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Para ser una elección que no existió, duele bastante

Por Gustavo Mendoza director de estrategia en HENDU consultora de Comunicación Política

Arrancaron tibiamente las campañas de los distintos frentes, pero ya se denotan estrategias y diversas líneas argumentales en los distintos frentes. Veamos; Lavagna y su equipo de comunicación apelan a una épica basada en el pasado y los efectos del manejo de la crisis que supo contener y administrar en su momento, sin que se mencioné ni estimulen otros aspectos que a estas alturas son importantes marcar dado el timming de campaña presente.

Por empezar, en la izquierda Vilca y Del Caño, intentan traccionar en un discurso de escenario futuro apropiándose del concepto de la campaña de Lammens de «Macri ya fue» buscando disputar a los votantes filo-peronistas, determinados en su propuesta a nacionalizar la banca y a no pagar la deuda adquirida con el FMI, viejos anhelos, con nuevas formas de presentarlos pero no son temas de agenda de la opinión pública en general. Los patrones ideológicos hacen menos atractiva la oferta evidentemente, en esto vemos como los sesgos ideológicos terminan afectando la estrategia comunicacional final.

En tanto, el Frente de Todos muestra conceptualmente algunos spots donde formulan estratégicamente aspectos que intentan incluir a sectores postergados o atacados por las condiciones económicas actuales y con una fuerte identificación con sectores productivos, de los trabajadores y jubilados. Establecen también probables acciones futuras de gobierno y todo esto con gran cuidado de emitir o mencionar algún aspecto comunicacional pertinente al FMI y la manera de llevar adelante una negociación que se presenta como muy difícil.

Pero en ese sentido, las acciones hablan más que los conceptos, o mejor dicho los extienden y en la gira por algunos países probablemente aliados del nuevo gobierno de Fernández denotan un posible rumbo de lo que se dará en materia económica, especialmente con el caso del Portugal de Antonio Costa, donde se planteó una salida al pago de la deuda en conjunto con un déficit fiscal cero y un estímulo permanente a la demanda del mercado interno, que crearon las condiciones para obtener un modelo económico exitoso y admirado por la comunidad Europea, pero que no dista de lo que fue la recuperación Argentina posterior al colapso del 2001, donde también Fernández fue piloto de esa tormenta a partir del 2003 pero con un contexto internacional de otras características.

Aunque desordenada la campaña desde el punto de vista de un mensaje univoco (Grabois, D’Elia, Horacio González y hasta Milagro Salas salieron a decir lo suyo) sé advierte ya un proto Albertismo que va redefiniendo al otrora Kirchnerismo otorgándole una nueva cara, otra más, a las cientos que ya posee el peronismo desde su nacimiento, que al decir de Borges con su frase «el peronismo no es bueno ni malo, sino incorregible» le agregaría que además es «interminable» dada la capacidad de resistencia de esta fuerza y la lucha que enfrentó muchas veces con rivales políticos pretendiendo exterminarla, y ahí van rumbo a una nueva victoria y en primera vuelta según indican los principales estudios que esbozaban una ventaja entre 17 puntos, los más cuidadosos y de 22 a 23 puntos los más optimistas, aunque en materia de estudios de opinión pública poco importan los optimismos sino la metodología utilizada y el rigor para llevarlos adelante de la manera más exacta posible, pero esto es parte de otro campo de discusión.

El gobierno en tanto se empieza a desenredar de su encrucijada inicial a la que el 11 de agosto lo sometió. No encontraba la manera de enfrentar comunicacional ni políticamente la crisis provocada, a lo que se le adicionaban lo económico y lo gubernamental, por si fuera poco. Solo atinó a seguir en campaña, obviando aspectos claves de la Ciencia Política moderna en términos de comunicación y alejándose de posibilitar servidumbre a lo económico por caso en las dos primeras semanas luego de los comicios, todo lo cual termina afectando su rinde electoral.

Es en este sentido que en las últimas semanas ofrece un material comunicacional muy similar a un spot presentado por el Frente de Todos, una semana antes, pero con características conceptuales excluyentes intentando que el elector coincida con la visión de Juntos por el Cambio y no como una representación de una mayoría creciente, sé advierte un endurecimiento creciente del discurso.

Para colmo, siendo pobre ya conceptualmente este material, se le unen las múltiples vocerías que tiene ahora el gobierno no de la mano del trinomio, Macri-Vidal-Larreta sino mostrando como principales referentes discursivos a Fernando Iglesias, Eliza Carrió, Miguel Pichetto y Patricia Bullrich que hacen gala de un discurso clasista dónde siguen la línea de denostar a todo aquel que no coincida con su interpretación del mundo y sumergidos en un marco ideológico acotado y cada vez menos atractivo para el gran público electoral.

A esto se adicionan narrativas y modos de interpretar al otro desde el reduccionismo político, el peronismo es Fernández y no Alberto sino Cristina, Cristina no es peronista es Kirchnerista y el Kirchnerismo es la Cámpora, la Cámpora nos lleva a Venezuela, etc. De ese modo, casi en un pase de magia se reducen absolutamente todas las características del principal rival y su heterogeneidad a solo una condición, del mismo modo ocurre en la provincia que en un reduccionismo político de su campaña del miedo llevado adelante por la línea nacional, identificando a todo el espectro peronista solo con la Túpac. Ese modo de simplificación del adversario político es lo que les lleva en parte a tomar malas decisiones primero en términos de políticas públicas y luego en términos de aspectos comunicacionales de campaña.

Barajar y dar de nuevo ? Es la pregunta del oficialismo luego de agosto y en una falta de oxígeno para pensar adecuadamente que comunicar en campaña, solo se observa acciones que endurecen sus posturas y desnaturalizan su concepto original, como llamar a una marcha para apoyar la gestión, cuando su electorado es esencialmente desmovilizado, o las palabras de Marcos Peña instando a un cambio del perfil de campaña con «Basta de microsegmentacion y WhatsApp y damos paso al cara a cara». El reloj de arena sigue corriendo para Juntos por el Cambio, pero está arena tiene uranio enriquecido y ahí el problema, el círculo rojo evidentemente también ópera y afecta las decisiones de la coalición en general que se percibe en diversos ámbitos en retirada, algunos importantes empresarios y comunicadores ya se corrieron a las filas del Albertismo provocando cierto vacío de poder, la gira por la ONU y la reunión con el FMI tampoco trajo los resultados esperados por la negativa a otorgar un nuevo desembolso. Al fin tiene asidero aquella frase que menciona el politólogo Luis Tonelli cuando dice «Los votos se cuentan los intereses se pesan» (2019).

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