La vicepresidenta y titular del Senado, Cristina Fernández de Kirchner, abogó este miércoles por la necesidad de «una ingeniería nueva para abordar el problema de la desigualdad» tras la pandemia de coronavirus en todo el mundo, reivindicó el rol del Estado y calificó de «necios y cínicos» a quienes niegan su importancia.
Así lo afirmó al dejar inaugurada este mediodía la Asamblea Parlamentaria Euro-Latinoamericana (EuroLat), que integran 75 eurodiputados y 75 representantes de los parlamentos de América Latina y el Caribe, que debatirá hasta este jueves en Buenos Aires en el marco de la 14ª sesión plenaria del organismo, bajo el lema «Una recuperación económica justa e inclusiva en paz».
El acto se realizó en el Auditorio Nacional «La Ballena Azul» del Centro Cultural Kirchner (CCK), con la participación de Oscar Darío Pérez Pineda, miembro de la Cámara de Representantes de Colombia y popresidente de Eurolat por el componente latinoamericano, y Javi López, eurodiputado y copresidente de Eurolat por el componente europeo.
La presentación pública de la vicepresidenta generó mucha expectativa sobre todo en relación a las diferencias internas en el Frente de Todos. El presidente Alberto Fernández no estuvo presente porque está de licencia por paternidad.
Algunas frases
“La pandemia no ha hecho más que acentuar la desigualdad.»
«Que alguien siga afirmando que el Estado no es importante en la vida de las personas, yo diría definitorio las políticas desde el Estado, o es un necio o es un cínico.»
«Las desigualdades no son un producto de la naturaleza, son un producto de decisiones políticas o de falta de decisiones políticas.»
«Hablamos de poder cuando alguien adopta una decisión y esa decisión se puede aplicar y es respetada por el conjunto de la sociedad.»
«Debemos abocarnos a lograr una ingeniería nueva que permita abordar con mayor eficiencia, con mayor justicia, con mayor equidad, el problema de la desigualdad.»
«Debemos también abordar un tema, tal vez más latinoamericano, que es el partido judicial como el instrumento contra los gobiernos nacionales y populares.»
El discurso completo
Muchas gracias. Muy buenos días a todos y a todas.
Copresidentes, señores y señoras legisladores y legisladoras.
La verdad que hoy es un día de muchas emociones. La última vez que estuve en este magnífico centro cultural fue cuando me tocó inaugurarlo. Fue un proyecto muy caro. Nuestro gobierno comenzó durante la gestión del presidente Kirchner, allá por el 2006, justamente cuando nacía el Eurolat. Y también comenzaba a dispararse el proyecto de refuncionalizar el histórico edificio del Correo Argentino, que empezó allá en 1889 y terminó en 1928, que fue un monumento de la Belle Epoque, de la Argentina más rica, en donde la riqueza les llegaba a muy poquitos. El proyecto culminó en el 2015, donde nos tocó inaugurarlo, y nunca había hablado acá en este lugar. Pero sé que otros presidentes lo hicieron. Pero nosotros, que lo habíamos inaugurado… yo, no. Es la primera vez. Me tocaba, finalmente, me tocaba finalmente en esta magnífica Ballena Azul, es una obra arquitectónica sin precedente. El órgano fue hecho en Alemania, con una tecnología que data de 1912, ¿no? ¿No, Tristán?
Bueno, nada, estoy muy contenta de estar aquí. Y además, porque si bien he sido dos veces Presidenta y una Vicepresidenta, he sido durante 20 años legisladora; por lo tanto, me siento muy identificada con los debates y con el trabajo parlamentario. Y la verdad que el lema por el cual están hoy sesionando en esta decimocuarta sesión plenaria, que es “una recuperación económica con justicia, inclusiva y en paz”, ese es el lema, excelente lema, excelente lema, y obviamente esto significa una recuperación económica después de una tragedia que acaban de mencionar acá ambos copresidentes en sus intervenciones y que ha sido “la pandemia”.
La pandemia que ha trastocado vidas, gobiernos y el planeta entero. Pero que, creo que aporta un debate que… yo también comencé en la Unión… en el parlamento europeo, allá con una invitación de unos legisladores en el año 2007 en Bruselas, donde planteé la desigualdad. Todavía no había venido la pandemia y está muy claro que vivimos en un mundo cada vez más desigual. La pandemia no ha hecho más que acentuar, trágicamente esa desigualdad. Pero creo que siempre, soy muy creyente, siempre creo que aún en las grandes tragedias podemos extraer cosas que nos sirven.
