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Por Ailín Bullentini, en Página/12. El Tribunal Oral en lo Criminal federal número 3 de la Ciudad de Buenos Aires condenó al genocida Santiago Riveros a 45 años de prisión por los secuestros y las torturas que sufrieron 11 mujeres embarazadas durante la última dictadura cívico militar en Campo de Mayo y el robo de sus hijos e hijas nacidos en la maternidad clandestina que allí funcionó entonces.
Los jueces Javier Ríos, Andrés Basso y Adriana Palliotti absolvieron, en tanto, al médico Raúl Martín, quien estuvo a cargo del centro de salud donde sucedieron los crímenes de lesa humanidad bajo análisis en el debate. Para Martín, la querella de Abuelas de Plaza de Mayo había solicitado la pena de 30 años de cárcel.
Riveros estuvo a cargo de Campo de Mayo durante la dictadura militar, donde funcionó una maternidad clandestina. Se lo halló culpable, en calidad de autor, de la apropiación y retención de los bebés de Beatriz Recchia de García, María Teresa Trotta, Rosa Luján Taranto de Altamiranda, Celina Amalia Galeano, Paula Elena Ogando, María Cristina Cournour de Grandi, Ana María Lancilotto de Mena, María Eva Duarte de Aranda y Valeria Beláustegui Herrera, así como por los secuestros y torturas aplicadas a Trotta, Taranto, Galeano y Ogando.
La condena que recibió, a 45 años, fue la solicitada por Abuelas de Plaza de Mayo, la querella en el debate, y la Fiscalía, representada por Pablo Parenti.
La primera vez que Riveros fue condenado por su participación en el terrorismo de Estado fue en 2009, por el secuestro y la desaparición del adolescente Floreal Avellaneda. A lo largo de casi diez años fue coleccionando penas en diversos juicios de lesa humanidad en los que fue juzgado. En 2012 fue condenado en el debate histórico por el Plan Sistemático de robo de bebés. En 2017 recibió un fallo adverso por los crímenes cometidos contra conscriptos en el que fue condenado a prisión perpetua. La misma condena había recibido años atrás por los hechos del centro clandestino que funcionó en Villa Ballester, entre otros juicios.
Quien tuvo mayor suerte fue el médico Raúl Martin, a quien el TOC 3 lo absolvió. Martín fue jefe del servicio de Clínica del Hospital Militar en el que parieron más de una quincena de mujeres, en su mayoría jóvenes, secuestradas clandestinamente por el terrorismo de Estado y en donde les arrebataron a sus hijos. Ya fue enjuiciado, años atrás, en el primer juicio que se llevó a cabo por los crímenes cometidos en la maternidad clandestina de Campo de Mayo, y entonces, también absuelto. Esa absolución fue confirmada, luego, por Casación. En esta ocasión, se lo enjuició por su participación necesaria en el robo y la retención los hijos e hijas de Recchia, Trotta, Molfino, Taranto, Galeano y Ogando, y las privaciones ilegales de la libertad agravadas y la aplicación de tormentos agravada de las mamás.
