Un video del 28 de agosto, cuatro días antes del intento de asesinato de Cristina Fernández de Kirchner, y un nuevo hallazgo en las imágenes del día del atentado, confirman que Fernando Sabag Montiel y Brenda Uliarte no actuaron en soledad. Así lo revelan este viernes les periodistas Irina Hauser y Raúl Kollmann en el diario Página/12. De acuerdo a la información, la pareja no sólo había estado cerca del domicilio de la Vicepresidenta haciendo inteligencia, sino que también estuvo en el lugar un amigos de ambos, Gabriel Carrizo.
Sabag Montiel, Uliarte y Carrizo integran el grupo en el que está puesto el foco de la causa judicial. A través del análisis de imágenes de video y fotografías, los investigadores buscan reconstruir la actividad anterior y qué hicieron el mismo día del ataque.
Carrizo es, según él mismo se presentó en una nota televisiva, el que maneja el supuesto negocio de copos de azúcar con los que la chica aparece en diversas situaciones, tanto las movilizaciones a favor de CFK como en algunas antigobierno, otra arista que se estudia en detalle.
Todos estos nuevos elementos refuerzan la hipótesis de que hubo una planificación y pacto previo, como ya sostuvieron la jueza María Eugenia Capuchetti y el fiscal Carlos Rívolo.
La pesquisa ya constató que en varias oportunidades, en días previos al ataque, apareció el carrito de copos de azúcar en la esquina de la casa de CFK, en Juncal y Uruguay. Está allí el 23 y 27 de agosto, cuando había movilizaciones a favor de Cristina. Y el 28 de agosto se lo ve al propio Sabag apoyado en la pared de un edificio, mirando en dirección a la vicepresidenta. Su pareja y el amigo estarían con barbijo, que era un recurso que usaban para ocultarse, también observando, al fondo.
Todo esto vuelve evidente que estaban estudiando el lugar, seguramente los movimientos de la custodia y de la vicepresidenta, así como de las y los manifestantes.
Carrizo, todo indica, tenía un papel relevante. Su presencia fue detectada también el día del ataque, camuflado con gorro y barbijo. Los otros amigos en la mira, a cuyos nombres accedió Página/12, son: Sergio Orozco, Leonardo Volpintesta, Miguel Angel Castro Riglos y Lucas Acevedo.
Fueron los días posteriores el pedido de 12 años de prisión del fiscal Diego Luciani contra Cristina Kirchner en la causa Vialidad, más la represión de la policía de Horacio Rodríguez Larreta. El grupo investigado intentó usar ese contexto para cometer un magnicidio pero les salió mal. En los días siguiente incluso sus reacciones y apariciones públicas muestran cierta torpeza.
El grupo radicalizado
Carrizo es la misma persona que publicó en su estado de WhatsApp poco después del atentado y la detención de Sabag: «Seguro el próximo sos vos Alberto! Tené cuidado!». «Gobierno es vulnerable, y espero que les quede claro… Nosotros somos los que mantenemos a estos parásitos ahí arriba», agregaba. Como remate decía: «Van a juzgar a una persona que le estaría haciendo un gran favor a toda la Nación Argentina”, en alusión a Sabag Montiel.
Los cinco amigos bajo sospecha aparecieron en Telefé, junto con Brenda, el día posterior al ataque, diciendo que estaban amenazados y que tenían miedo.
Carrizo -que se presenta como «Nico»- y Brenda llevaban la voz cantante. La chica misma parecía anticiparse y decía: «Nos culpan de algo que no hicimos, dicen que somos un grupo terrorista». Después de su detención el domingo 4 de septiembre, tras haber sido identificada en el lugar del atentado, los demás fueron a declarar como testigos, con el mismo discurso de aparente temor.
Tuvieron que aceptar dejar sus celulares para la pesquisa. De allí se comenzó a rescatar información valiosa y un denominador que parece unirlos: la pertenencia a grupos (incluso en WhatsApp) de «haters» (odiadores) con un fuerte discurso antigobierno, antikirchnerista y neonazi. Algunos cambiaban con frecuencia de aspecto físico y sus nombres en las redes sociales.
Son todos elementos que suman dudas en su contra pese a que trataron de desligarse mostrando en el juzgado, por ejemplo, como en el caso de Carrizo, un mensaje que reflejaba que Brenda decía que estaba «orgullosa» de lo que había hecho su pareja.
Otra arista es la posible relación del grupito con manifestaciones violentas contra el gobierno y sus aparición en entrevistas televisivas donde justo aparecían para criticar al oficialismo. Orozco apareció en una nota en Crónica TV en Tigre junto con Brenda el 28 de julio, el día que se conoció la designación de Sergio Massa al frente del ministerio de Economía, con la que se mostraban críticos. El joven se mostraba muy informado y mencionó a Silvina Batakis. Tenían un palo consigo, que parecía el de los famosos algodones de azúcar.
