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La inflación: ¿una meta bajo control?

pratGastón Remy (La Izquierda Diario). La escalada inflacionaria de los últimos meses se ha transformado en una preocupación creciente entre los asalariados, jubilados y en todos aquellos que perciben ingresos fijos. Y más aún cuando las paritarias –en caso de los que ya tuvieron- no llegan a recuperar lo perdido con la suba de precios.

Algunos analistas indican que esta realidad y la incertidumbre laboral por los miles de despidos han empezado a cambiar el humor social. En el último mes la imagen positiva del presidente Macri habría perdido, al menos, unos 10 puntos.

Y no puede ser de otro modo, en materia de precios la economía viene atravesando una fuerte suba de la inflación entre fines del año pasado que cerró en 26,9 % según el índice de CABA y los primeros meses de 2016. El martes pasado se dio a conocer el índice de precios por este mismo organismo que arroja una suba del 3,3 % para el mes de marzo y en lo que va del año alcanza un 11,9 %. La inflación anual está en 35 %, pero de mantenerse la tendencia de los últimos meses hasta fin de año la inflación podría aproximarse al 50 % de no mediar grandes sobresaltos.

Monetaristas en apuros

Inspirados en el dogma liberal del monetarismo el relato oficial afirma que la inflación es consecuencia de la emisión descontrolada del BCRA para cubrir el déficit fiscal durante el kirchnerismo. Una explicación que se da de frente con las propias medidas económicas oficiales, justamente son ellas las que han echado más leña a los precios.

La devaluación del 50 % -entre diciembre-febrero-, impulsó la inflación desmintiendo a Prat Gay quién afirmó en campaña que los precios de la economía estaban fijados a un dólar a 15 y que la devaluación no traía (nueva) inflación. Pero conociendo la estructura de precios local y por experiencia se sabe que toda devaluación tiene impacto en los precios.

Sea por la vía del encarecimiento de los insumos importados y/o por la vía de los productos exportables que sus productores y comercializadores pretenden cobrar en el país al mismo nivel de precios en pesos que en el exterior. Por ejemplo, la devaluación de Kicillof en febrero de 2014 hizo disparar la inflación mensual al 4,4 %, al igual que lo hizo la devaluación de diciembre de 2015 que llegó al 3,9 %.

Otras medidas inflacionarias han sido la quita de retenciones al campo y a la industria (lo cual lleva a que los productores busquen cobrar en pesos lo mismo que ganan en dólares al exportar), la eliminación de los Registro de Exportación (ROE) permite a los productores agrarios aumentar sus ventas al exterior y así presionar por precios en dólares al mercado interno, la quita de subsidios y tarifazos en agua, luz, gas y la suba de los combustibles, por citar algunas. Incluso parte del impacto por el aumento de tarifas se verá recién a partir de las mediciones de la inflación de abril dado que este mes no concluyó.

Volvamos a los argumentos del Ministro de Hacienda, Alfonso de Prat Gay. La emisión monetaria de 2015 tuvo un crecimiento anual cercano al 45 %, sin embargo la inflación se redujo del 38 % (Dic.-14) al 27 % (Dic.-15). Durante lo que va del corriente año la reducción del dinero circulante y de la Base Monetaria cercana al 30 % anual (la Base Monetaria en millones de pesos viene en descenso: diciembre- 15: 623.890; enero- 16: 588.333; febrero- 16: 559.138), pese a ello la inflación en los primeros meses alcanzó un elevado 11,6 %. Una realidad que no corrobora la hipótesis inflacionaria oficial.

Conjuntamente a la reducción de la emisión se pretende un recorte del déficit fiscal del 1 % durante el 2016, aunque es un objetivo de incierto alcance puesto que las medidas de quita de retenciones y subsidios, entre otras, reducen la recaudación del Estado. Con este panorama se hace cada vez más difícil cumplir con las metas de inflación fijadas por el Ministerio de Hacienda en enero pasado.