Y en aquella oportunidad en el Parlamento europeo planteé lo que había sido el trayecto histórico la evolución del Estado de bienestar, que había tenido precisamente en Europa a un gran protagonista, con la irrupción del neoliberalismo, allá por la caída del muro de Berlín. Y sostuve y sigo sosteniendo que ambas construcciones, el Estado de bienestar y el neoliberalismo, son construcciones políticas; no son proyectos ni modelos económicos.
El modelo económico, creo que está muy claro, más allá que hay algún eurodiputado que pertenezca al Partido Comunista, que sé que hay presentes… creo que sinceramente el capitalismo se ha demostrado como el sistema más eficiente y eficaz para la producción de bienes y servicios. Está claro que la producción de bienes y servicios que necesita la humanidad, de las proteínas hasta la tecnología más sofisticada de un celular o de cualquier otro, se desarrolla más eficientemente con mayor escala en este sistema.
Pero entonces, ¿cuál es la discusión?
Y creo que la pandemia ha venido, a mi criterio, a saldar la discusión que el neoliberalismo hizo campear durante muchos años en todas las latitudes.
Cuando finaliza la guerra en la Europa de la posguerra, surge claramente el Estado de bienestar. El mundo bipolar que tú no quieres estaba con mucha fuerza: de un lado la Unión Soviética y del otro lado el mundo occidental libre y cristiano, como se lo conocía allá por nuestra juventud. Y el Estado de bienestar se crea fundamentalmente como un instrumento, como un sistema donde el Estado tenía una gran responsabilidad sobre la vida de las personas. Sobre la educación, sobre la salud, sobre el acceso al trabajo digno, sobre el acceso a una vivienda. El Estado era el responsable más allá de, obviamente, el trabajo y los méritos que cada persona y cada individuo tenía que llevar adelante.
Cuando caía el Muro de Berlín, claramente surge la doctrina neoliberal. Ya no era necesario defenderse del peligro del oso comunista. Había caído el muro de Berlín. Había que crear otro sentido común a la sociedad, y el sentido común era que el Estado ya no era responsable de tu vida porque vos sos libre, sos absolutamente libre. Y, por lo tanto, vos decidís si tenés trabajo; y si tenés trabajo es porque sos libre y tenés mérito, y si no tenés trabajo es porque no te lo merecés y porque no te esmerás lo suficiente. Y si no podés acceder a una vivienda es porque no habrás hecho lo suficiente, y si tus hijos no pueden estudiar también es porque no habrás hecho lo suficiente.
Esto fue el sentido común que creó el neoliberalismo y que aún campea en muchas sociedades.
Y precisamente, Jordi, fue la pandemia la que vino a reinstalar la idea del Estado. Porque ¿alguien se ha preguntado lo que hubiera sido de la vida de todos nosotros, de todas nosotras, si los Estados no hubieran intervenido construyendo hospitales, atendiendo a los enfermos, negociando con el mercado -o sea, los laboratorios- las vacunas para que pudiéramos salvarnos y no morirnos nosotros y nuestros seres queridos?
Creo que… que alguien siga afirmando que el Estado no es importante en la vida de las personas, yo diría definitorio las políticas desde el Estado, o es un necio o es un cínico. Que los hay de los dos.
Creo que la gran discusión va a ser ésta, porque las desigualdades no nacen por un orden natural e ineluctable. Las desigualdades no son un producto de la naturaleza, son un producto de decisiones políticas o de falta de decisiones políticas. Ojo que no tomar decisiones políticas también lo es.
Creo entonces que la gran discusión que se va a dar es si este proceso, proceso capitalista que se da en todo el mundo, desde China a EE.UU., lo conducen las leyes del mercado o las leyes de los Estados. Esto es la clave. Esto es la clave, me parece, para abordar seriamente el programa y el problema de la desigualdad, salvo que sea solamente un ejercicio dialéctico y discursivo de encuentros esporádicos.
Y vemos que cada vez la situación se agrava más y se profundiza más. Y esto también nos plantea algo: ¿qué tipo de Estado necesitamos? ¿qué tipo de ingeniería, arquitectura institucional necesitamos como Estado para hacer frente a un mundo que no tiene absolutamente nada que ver con aquel en donde se construyeron los Estados que hoy gobiernan el mundo? Lo decíamos en aquella oportunidad en 2017 en el Parlamente Europeo. A ver… todos nuestros Estados están construidos sobre la famosa división tripartita ¿no? de Poder Ejecutivo, Poder Legislativo y Poder Judicial, que viene de la Revolución francesa de 1789, legisladores y legisladoras. Y de ahí data la organización institucional que tenemos.
En aquel momento el Estado representado por los tres poderes era el poder, no nos olvidemos que el Ancien Regime, que caía con la Revolución Francesa, se organizaba en torno a la monarquía, la nobleza, el clero y el ejército. Este era… Entonces, cuando cae, cuando el pueblo, cuando la burguesía naciente llega a la Asamblea popular, era la totalidad del poder en ese momento.
