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Una sobreviviente de la dictadura denunció a Blaquier por su secuestro, detención, torturas y abuso sexual

Una sobreviviente del terrorismo de estado denunció que los directivos del Ingenio Ledesma son los responsables de lo sucedido en la Noche del Apagón, “secuestros, torturas, tormentos y desapariciones”.

Hilda del Valle Figueroa aseguró que “Carlos Pedro Blaquier y Alberto Lemos son responsables, no pueden quedar impunes. Facilitaron listas, direcciones y vehículos”, y destacó que son autores del horror de esa época”. También denunció que fue víctima de delitos contra la integridad sexual por parte de Bernardo “Piscina” Salinas.

Figueroa estudiaba abogacía en Tucumán y tenía 20 años cuando fue detenida durante la Noche del Apagón, el 20 de julio de 1976, mientras se dirigía a su casa en Calilegua. Al llegar allí, vio la puerta abierta. Bajó del automóvil en el que se encontraba e inmediatamente fue rodeado y ella arrojada al piso, vendada y maniatada por personal de una fuerza que no pudo precisar si era el ejército o la gendarmería debido a la oscuridad de aquella noche.

En un vehículo de la empresa Ledesma fue trasladada a la comisaría de Calilegua, pasó por el Ingenio Ledesma y luego fue llevada al CCD de Guerrero, donde sufrió torturas y denunció haber sido víctima

Cuando le informaron que quedaba a disposición del PEN, fue trasladada al penal de Gorriti, donde permaneció hasta el 11 de enero de 1977, cuando recuperó su libertad.

Además de Figueroa, también atestiguó Delicia del Valle Álvarez, otra ex presa política de Ledesma, durante el jueves pasado, en una nueva audiencia del megajuicio.

Con apenas 17 años, Delicia del Valle Álvarez fue detenida el 21 de julio de 1976 cuando un grupo de personas, de civiles y uniformados de la policía y del ejército, ingresaron con ametralladoras a su casa de Calilegua, luego de empujar violentamente la puerta de entrada y la del sector posterior de su domicilio. Preguntaron por ella y, una vez identificada, la sacaron a la calle en dirección a la esquina donde la vendaron, ataron y la subieron a un patrullero. Declaró que en ese operativo reconoció a Verón, quien era un policía de esa localidad.

Fue trasladada a la subcomisaría de Calilegua, donde en una oficina le impusieron el número 12 como nueva identidad. Desde allí la trasladaron hacia el CCD de Guerrero, donde sufrió torturas, tormentos y denigraciones, lo que le ocasionó como secuela no poder recordar mucho de lo que padeció en su permanencia en ese lugar. Contó que en Guerrero una persona le tomó por primera vez una declaración en la que le preguntó por la guerrilla y “con qué gente andaba”. Delicia era catequista y jugaba al básquet en el club local por lo que desconocía de qué le hablaban. Contó que en esa habitación escuchó a Domingo Reales (actualmente desaparecido) y que ese día escuchó un tiroteo.

Luego, la trasladaron a la central de policía, donde permaneció alrededor de un día y medio y desde allí, la llevaron al CCD Comando Radioeléctrico de la policía de la provincia, donde le comunicaron que le iban a tomar una última declaración, pero que cuando se fijaron en los papeles, figuraba que ya tenía muchas declaraciones realizadas. Delicia no recordó haber leído o firmado nada. Le dijeron que se retire, un policía la guió hasta la puerta de salida y en la plaza la esperaba su familia que, al no tener noticias y durante todo su cautiverio, cada día esperaba por ella. Finalmente, Delicia Álvarez recuperó su libertad e l 28 de julio de 1976.

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