Opinión > El justicialismo se miró el ombligo y sacó la roña

PJ sede fellner jenefes Por José Luis Politi. El justicialismo vernáculo, tras celebrar la apurada sesión extraordinaria del Congreso Provincial, miró su ombligo, se sacó la roña y quedó limpio, sin impurezas para adentro.

Pero para afuera sabe que la cosa viene palo a palo con el Frente Cambia Jujuy, y mira con lupa a sus principales figuras, que se colgarán de todos los candidatos presidenciales, de la derecha al centro, olvidando a Raúl Alfonsín, que decía: “Si la sociedad se corre a la derecha, en la UCR tenemos que estar preparados para perder”. 

Con vistas al 25 de octubre, el FPV local eligió la estrategia de estar todos juntos, sin que se vaya ninguno de los que están pero haciendo malabares para traer alguno que otro de los disgustados y para que no se rompa la alianza con el Frente Unidos y Organizados, cuyo límite era y es Guillermo Jenefes. Como están planteadas las cosas, aún no se sabe si el brazo político de la Tupac Amaru hará “la gran Morales” (Gerardo había dicho “nuestro candidato natural es Sanz y mi límite es Macri”, y después lo cruzó sin pedir disculpas). La disyuntiva es cruzar o no cruzar. Esa es la cuestión, por ahora, primordial.

El número 1 del justicialismo local, Eduardo Alfredo Fellner, tendrá sobre sí toda la responsabilidad para conducir al oficialismo a la victoria el próximo 25 de octubre. Si no lo logra, caerán sobre él todos los males del infierno del Dante y se convertirá en el rey de la derrota, arrastrando alfiles, torres y peones.

Fellner y su entorno deshojaron la margarita y decidieron tener a todos adentro y felices, incluido Guillermo Jenefes, que hizo lo imposible para demostrarle al jefe que sin él era imposible ganar. Se lo demostró en las PASO y se ocupa de reafirmarlo en cada segundo de emisión de su amado canal de televisión.

Rubén Rivarola también utilizó su querido diario para defenestrar a todos los candidatos del FPV que no fueran propios. Demostró que tiene fuerza y se lo hizo saber a Fellner en cuanta oportunidad tuvo. Incluso el mismo domingo de las primarias se dio el lujo de enseñar a los votantes cómo cortar boleta. Además, se lo sindica como prestador de votos al enemigo político del peronismo local.

De todos modos, en el peronismo Fellner es el rey, y sus alfiles Jenefes y Rivarola le cuidarán las espaldas porque saben ejercer presión para no quedar afuera. Pero también saben que si Fellner se convierte en el rey de la derrota, ellos serán los mariscales. “Nos salvamos todos o nos hundimos todos”, sería la consigna, pero se olvidaron de un detalle, por acción u omisión: los miles y miles de afiliados y afiliadas del PJ que querían participar de internas cerradas el 6 de setiembre. Encima, el Fuyo ya debate internamente si mantiene su autonomía política, de acuerdo a una consigna que ya habían sostenido: “Con vos voy hasta la puerta del cementerio, pero no esperes que entre”.

Con apuro o sin apuro, las decisiones en el seno del peronismo estaban tomadas y se hicieron públicas el viernes pasado: se allanó el camino interior y se pudo dinamitar la ruta exterior para llegar a la gobernación una vez más. Solo el tiempo dirá qué resultados dará el movimiento.

Los congresales dieron un amplio respaldo al binomio, con más énfasis en su conductor natural, quien tendrá que hacer piruetas, gambetas y todo lo que esté a su alcance para conformar a todos y todas a la hora de integrar las candidaturas provinciales y municipales. Las colectoras serán una buena táctica, siempre que se logren armar en armonía y en la cantidad exacta para que sumen a la fórmula.

Fellner será, junto con Scioli, el eje de la campaña, en la que tratará de esconder algunas impurezas debajo de la alfombra. Como creador de la famosa y resucitada medianera, tendrá que usar al máximo su muñeca política, capacidad y experiencia, en un terreno que se presiente resbaladizo, para pisar fuerte, como le hubiera gustado a él, con un Scioli más ganador y con mayor amplitud.

Pero los peronistas tienen ese qué sé yo. Son incorregibles. Y cuando se pelean, se reproducen. Y este es un buen momento para la reproducción, después de las peleas sordas que hubo en el triunvirato conductor. Si el amor vence al odio, se verá dentro de 70 días.

Claro que Fellner y compañía quieren un final feliz. Para eso, lo saben, no pueden cometer ningún fallido que podría significar la derrota histórica de una provincia peronista, que está gobernada por el jefe del peronismo nacional, donde se basa, en parte, el triunfo primario de Scioli. Y además sería una derrota histórica porque del otro lado hay una oposición muy dispar, integrada por figuras a las que solo las unen dos cosas: el espanto y el sillón de Fascio.

En tanto, en el FCJ piensan que el camino del cambio ya está planteado y que los votantes de las PASO no les darán la espalda en octubre. Aunque también tendrán que hacer una lectura muy pensante de cómo jugar estas semanas que faltan.

Porque el mensaje que dio la ciudadanía de Jujuy en las PASO debe ser leído con suma atención por todas las figuras de la vida política y social de la provincia. Nadie la tiene fácil ni segura. Y tal vez esa sea la característica más interesante de estas elecciones.

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