Hoy, nuestros Parlamentos, nuestros Ejecutivos, nuestro Poder Judicial -tantas veces cooptado por el mercado y los factores económicos, además, ¿no?-, ¿cuánto representa del poder, tomado en un cien por ciento?
Hablamos de poder cuando alguien toma, adopta una decisión, y esa decisión se puede aplicar y es respetada por el conjunto de la sociedad. Eso es el poder.
Que te pongan una banda y te den el bastón, un poquito es. Pero créanme, créanme, créanme, y lo digo por experiencia. Ni te cuento si además no se hacen las cosas que hay que hacer. Ni te cuento. Pero bueno, dejémoslo ahí.
Creo que -y esto no es caprichoso-… tengamos en cuenta que cuando se adoptó esta forma institucional de gobernar, de la gobernanza, no existía la luz eléctrica, no existía el auto ni los celulares ni nada de eso. Miren cómo avanzó el mundo, la tecnología; cómo se fue creando y generando poder por afuera de las instituciones.
Hoy nuestras Constituciones son un reglamento de cómo tiene que funcionar el Ejecutivo, cómo tiene que funcionar el Legislativo y eventualmente el Judicial. Sobre todo el otro poder que está afuera: mercados, monopolios, oligopolios, poder financiero internacional, nada de eso figura en nuestras Constituciones. Y lo peor de todo: cuando las sociedades cada cuatro años o cada dos años eligen a sus representantes, no juzgan a ninguno de esos poderes, juzgan a ustedes, a los que están sentados en las bancas, que mucho, mucho, mucho tampoco se puede hacer.
Entonces, creo que esto que se está trasluciendo en muchas elecciones, en todos lados, que es la insatisfacción de la democracia… Vos hablabas recién de los totalitarismos, usted hablaba recién de los totalitarismos con presidente, también. Pero la insatisfacción de las democracias, donde la gente se termina enojando con la política, debería obligarnos a replantear a todos la necesidad de repensar nuestra ingeniería institucional donde se invista de poder a las instituciones, estas o las que haya que crear.
Pero estamos a tiempo todavía antes que sea demasiado tarde. Por eso creo que la pandemia ha venido a saldar aquella discusión, porque no es posible que en una tragedia de la magnitud que vivió la humanidad el Estado sirva solamente para eso y cuando tiene que tomar decisiones o adoptar decisiones o en materia económica, de controles, de regulaciones, sea estorbo y no permita la actividad económica.
Fíjese, usted, acá, en el mundo y en nuestro país, durante la pandemia el sector privado recibió todo tipo de ayuda, de carácter financiero, fiscal, crediticio, etcétera. Sin embargo, ante esta otra tragedia que estamos viviendo hoy, de una guerra -de la cual voy a hablar ahora-, tenemos que el mercado nos contesta con que “ah, no, no importa, son mis ganancias, es mi rentabilidad, y los demás que revienten”.
Bueno, miren, no vale así, como dicen los chicos, “así no juego más, así no juego más”. Si cuando vos nos necesitaste te pagamos salarios, te perdonamos crédito, no pagaste impuestos, ahora que te necesitamos a vos, no para nosotros, sino para el pueblo, para la sociedad, me parece, me parece… Creo que estas cosas son las que debieran discutirse acá y en todas partes, en todo el mundo.
Con respecto al derecho internacional, recordaba Jordi que, es cierto, hace poquito, el 2 de abril para ser más exactos, se cumplieron 40 años en donde recordamos a nuestros veteranos y combatientes de Malvinas. Y vos decías que el mundo requiere que todos nos atengamos, todos, nos atengamos al Derecho Internacional y a las resoluciones de Naciones Unidas. ¡Gran idea! ¡Gran idea! Gran idea que no se aplica. Porque de los cinco países que conforman el Consejo de Seguridad -me refiero a los cinco países con silla permanente y derecho a veto-, todos salvo China, todos -hablo de EE.UU., hablo del Reino Unido, hablo de Francia, hablo de Rusia-, todos, en algún momento, no han respetado las normas del Derecho Internacional. Todos, todos, todos.
Es más, hemos denunciado el doble estándar en materia de derecho internacional de las potencias que se creen por encima del resto de los países y no respetan el derecho internacional. De hecho, la ocupación por la fuerza de nuestras Islas Malvinas encuentra al Reino Unido apoyado también por otras potencias, que cuando no les conviene apoyar una invasión, la rechaza, y cuando les conviene porque son sus aliados, está todo bien.
Entonces, dramáticamente, los argentinos y las argentinas, dramáticamente, vemos ese doble estándar en nuestra propia tierra, en nuestro propio suelo.
