementación de la Terapia Electroconvulsiva (TEC), en contrario del paradigma con el que se venía trabajando en la gestión anterior, tanto a nivel provincial como nacional, que toma estas cuestiones con una avanzada perspectiva de derechos humanos. 

En las argumentaciones para habilitar el uso del electroshock, la Secretaría de Salud Mental y Adicciones menciona el acuerdo del Hospital Dr. Néstor Sequeiros, recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Guías de Práctica Clínica y al Instrumento de Calidad y Derechos de la OMS, respecto de las condiciones en que debe realizarse en la provincia.

Sin embargo, el uso de esta terapia genera controversias por parte de profesionales y equipos que trabajan con personas que padecen patologías mentales, lo que desnuda diferentes modos de abordar problemáticas que no implican solo un aspecto científico sino también, y sobre todo, sociales y humanos.

La TEC consiste en la aplicación de descargas eléctricas sobre el cerebro a fin de provocar convulsiones. Quienes se oponen a su uso alegan que se trata de una práctica nacida en la década de 1930, un tiempo en el que no existían los fármacos antipsicóticos. Quienes la defienden se apoyan en recomendaciones referidas a ciertas condiciones, tales como su utilziación solo con anestesia general y consentimiento informado del paciente.

La Ley de Salud Mental aprobada por el Congreso Nacional en 2010 determinó la creación de un Órgano de Revisión que realizó un extenso y profundo relevamiento de la situación de ese servicio en todo el país. En su informe final, emitido en 2014, aconsejó la prohibición del uso de la TEC, entre otras prácticas. Textualmente, señalaba: «Celdas de aislamiento. Electroshock. Niños contenidos física y médicamente. Internaciones de años, sin revisión. Estas fueron algunas de las situaciones de mayor gravedad relevadas en instituciones públicas y privadas de Salud Mental (…) durante el primer semestre de 2014. Su intervención logró visibilizar e impulsar el cese de estas vulneraciones a los derechos humanos de los usuarios de estos servicios».

La misma norma recomendaba la creación de Órganos de Revisión similares en las provincias, algo que en Jujuy  no llegó a concretarse. Sin embargo, la anterior gestión de Salud tomó el espíritu y paradigma de la legislación nacional como líneas para diseñar las políticas públicas para el sector. 

Frente a la firma de la Resolución de la Secretaría de Salud Mental que ahora vuelve a habilitar esta práctica en la provincia de Jujuy, surgieron numerosas tomas de posición en contrario.

El Colegio de Psicólogos de Jujuy envió una nota al secretario José Manzur pidiéndole una audiencia con carácter de urgente para tratar el tema. En el escrito, reclaman que se dé participación a los distintos sectores y profesiones que trabajan en Salud Mental, «considerando que es una resolución que va en contra del espíritu de la Ley de Salud Mental 26.657». 

Dicen además que «el actual paradigma de Salud Mental sostiene que este abordaje terapéutico no puede ser pensado como un método o tratamiento aceptable para el abordaje de afecciones vinculadas a la salud mental, considerando que en la actualidad se ha visto claramente superado por prácticas de carácter menos restrictivo e invasivo, que es deseable se sigan instrumentando a partir de un enfoque de derechos humanos». 

«Consideramos que hay otras prioridades en lo que respecta a Salud Mental para que esta decisión salga como la primera Resolución y sin la posibilidad de un trabajo conjunto -agregan más adelante-. Sostenemos que los esfuerzos para la intervención en Salud Mental deben tener en cuenta la complejidad del psiquismo del ser humano, el cual no se reduce a cuestiones orgánicas, sino que está atravesado fundamentalmente por construcciones subjetivas y culturales». 

Por el lado de la política, la presidenta de la Comisión de Salud de la Legislatura, la diputada Patricia Armella (PJ), se dispone a ocuparse del tema. Para este lunes está prevista la presentación de un pedido de informes en el seno de esa comisión, para involucrar a los legisladores en el debate y abrir la participación de los sectores involucrados en el tratamiento de estas patologías.  

El electroshock

La Tearapia Electroconvulsica (TEC), tal el nombre técnico del electroshock, consiste en la activación de las neuronas mediante un campo eléctrico, a través del paso de corriente por el cerebro durante varios segundos.

De este modo, se produce una crisis epiléptica parcial, lo que hace que las neuronas liberen mediadores y factores tróficos, que originan la creación de nuevas neuronas en el hipocampo. 

Actualmente el electroshock se aplica en un quirófano y con anestesia general, previa realización de una serie de análisis para evaluar la condición general del paciente. 

La convulsión que provoca es similar a la provocada por la epilepsia, con aparición de apnea y en ocasiones por pérdida de orina, semen y heces. El ataque es seguido de un coma del cual el paciente despierta confundido, desorientación que puede durar desde cinco minutos hasta más de media hora.

Las sesiones son por las mañanas, en ayunas, ya que las convulsiones haría expulsar la comida, con los consiguientes riesgos. Los pacientes que presentan náuseas con facilidad, se medican con atropina.

Una de las secuelas más notorias del electroshock es la pérdida de memoria. El paciente tiene problemas para recordar hechos del período en que se estuvo en tratamiento y siente además confusión. Por otra parte, las convulsiones repetidas pueden producir otros síntomas negativos, como problemáticas emocionales, angustia, etc.

Y no solo eso: el cerebro puede recibir daños como hemorragias, edemas, dilatación de los espacios perivasculares, fibrosis, gliosis e incluso destrucción.

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