“Fui a Jujuy a ver si había novedades, pero no hay nada. ¿Cómo puede ser posible?”, se pregunta Nicolás Villarroel, el marido de Romina Aramayo, la mujer violada y asesinada a golpes cuyo cuerpo fue hallado el jueves en avanzado estado de descomposición. En diálogo con El Submarino, Villarroel dijo que el fiscal Farfán debía reunirse con la familia ayer, en Libertador, “pero no apareció”.
Romina Aramayo fue violada por dos o más sujetos y luego asesinada a golpes. Encontraron su cadáver el jueves pasado en avanzado estado de descomposición. Hasta ahora no hay detenidos, y una vez más se empieza a sospechar que la justicia provincial está incapacitada para investigar qué pasó y que este caso puede quedar impune, como otros feminicidios o de violencia de género que sucedieron en Jujuy.
El fiscal que está a cargo de la investigación es Carlos Farfán, el mismo que dejó libre a Nelson Ibáñez, quien golpeó y quemó a su expareja, Nuria Gómez, que lucha por su vida desde hace varios meses en el Hospital Pablo Soria.
Contra esto deberán luchar no solo Nicolás, el marido de Romina, sino también la hija de ambos, de 8 años, sus padres, familiares y amigos, que ayer realizaron en la ciudad de Libertador Gral. San Martín la primera marcha de silencio exigiendo justicia.
“Ayer hicimos la marcha pidiendo justicia por mi mujer. Yo no trabajo hace dos semanas, todos estamos muy mal. Trato de ser fuerte por mi hija”, señaló. La niña volvió a la escuela hoy. En tanto, la familia prevé organizar otra marcha la próxima semana, esta vez en San Salvador.
El hombre relató que en la Brigada le dijeron que están investigando el teléfono de su mujer, con la compañía, para ver con quién se comunicó en los días previos a su desaparición, y que están tratando de buscar pistas en Facebook. “Pero es difícil entrar, todavía no pudieron”, agregó.
“Creo que esto va a ir muy lento”, se lamentó Villarroel, aunque adelantó que se comunicaron con la familia personas que aparentemente vieron “algo raro en Los Molinos”, pero todavía no declararon.
“Nosotros teníamos una relación de diez años –contó Villarroel-; nos separamos, volvimos otra vez, y desde octubre comenzamos a rehacer la relación, ya estábamos conviviendo”.
Romina había venido desde Libertador, donde vive toda la familia, a San Salvador de Jujuy. Trabajaba en la cocina de un hotel, y su pareja es propietario de un taller de soldadura. “Yo no quería que ella trabajara, porque en mi casa tenía todo y no hacía falta. Yo quería que esté conmigo siempre. Tengo buenos ingresos, no hacía falta”, afirma.
El sábado 5 de abril desapareció. Su amiga, Yesica Pantoja, dice que salió sola del hotel donde ambas se alojaban, en la zona de la terminal, aunque que un empleado del establecimiento afirma que las dos mujeres salieron junto a tres hombres.
El domingo 6, Yesica regresó a su casa. Romina no. Villarroel señaló: “Nos llama la atención que ya tiene un abogado, me parece sospechoso. Ellas estaban juntas, y la amiga se volvió sin saber nada de Romina. Si yo no la buscaba, ella no me decía que Romina se había perdido y que tenía su mochila”.
La joven ya habría declarado, aunque se desconocen detalles. “Yo le di el dinero para que vaya, pero no la volví a ver”, indicó Villarroel.
El crimen de Aramayo es investigado bajo la provisoria carátula de “homicidio calificado por violencia de género”, que se estima que en las próximas horas podría cambiar, tras haberse verificado que además hubo abuso sexual. Pero nunca se sabe: está Farfán en la fiscalía.
Alcanza con revisar solo algunos años atrás para advertir que el Poder Judicial de Jujuy es reincidente en dejar impunes casos de violencia de género y femicidios, ni hablar de violadores o abusadores. Un rápido repaso, que seguramente deja afuera algunos otros, recuerda los casos impunes de los feminicidios de Pamela Ibáñez y Elina Carretero; los de violencia de género como el de Nuria Gómez, y los de abusadores libres como Martín Aramayo en San Pedro de Jujuy, entre otros tantos. La justicia de Jujuy no tiene memoria.