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Sigue el programa “Proyecto Puente”, que ayuda a gente en situación de calle

El programa “Proyecto Puente”, que depende de la Secretaria de Niñez, Adolescencia y Familia, trabaja los 365 días del año, para recorrer las calles de los distintos barrios, para llevar ropa de abrigo y comida caliente para la gente que se encuentra en situación de vulnerabilidad.

La tarea se complementa a su vez con un refugio que funciona en las instalaciones del Centro de Día Ñocanchi ubicado en Gorrión S/N del barrio Hipólito Yrigoyen, atrás de la escuelita redonda donde pueden pernoctar si existe disponibilidad de camas.

Cintia Páez, directora de Protección Integral de Personas Adultas Mayores, explica que es una sola institución que trabaja con dos modalidades: Centro de Día Ñocanchis que contiene a personas adultas mayores de la zona con acciones que se realizan y, en horas de la tarde-noche a partir de las 20 horas, abre sus puertas el Refugio a todas aquellas personas que se encuentran en situación de calle, brindándoles un plato de comida, el encuentro con amigos y con el personal de la institución.

Además les ofrecen elementos de limpieza, la posibilidad de que puedan higienizarse, lavar sus prendas y cuando lo deseen pueden quedarse a dormir ya que cuentan con 15 camas.En sus comienzos el programa “Proyecto Puente” fue bastante resistido por los que viven en la calle, recuerda la funcionaria: “no nos querían recibir un plato de comida y hoy podemos decir que tenemos una gran familia. Estamos muy contentos, muy conformes con lo que estamos haciendo, sin duda falta mucho por hacer, siempre va a faltar pero vamos por el buen camino”.

“Hacemos un trabajo integral, fuerte, comprometido que no es fácil. La gente desconfía mucho, piensa que estamos realizando un registro para averiguar antecedentes. Tenemos que ganar la calle y nos tenemos que ganar la confianza porque tenemos un grupo humano fantástico y los propios asistentes al refugio se han empoderado, nos ayudan a cocinar, colaboran con la limpieza de la institución, desmalezamiento, participan de todas las actividades de recreación que tiene la institución”, asegura.

“Tenemos experiencias maravillosas porque hemos podido revincular a muchos de ellos con sus familias que estaban en otras provincias como es el caso de Enrique, que volvió a reunirse con su familia en Santa Fe después de cinco años”, relata Páez.

Otras personas avanzaron un poco más y decidieron dar un giro importante en su vida, reconocieron sus problemas de consumo de sustancias y de alcoholismo, por lo que se pusieron en manos de profesionales del área de salud mental, otros fueron derivados al hospital psiquiátrico “Néstor Sequeiros” mientras algunos participan del Grupo Operativo de Alcoholismo (Goa) para que el proceso de recuperación se transite de la mejor manera.

Esta loable tarea de detección y recuperación de las personas en situación de calle no se realiza en forma aislada, agrega Páez sino que se lleva adelante con organizaciones de la sociedad civil con quienes están en relación y vínculo permanente.

“Ellos son pioneros y hemos aprendido muchos de ellos porque realizan una hermosa tarea. Había noches en que no se podía hablar del frío y los chicos estaban a la par. Por eso pongo en valor todo lo que hacen en pos de brindar el corazón a las personas que menos tienen”, destaca.

Hay muchos ejemplos del trabajo articulado entre sector público y el tercer sector como el que realizaron con la organización ZOOM, recuerda Páez, atendiendo a una pareja de adultas mayores, Alberto y Victoria que estaban viviendo en pésimas condiciones en barrio Islas Malvinas. Los primeros en detectar el problema fueron los miembros de ZOOM e inmediatamente alertaron a la Dirección de Protección Integral de las Personas Adultas Mayores para que atendiera el caso.

Así con el personal del programa Puente acudieron al lugar y lo primero que realizaron fue la atención y traslado de Alberto a un hospital donde lo estabilizaron. Luego viendo las condiciones en que vivía el matrimonio, procedieron a la limpieza y desmalezamiento del lugar, trabajo que estuvo a cargo del municipio capitalino. A la pareja de Alberto, Victoria, el ministerio de Desarrollo Humano le brindó contención y asistencia alimentaria del PlaSoNup. Transcurrido el tiempo y una vez que Alberto mejoró de salud viendo su imposibilidad de autonomía, pidió al organismo provincial que lo internaran en una de las residencias de larga estadía que tiene la secretaría de Niñez, Adolescencia y Familia. Ahora, Alberto vive en la residencia “Nuestra Señora del Carmen” de Perico donde transcurre sus días en compañía de amigos y personal que lo cuida.

En cuanto a la comida que brinda diariamente a las personas en situación de calle, Páez precisa que son alrededor de 150 raciones, lo que no quiere decir que sean 150 las personas que habitan en la calle, si no que muchas veces, los vendedores ambulantes que trabajan hasta la noche piden un plato de comida y “la comida no podemos negarle a nadie”, señala.

Asimismo Páez aclara que el Refugio habilitado es una institución que brinda servicio pero que también exige compromiso de las personas que concurren, tienen normas que deben cumplir. “Hay responsabilidades de ambas partes como obligaciones de ambas partes porque somos una gran familia”, finalizó.

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