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El ataque de una patota no logró silenciar a los trabajadores del diario Tiempo

tiempo cuadro walshPor Javier Schur, diario Tiempo. Un grupo de patoteros llega al edificio que comparten el diario Tiempo Argentino y Radio América. No llegan solos: los acompaña un cerrajero para hacer el primer trabajo sucio de la noche. 

El cerrajero abre una puerta lateral, una salida de emergencia a la que desde el exterior sólo se puede acceder con la llave que los patoteros no tienen. 

No la tienen porque nunca la tuvieron.

Mariano Martínez Rojas lidera el grupo.

Mariano Martínez Rojas es un empresario de dudosa experiencia como empresario y unas cuantas denuncias como estafador. El 22 de enero se presentó como el nuevo dueño de Tiempo Argentino y Radio América, y un mes más tarde anunció que había decidido devolver el diario a sus dueños anteriores (Sergio Szpolski y Matías Garfunkel) porque no era rentable. Informó, incluso, que ya había iniciado acciones legales contra Szpolski.

Ahora, 0.30 del lunes 4 de julio, llega dispuesto a conseguir su propia independencia. Armas en la mano de sus secuaces, entra triunfal al edificio de Amenabar 23, donde esperan sólo tres personas, trabajadores de Tiempo: dos hombres y una mujer. La tarea parece sencilla: unos 20 hombres, patoteros de profesión, empujan, insultan y echan a dos de los trabajadores; el otro -que ya dormía- es despertado a las patadas y golpeado incluso sin proponer defenderse.

Lo que sigue se conoce desde hace horas: Martínez Rojas, el que devolvió Tiempo Argentino porque -dijo- no era rentable, junto a sus hombres rompe todos los candados y cerraduras que encuentra a su paso en la redacción del diario, ingresa a la oficina donde funciona la administración de la cooperativa y pone todo patas arriba. Los intrusos rompen papeles, armarios, puertas, ventanas; cortan cables, desenchufan servidores; tapan y pintan ventanales y hasta tajean un cuadro de Rodolfo Walsh que los miraba incrédulo desde el último piso.

Lo hacen en nombre de la supuesta propiedad, jamás demostrada bajo ningún ámbito privado ni estatal; lo hacen después de desestimar el diario por su presunta inviabilidad.

El problema es que Tiempo es rentable, como demostramos sus trabajadores desde que -abandonados cuando hace siete meses dejaron de pagarnos- decidimos conformar una cooperativa, imprimir el diario cada domingo (con el de hoy, que no es domingo, serán doce) y proyectar un diario digital, que hasta los destrozos de anoche estaba por salir a la luz.

Y saldrá.

Porque los trabajadores de Tiempo Argentino no estamos en esa redacción, nucleados por la cooperativa Por Más Tiempo, esperando que llegue un mesías con inversores extranjeros: estamos ahí porque confiamos en los lectores y anunciantes, y porque decidimos cuidar nuestras fuentes laborales.

Más que cuidarlas: crearlas.

Lo que Sergio Szpolski, Matías Garfunkel, Mariano Martínez Rojas y sus socios rompieron, nosotros no arreglamos.

Lo que ellos abandonaron, nosotros lo cuidamos.

Por eso el ministerio de Trabajo -en lo único que no hizo a favor de las empresas- dejó a los trabajadores como custodios de los bienes de la empresa Balkbrug SA, antigua editora de Tiempo.

La empresa de Szpolski y Garfunkel, la que Martínez Rojas dijo haber comprado y devuelto; la que abandonaron.

La que reformulamos como cooperativa; sin empresarios y sin patrón.

Somos custodios de todo lo que está adentro de la redacción, y lo cuidamos.

Gran parte de lo que el empresario estafador rompió hace 24 horas junto a sus serviles patoteros, nosotros lo arreglamos desde que ingresamos de nuevo al diario, al amanecer, hasta ahora.

Limpiamos, ordenamos, hicimos el inventario de lo roto y lo faltante. Y en el medio cerramos una edición especial de Tiempo, que en unas horas estará en la calle.

Porque nos gusta trabajar, y trabajar de esto. Porque cuidamos lo que los demás abandonaron. Porque nos cuidamos.

Podrán romper todas las paredes, todos los vidrios, todas las máquinas, cerraduras y candados que quieran.

No pudieron y no van a poder romper las ganas de este colectivo de trabajadores. Las ganas de hacer periodismo, de sacar un diario, de hacer una web o una revista.

Allá vamos. Otra vez.

Hay Tiempo

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