Por Gustavo Mendoza director de estrategia en HENDU Consultora de Comunicación Política
El voto, ese reducto de intimidad que se da entre el votante y el cuarto oscuro es el causante de horas y horas de insomnio, reflexión y rosca de la clase política en su casi totalidad.
A través del mismo el votante puede manifestar un cúmulo de emociones y sensaciones que tienen que ver fundamentalmente con las simpatías o antipatías políticas.
En palabras de Andrés Zepeda (2011); el voto en definitiva es un acto cargado de significados y significantes culturales, que reflejan en su orientación determinadas costumbres, hábitos, preferencias, filias y fobias políticas y sociales. Es decir, el voto también es resultado de un proceso sociocultural y político. Es en suma un largo proceso interno y externo de toma de decisiones.
Quintus Cicerón escribió allá por el 53′ el libro Commentariolum Petitionis, en el que proveía una serie de consejos y recomendaciones a su hermano, Marco Tulio Cicerón, para que ganara un espacio de representación pública en Roma. Recomendaba entre otras cosas conocer a la gente, saber de sus problemas, necesidades, costumbres y sueños, dándole a la clase política consejos para ganar y conservar el poder desde aquellos tiempos.
En los tiempos modernos es el ámbito de la Comunicación Política quien sabe qué mueve o motiva a los votantes y que mensajes deben ser parte medular de la estrategia de quienes aspiran a ganar su apoyo.
El acto de votar puede presentar posiciones en torno a lealtades político-electorales, puede estar atada a los sueños y esperanzas de la gente, así como temores y, de cierta manera también, rencores sociales, sin descontar los liderazgos como piezas determinantes a la hora de la decisión electoral.
En Jujuy particularmente está última campaña tiene que ver fundamentalmente con estos tres últimos ítems; los liderazgos, los rencores sociales y de manera sustancial, los temores o miedos.
La sociedad percibe los liderazgos y los manifiesta acompañándolos en las urnas, pero la manera en que se movilizan esos votos tiene que ver más con razonamientos profundos del votante, o simplemente una serie de prejuicios arraigados culturalmente o la más sencillas y primarias de las reacciones del hombre; sus emociones.
Es en este campo que la campaña que llevo adelante el gobierno de la mano de Rizzotti tiene que ver con ese factor miedo. Este tipo de campaña busca que el acto de sufragar por parte del elector, compelido o motivado por una serie de temores, amenazas, intimidaciones e incertidumbres sobre el futuro, cree a través de diferentes estrategias de comunicación política, una serie de dudas sobre posibles escenarios a futuro adversos y dañinos para la sociedad en el caso de que sus opositores ganen las elecciones. (Valdez, 2009).
El crear miedo es una estrategia añeja de las campañas políticas, hoy en día, se puede asegurar que las actuales campañas electorales en el mundo se articulan, de una u otra forma, con base en la generación e institucionalización del miedo.
El dilema o clivaje que generalmente se les plantea a los votantes, durante una campaña sustentada en el miedo, es que “de llegar los adversarios al poder» se perderá o pondrán en riesgo la estabilidad, la paz, el progreso, el bienestar, el futuro, la seguridad, los valores y los logros alcanzados, por lo que se les convoca a sufragar para evitar el riesgo o calamidad que vendrá a futuro y que lo representan sus opositores.
El lineamiento estratégico que moviliza este tipo de votos consiste, en hacer un análisis de la psicología del elector, saber sus temores, fobias, miedos, recelos, desconfianzas, dudas y ansiedades. Y por el otro, utilizar esta información para articular una campaña de comunicación inteligente que movilice el miedo de los votantes hacia la urna y la convierta en votos y en un triunfo electoral.
Los electores sujetos a una campaña de miedo son capaces de renunciar hasta sus más elementales derechos e inclusive a su libertad con el fin último de conservar su actual situación. Esto los convierte en conservadores y sumisos.
Veremos entonces si este domingo se dan las palabras del consultor René Delgado cuando alrededor de esto decía “…los comicios electorales no son oportunidades para elegir políticas, sino ocasión para castigar agravios”.