La pesada carga de las metas

El gobierno parece reconocer las fallas en el cumplimiento de las metas, aunque no lo diga públicamente. Esta semana desde el BCRA ratificaron una fuerte apuesta para reducir la emisión monetaria con la licitación de Lebacs a un elevadísimo costo del 38% anual a 30 días.

A estas tasas no hay dudas que las letras son muy atractivas para los grandes tenedores de pesos (bancos, financieras y grupos económicos) que obtienen rendimientos del 38 % anual a 30 días mientras los plazos fijos que pagan a sus clientes se ubica en un 27 % promedio. Así los bancos se llevan entre 8 y 9 puntos de diferencia entre los que perciben del BCRA y lo que pagan a sus clientes. Pero también el segmento minorista de ahorristas ingresó a este negocio cuatriplicando sus inversiones en letras, eso sí, a través de la intermediación de los bancos que vuelven a cobrar comisiones.

Por otra parte, el BCRA al ofrecer estos atractivos de inversión quita presión a la demanda de dólares (otro de los objetivos de la política monetaria-cambiaria), y mientras su cotización se mantenga estable, le permite a los especuladores hacerse de las ganancias con las letras para luego volver a comprar dólares cuando se vea venir una escalada devaluatoria. Hasta eso no suceda obtienen jugosas ganancias con las letras del BCRA y luego anticipándose a la devaluación se vuelcan a la compra de dólares baratos. Un mecanismo que se conoce en la jerga económica como bicicleta financiera.

Pero el costo para el BCRA de sostener la emisión de Lebacs es cada vez mayor y se calcula ronde los U$S 10.000 millones este año, una suma similar a la que se le abonará a los buitres. La deuda acumulada por las letras y sus intereses alcanzaban los $ 355 mil millones en diciembre de 2015 y se calcula que dupliquen su valor a $ 700 mil millones a fin de año. Al día de hoy por cada $ 1.000 de Lebacs (letras) a un mes se deben emitir $ 1.031,45 para pagarlas, o sea, cada 30 días el BCRA tienen que emitir más letras para absorber las ya emitidas. El crecimiento permanente de esta deuda del BCRA (denominada “déficit cuasi fiscal”), preocupa a algunos analistas que hablan de la emisión de un nuevo bono para evitar una situación explosiva de endeudamiento.

La meta es el ajuste y la recesión

Aunque funcionarios del FMI como Scott Roger describan las virtudes de los programas de “metas de inflación” (inflation targeting), su implementación no hace más que generar una pesada carga para los Bancos Centrales, y más aún cuando los niveles de inflación son elevados como en Argentina.

A la vez, que se da lugar a una fuerte actividad especulativa de los grandes bancos y grupos económicos a través de las bicicletas financieras. La inflación en caso de bajar es a costa de un enorme endeudamiento del Estado como de una fuerte recesión que recae sobre el empleo y las condiciones de vida del pueblo trabajador.

En este sentido ajustador el crédito hacia el sector privado se ha contraído en los primeros meses del año, el financiamiento para las Pymes ronda un costo escalofriante de 50 % anual y en el caso del consumo con tarjetas de crédito se ha disparado hasta el 70 %. Golpear al consumo mientras por otra parte se aplica un plan de ajuste del gasto del Estado con miles de despidos que también se replica en el sector privado busca disciplinar al salario dejándolo por debajo de la inflación anual.

Durante la campaña tanto desde el PRO como del FpV se insinuó el alto costo del salario en dólares en Argentina, cuestión que haría a la economía poco “atractiva” para la inversión. Así las cosas, el FMI esta semana anunció un pronóstico recesivo de al menos un 1 % para el 2016 en Argentina. La caída de la actividad y el disciplinamiento de la clase trabajadores es la verdadera meta PRO. Oponer una fuerte resistencia contra ellos desde los sindicatos y en la lucha en las calles es la única meta para frenarlos.

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