Policía baleado tiene edema cerebral y lucha por su vida

El último parte médico sobre el estado de salud del efectivo policial provincial Sergio Lima informa que padece un edema cerebral y aún pelea por su vida. El director del hospital Pablo Soria, César Mulqui, precisó que se mantiene a Lima en coma farmacológico para que su cuerpo pueda asimilar los medicamentos con los que es tratado.

En las últimas horas, los médicos de la sala de terapia intensiva detectaron líquido entre las células del cerebro, lo que podría ocasionar un aumento de la presión intracraneal. La presión en el cerebro impide que la sangre fluya correctamente, privándolo del oxígeno necesario para funcionar.

Sergio Lima, de 28 años, está internado en el hospital Pablo Soria desde el pasado 7 de julio, luego de recibir un disparo dentro de un patrullero de parte del sargento de la Policía Federal Julio Bravo, quien tiró a matar en momentos en que era demorado porque estaba conduciendo en estado de ebriedad.

El tiro atravesó el cuello y perforó la mandíbula de Lima.

Bravo tenía 2.17 gramos de alcohol en cada litro de sangre cuando fue interceptado conduciendo un Peugeot, según se constató en el control de alcoholemia que le practicaron en la colectora de la Ruta Nacional 9, a la altura del barrio Sargento Cabral de Alto Comedero.

El federal fue trasladado entonces junto a otro efectivo con el que estaba a la Seccional 62º de Sargento Cabral. El jefe de esa sede policial decidió que ambos fueran conducidos hacia Medicina Legal.

Nadie requisó ni esposó a los dos policías. Tampoco les quitaron sus armas reglamentarias.

Lima manejaba el móvil donde los llevaban. Al detenerse en un semáforo, Bravo, que viajaba en la parte trasera, sacó su arma y realizó al menos tres disparos.

Uno de los disparos fue directo a la nuca del agente Lima. El fiscal de Investigación Aldo Lozano fue contundente: dijo que tiró “a matar”. Los otros dos disparos, de acuerdo a las pericias de Criminalística, llegaron a la luneta y ventanilla de un vehículo que estaba detenido detrás del móvil policial, aunque también habían sido dirigidos hacia los efectivos provinciales, que para entonces huían del ataque.

Bravo está imputado por los delitos de «homicidio doblemente calificado por alevosía y por la condición de funcionario público de la víctima en grado de tentativa y por atentado agravado a la autoridad y abuso de arma de fuego», todos los hechos en concurso real.

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