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2º juicio 03oct 01

Testigo víctima identificó a cuatro de los cinco acusados como integrantes del aparato represivo

2º juicio 03oct 01Juan Felipe Noguera, testigo víctima que declaró en el juicio por delitos de lesa humanidad cometidos en la provincia de Jujuy, reconoció a cuatro de los cinco acusados como los represores que cumplían funciones en el penal de Villa Gorriti durante su detención. 

En el segundo juicio oral y público que se lleva a cabo en Jujuy por los delitos cometidos durante la última dictadura cívico milirar, se develan las causas por la desaparición y el asesinato de Dominga Álvarez de Scurta y las desapariciones de Osvaldo José Gabriel Giribaldi, Jorge Turk, María Alicia del Valle Ranzoni, Juana Francisca Torres Cabrera, Pedro Eduardo Torres Cabrera y Jaime Lara Torres.

 Ante un pedido de una de los abogadas de las querellas, María José Castillo, que fue aceptado por el Tribunal Oral Federal en lo Criminal N° 1, Noguera, identificó a cuatro de los cinco procesados, que están acusados de secuestro, tortura y tormentos, entre otros delitos.

 Noguera reconoció a los hermanos Carlos Alberto y Ricardo Ortiz, Herminio Zárate y Mario Marcelo Gutiérrez, mientras dijo desconocer al quinto procesado, César Díaz. Todos ellos cumplían funciones en el penal de Villa Gorriti, donde en aquel tiempo alojaban a presos políticos y practicaban sesiones de tortura.

 En el caso de Ricardo Ortiz, quien pertenecía al área de inteligencia del ejército, lo señaló como quien lo amenazó de muerte delante de su madre, cuando fue puesto en libertad en el Regimiento de Infantería Mecanizada 20.

 A los cuatro identificados, Noguera los indicó como integrantes de una “patota”, ya que los identificó como los guardiacárceles que ingresaban a los pabellones 1 y 4 de Villa Gorriti, donde alojaban a los presos y presas políticos, para realizar “violentas requisas”. Además, eran los responsables de los traslados de los presos a los centros clandestinos de detención, además de practicar tormentos físicos y sicológicos.

 El testigo relató al Tribunal que fue detenido en tres oportunidades: la primera, en 1974, duró 10 días; la segunda, en 1975, duró 6 meses, y la última, en abril de 1976, se extendió hasta 1978. En ese último cautiverio, recorrió el penal de Villa Gorriti; la cárcel de Devoto, en Buenos Aires; la Unidad Carcelaria 9 de La Plata y el penal de Sierra Chica, de donde fue finalmente liberado después de haber pasado por los centros clandestinos de detención La Perla y La Riviera, en la provincia de Córdoba.

 Sobre su detención en la cárcel jujeña de Gorriti, Noguera describió: “Fue cruel. Estábamos incomunicados, sufríamos castigos psicológicos y corporales permanentes y la comida era casi nula, apenas una vez por día”.

 Mencionó a algunos otros detenidos con los que coincidió, como Vicente Cosentini, miembro del Partido Comunista; Jorge Turk y Osvaldo Giribaldi, todos aún desaparecidos. Los casos de los dos últimos se ventilan en este juicio. En el caso de Giribaldi, Noguera recordó que llegó a la cárcel herido de bala y la única atención que recibió fue la de dos médicos que también estaban detenidos, Collado y Bermúdez, que le limpiaban la herida como podía, “apenas con agua, porque era lo único que teníamos”.

 Noguera relató que en una ocasión en que organizaron un día de oraciones, llegó al penal el siniestro obispo de la diócesis de Jujuy, monseñor José Miguel Medina, a quien le preguntaron por ‘Dumbo’, como era llamado el abogado Jorge Turk Llapur por sus amigos. La máxima autoridad eclesiástica de la provincia contestó: “Fue sacado para ser juzgado y, tras ser sentenciado, fue fusilado por el Ejército». El cuerpo de Turk Llapur nunca apareció.

 Tras su liberación de Sierra Chica, Noguera volvió a Jujuy y tuvo que presentarse a una unidad militar de la provincia, adonde concurrió en compañía de su madre. Relató que fue recibido por el acusado Ortiz: «Me dijo delante de ella que si seguía en política en política me iban a matar -rememoró Noguera-, y agregó: ‘Señora, cuide a su hijo, si no, no lo vuelve a ver más'».

 Ya en libertad, Noguera fue amenazado reiteradas veces en la calle por el agente del área de inteligencia del ejército Mario Marcelo Gutiérrez, quien lo persiguió incluso hasta su trabajo en una fábrica de plásticos, conde exigió a su empleador que lo despidiera «por subversivo».

 Sobre este asunto, el defensor oficial de Gutiérrez, Luis Casares le preguntó por qué no denunció el hecho, a lo que Noguera respondió: «No lo hice porque la justicia iba a ponerme una custodia, y en mi casa no tengo lugar para una persona más y yo, por mis ideales, no puedo permitir que una persona que me está cuidando tenga que sufrir a la intemperie, el frío y el calor”.


 

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