Hay otra nota en el mismo canal, ya en agosto, donde justo están Sabag Montiel y Brenda y hablan en contra de los planes sociales y dicen que viven de vender los copitos, que ella exhibe a la cámara.
Brenda -que utilizaba otro nombre, Ámbar, incluso en las redes- participó de una agresiva marcha de antorchas en la que hasta tiraron fuego en la puerta de la Casa Rosada, organizada por la agrupación Revolución Federal. Lo puso en su propia cuenta de Instagram, aunque luego lo borró.
Hubo otros hechos de similar tenor que están siendo investigados, donde los autodenominados republicanos pusieron una guillotina en Plaza de Mayo, se pararon a insultar en la puerta del Instituto Patria y fueron a maldecir al Palacio de Hacienda.
Uno de los cinco del grupo, Miguel Ángel, dio una entrevista a TN este miércoles en la que relató que Brenda había comentado en charlas entre ellos que «quería matar a Cristina». Según el joven, también supuesto vendedor de copos, ella le dijo al resto lo mismo que afirmó en la televisión y que se demostró que era falso: que no había estado con «Nando» -como lo nombra a Sabag- el día que intentó matar a la vicepresidenta. Como era esperable, Miguel Ángel alegó perplejidad por el papel de su amigo.
Dos allanamientos importantes
Hubo dos allanamientos, entre el miércoles y el jueves, que sumaron información relevante para los investigadores. Uno fue en el monoambiente donde vivían juntos Sabag Montiel y Uliarte, en la calle Uriburu al 700, en el partido de San Martín. Ya había sido allanado, pero a partir de la aparición de las fotos de ambos exhibiendo la pistola Bersa calibre 32 utilizada en el atentado y del aviso del dueño del inmueble, se hizo un nuevo procedimiento donde la Policía de Seguridad Aeroportuaria se llevó un disco rígido y varios dispositivos.
Se investiga, entre otras cosas, si Sabag cambiaba de celular con frecuencia.
Otro allanamiento se hizo en la casa de un exnovio de Brenda, Lucas Ocampo. Él mismo llamó al juzgado porque la noche del intento de asesinato ella apareció en su domicilio pidiéndole ayuda después que Sabag quedara detenido, se quedó a dormir allí y dejó una bolsa blanca. Es la misma bolsa que se ve en las imágenes que la toman en el escenario del ataque, cerca de su pareja.
Es más, cuando él es atrapado por militantes tras intentar disparar en la cabeza de CFK, ella se va de ahí sin decir nada, sin siquiera pedir por su novio. Se retira como quien se hace la distraída: se la ve vestida de negro, con zapatillas blancas y la bolsa en cuestión en la mano.
Una teoría es que en esa bolsa, que será peritada, pudo haber estado el arma. Se intentará detectar si tiene rastros de pólvora. También tenía un paraguas.
La reconstrucción de los pasos de la pareja aquel día, el 1 de septiembre, dio cuenta también de que en Quilmes, donde estuvieron juntos en el local de un tatuador, también pasaron por un McDonald’s donde las cámaras captaron algo extraño: levantaron un papelito que tiró otra pareja al piso y se lo llevaron. Como ya es conocido, viajaron a Constitución, luego al Obelisco y de ahí caminaron hasta Juncal y Uruguay, donde llegaron cerca de las 20 horas.
Todavía está pendiente el análisis de muchísima información, en especial la ubicación de celulares, las llamadas, los mensajes. En el caso de Brenda, como reveló Página/12, tenía en el celular una «carpeta segura» con una clave aparte, que recién pudo ser abierta a última hora de este jueves para cotejar si allí guardaba alguna información.
Preguntas que aún no tienen respuesta
¿Hay un mandante del grupo o alguien detrás? Es un interrogante que todavía se debe despejar. A favor de esa hipótesis está el hecho de que parece tratarse de un grupo precario si se piensa en lo que sucedió: el intento de asesinato planificado de la vicepresidenta que no se consumó. Sabag no parece ser alguien experimentado y la bala no entró en la recámara o se puso nervioso al mover la corredera.
Tanto Sabag como la chica parecen personas algo vulnerables e influenciables, en este caso por el odio. En contra se puede pensar que una hipótesis les hubiera proveído mayor logística, estructura y otra arma ya que la utilizada es muy vieja. Pero hay preguntas muy evidentes que quedan abiertas: ¿De qué vivían? ¿De vender copos de azúcar y algún alquiler? ¿Esa era una actividad pantalla? Si alguien los financiaba, ¿habrían actuado de manera tan precaria?