Cuando el otro día abrazaba a cada uno de esos veteranos, combatientes, que trabajan en el Senado, y a los cuales les dimos un diploma, los abrazaba, qué le puedo hablar a ellos de la OTAN, si la OTAN nos puso una base en Malvinas. A 14.000 kilómetros, copresidentes, tenemos una base de la OTAN a 14.000 km del Reino Unido, diciendo que esto no es territorio argentino.
Entonces, y en esto también quiero rescatar el valor de la coherencia, porque cuando en el 2014 Argentina formaba parte del Consejo de Seguridad, en forma temporal como el resto de los países, se produjo la anexión de Crimea. Mejor dicho, en ese momento era la consulta popular que se iba a hacer en Crimea para ver si quería pertenecer a Rusia o a Ucrania. Y mi país, yo era su mandataria, votó una resolución de Estados Unidos condenando lo de Crimea, porque como somos coherentes, respetamos el principio de integridad territorial a lo largo y a lo ancho de todo el planeta.
[…] Quiero con esto decirles que es necesario que nos replantemos seriamente el mundo en el que queremos vivir. En cuanto a la desigualdad, fijate vos que, fíjense todos, que el periodo en donde menos desigualdad hubo fue el periodo entre el 45, o sea en la posguerra, hasta la caída del muro de Berlín. Ese fue el periodo de menor desigualdad: donde estaba el Estado de bienestar. Acá también. La organización gubernamental que creo que es en la que trabaja Thomas Pikety, acaba de decir también que fue la primera década en la que la región latinoamericana más trabajó y disminuyó la desigualdad.
Y la verdad que me siento muy honrada, porque en el año 2012 un informe del Banco Mundial dijo que la Argentina en la última década, estamos hablando del año 2012, para atrás, la última década, la argentina había duplicado la clase media. Mayor símbolo de movilidad social.
Y creo, y creo sinceramente que debemos abocarnos a eso: a lograr una ingeniería nueva que permita abordar con mayor eficiencia, con mayor justicia, con mayor equidad, el problema de la desigualdad.
También necesitamos normas de derecho internacional que sean respetadas por todos los países. Absolutamente por todos los países, sin ningún tipo de distinción. En este sentido, también quiero rescatar el apoyo por nuestra lucha allá por los fondos buitres, que en América nos distinguió para hacer una resolución que permite ahora que los estados no puedan ser extorsionados como lo fue Argentina en aquel momento por los fondos buitres. Fue una resolución muy importante de la ONU en ese momento.
[…] Permítanme terminar. Hoy es un día muy especial también, 13 de abril, porque hace 6 años, 4 meses después de haber finalizado mi segundo mandato, 13 de abril del 2016, fuimos citados el actual gobernador de la provincia de Buenos Aires, que había sido mi ministro de Economía, otro funcionario del Banco Central y quien les habla, por un juez que decía que habíamos… No, no, no, no, no, Dios, ya está. Dios. Que había sido por operaciones muy corrientes de todos los bancos centrales, de las operaciones de dólar futuro. Una medida de carácter política, una decisión de carácter político que jamás podía haber sido judicializada. Pero que además de haber sido judicializada, se comprobó que, al contrario, no había causado ningún perjuicio. Por el contrario.
Y llama la atención que por una decisión política absolutamente reglada, reglamentada, transparente y legal, se haya procesado, estuve procesada por esa causa durante 5 o 6 años, ¿no? Sí, 6 años.
Y que, después de que nuestro país fue endeudado por el préstamo más grande del que se tenga memoria, e ilegal también la forma de otorgarlo por parte del FMI, ningún juez haya advertido alguna irregularidad o alguna ilegalidad. Raro.
Porque debemos también abordar un tema, tal vez más latinoamericano, Javi, que es el partido judicial como el instrumento contra los gobiernos nacionales y populares. Afortunadamente ustedes, Javi, tienen suerte; estas cosas por lo menos si se producen nadie se entera, pero no sé si será el sistema parlamentarista o qué, pero hay déficits muy grandes en nuestra región en este sentido. Y no me parece desacertado que pueda compartirlo con mis compatriotas latinoamericanos que saben de qué estoy hablando y también con mis compatriotas europeos. Todos tenemos algo de Europa, soy Fernández, así que…
Bien, nada, decirles a todos y a todas que muchas gracias y que sigamos debatiendo estas cuestiones, pero además del debate podamos pasar, como decía un líder que no era de mi partido, a efectividades conducentes.
Muchísimas gracias a todos y a todas.
Lo que tenía que decir al final no lo dije todavía. Ahora lo voy a decir: Declaro formalmente inaugurada la decimocuarta sesión plenaria de la Eurolat. Gracias a todos y a todas.