Abuso contra infancias y adolescencias: La aplicación de la ESI en Jujuy

Cada 19 de noviembre se conmemora el Día Mundial para la Prevención del Abuso contra las Infancias y Adolescencias, una jornada que busca crear conciencia sobre la magnitud de este problema y exigir al Estado las políticas necesarias para prevenir y afrontar ese delito. En las últimas semanas, en la provincia de Jujuy se hicieron públicas varias denuncias de situaciones de abuso en instituciones educativas, lo que reavivó el debate y el análisis sobre el tema.

La pregunta es si hubo un aumento de los abusos en las instituciones educativas o en realidad lo que creció fueron las denuncias. Valeria Arroyo es docente de Educación Sexual Integral (ESI) y asesora pedagógica en varios establecimientos de la provincia. «Las familias dejan a los chicos y las chicas al cuidado de las instituciones educativas, que no son cualquier institución sino que tienen que garantizar y resguardar derechos. Y evidentemente, eso no está sucediendo de manera completa», analizó en diálogo con el programa Día 6 (FM Conectar 91.5). Sin embargo, aclaró, «los abusos sexuales siempre han existido».

En este punto, es posible vislumbrar que la mayor cantidad de denuncias de abuso dentro de las escuelas está vinculada con una mayor preparación de los propios chicos y chicas, que en principio son capaces de identificar lo que les está ocurriendo y, además, confían en que serán escuchados y que se actuará en consecuencia.

Esta preparación puede venir por dos canales diferentes pero no excluyentes. «Hay chicos y chicas en cuyos hogares o familias se habla de la sexualidad, donde les enseñan que frente a caricias o situaciones que los incomodan, tienen que avisar a un adulto», explicó Arroyo.

Por otro lado, en instituciones donde se trabaja la ESI como política institucional y como currícula escolar, los y las alumnas se sienten confiados y resguardados para pedir ayuda. «A veces somos las instituciones que trabajamos desde un enfoque de derechos las que vemos algunos indicios de que algo está sucediendo», agregó la especialista.

De cualquier modo, aclaró, «siempre es bueno que salga a la luz, de la forma que sea, más explícita o más indirecta».

Claro que la difusión pública de estos hechos no es lo más deseable. Cuando ocurre, analizó Arroyo, es porque esos y esas adolescentes «no se sintieron justamente resguardados o escuchados, la institución no dio una respuesta, entonces los propios compañeros, las familias y la comunidad buscan alternativas para hacer escuchar su reclamo o para revelar lo que está pasando».

En esta situación suele darse lo que la especialista describió como «un efecto de empatía», por el cual cuando alguien se anima a hablar «empiezan a surgir otras situaciones que se venían presentando y nadie vio, o si las vio no advirtió, o si advirtió no intervino».

La Línea 102

La Línea 102, implementada por la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia, es un servicio de atención especializado para la promoción, protección y difusión de los derechos de niños, niñas y adolescentes. En el informe que el organismo difundió sobre la cantidad de llamadas registradas entre enero y septiembre de 2020, se consigna que de Jujuy se recibieron 3649 llamadas, cerca del 10 por ciento del total de llamadas reportadas en todo el país. En el listado de distritos, la provincia ocupa el tercer lugar, detrás de Formosa y Buenos Aires.

En el informe se destaca que «la gran cantidad de llamados demuestra el valor que tiene la presencia de la Línea 102 en el territorio». Al analizar las situaciones que motivaron esas llamadas, se observa que el abuso sexual infantil ocupa el sexto lugar entre las 40 categorías previstas por el estudio.

La sucesión de denuncias de abuso en Jujuy en las últimas semanas se dio justo después de la jornada que se desarrolla una vez por año en todos los establecimientos del país, de acuerdo a lo que dispone la Ley 27.234 Educar en Igualdad para la Erradicación y Prevención de la Violencia de Género, que también está relacionada con la ley de ESI.

En este contexto, puede decirse que el aumento de las denuncias y de las consultas a la línea 102 permite hacer una lectura positiva de la situación, cuando se trata de una problemática que ha estado oculta y negada por mucho tiempo.

ESI: Avances y retrocesos

Sin embargo, aún resta mucho camino por recorrer. En este 2021, la ESI cumplió 15 años de vigencia. «Ha tenido avances y retrocesos en la aplicación. No estamos en condiciones de decir que el 100 por ciento de las escuelas, privadas, públicas y confesionales la están implementando como marca la ley», describió Arroyo.

En el caso puntual de Jujuy, reveló, el problema es que no existe un registro provincial ni una investigación oficial a fondo que permita decir cuántas y cuáles escuelas han sido capacitadas y de estas, qué porcentaje ha incorporado la ESI a su proyecto educativo institucional. Además, explicó, el programa de ESI ha sido muy absorbido por el programa ENIA (embarazo no intencional en la adolescencia), que es solo un eje de la educación sexual integral.

Si bien no se puede afirmar cuántas y cuáles escuelas implementan la ESI tal como lo indica la ley, es posible asegurar que muchas instituciones privadas, algunas de ellas confesionales, no están cumpliendo con el artículo 2 de la ley, el que dice que independientemente de los idearios institucionales, la educación sexual integral se tiene que implementar en todas las escuelas de todo el país para todos y todas las estudiantes.

«Ese párrafo de la ley que habla del respeto a la idiosincrasia institucional, muchas instituciones lo interpretan como si tuvieran autonomía para darle a la ESI un formato a su propio criterio, que muchas veces incluso va en contraposición a lo que plantean los ejes conceptuales y los marcos teóricos, científicos y legales de la ESI», detalló la docente.

Es el caso de la denominada «educación para el amor» y «educación en valores» que pregonan algunas instituciones educativas privadas, sobre todo las confesionales.

En la ESI también se trabajan el amor y los valores, de manera específica en el eje de la afectividad, que incluye contenidos relacionados con la prevención del abuso sexual. Arroyo explicó: «Porque en la medida en que yo tengo la construcción de una subjetividad sana, de una persona con autoestima, que puede expresar sus emociones, desarrollar herramientas de autoprotección, identificar situaciones que la ponen en riesgo, tomar decisiones afectivas con conocimiento científico, etc., tengo una persona emocionalmente equilibrada que se va a cuidar y va a cuidar a otros».

Secretos revelados

La estadística muestra que los abusos hacia los niños y niñas aparecen con mayor frecuencia en el ámbito privado, intrafamiliar. Es por eso que muchas veces los episodios no llegan a denunciarse y solo se conocen cuando vienen vinculados con alguna otra situación, como un alumno con mal comportamiento o un intento de suicidio. «Algo está pasando, ese chico está tratando de expresar que algo no está bien. Hay instituciones que estigmatizan el mal comportamiento, pero hay otras que intentamos ver que algo subyace ahí», señaló la docente. De este modo, cuestiones como conductas violentas o consumos problemáticos pueden aparecer relacionadas a situaciones de abuso sexual.

¿Pero qué pasa cuando el abuso se comete dentro de la escuela? ¿Cuáles son los indicios a los que debe prestar atención la familia? «Son chicos y chicas que pueden no querer ir a la escuela, que inventan excusas, que empiezan a expresar una molestia por algún docente, que no le gusta o al que quieren evadir -describe Arroyo-. Cambian su postura, su lenguaje corporal transmite otra cosa cuando habla de ese docente. Si son adolescentes, empiezan a decir ‘no me gusta mucho cómo me mira el profesor, a todas las chicas nos hace sentir incómodas, nos hace pasar siempre al pizarrón», o cuentan que tal profesor es ‘zarpado’, que les sube la pollera a las chicas para ver si no tienen un machete».

El hablar, contar, expresar las preocupaciones e inquietudes también es algo que se aprende. Y la ESI lo prevé en un contenido específico relacionado con los secretos que se guardan y los que no.

«Uno no tiene que callarse», sentenció la docente. El mensaje que se enseña es: «Si yo veo una conducta de un docente sobre una compañera que no considero correcta, quedarse callada no es una opción».

¿Con quién hablar? En la casa, con la familia, con algún docente o un preceptor. «Siempre hay alguien de referencia que nos puede escuchar. A veces no son los equipos directivos, pero el chico o la chica tiene que aprender a ubicar en la escuela quién es esa persona», señaló.

Gabriela Tijman

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