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Gerardo Morales: nuevos escenarios para la política: El arte de instalar el terror y el desgobierno

dassenPor la Lic. Rosario Dassen. Secretaria Académica Instituto Superior Tupac Amaru. Tengo 42 años. Gran parte de mi infancia transcurrió en la dictadura cívico-militar. Mi primera juventud, durante las más salvajes políticas neoliberales que imprimieron en mis ojos imágenes dolorosas: niños sobre montañas de basura que sus padres o hermanitos juntaban para vender algo y poder comer; abuelos desahuciados en las filas de los bancos, hombres y mujeres llorando por la calle, jóvenes sin proyecto y con hambre.

Volví a creer en una democracia y la posibilidad de un país que recuperara la paz y la dignidad, cuando un presidente tuvo los huevos para conducir un proceso basado en los valores de la participación popular, una distribución más equitativa, la soberanía, la vigencia de los Derechos Humanos.

En ese proceso, pacífico y respetuoso pero no exento de conflictos, por supuesto, conocí la diferencia de una democracia real y una formal.

En este contexto y con el tiempo, la vida me dio la oportunidad de conocer a una organización social, surgida de la lucha por superar la infernal expropiación que los años 90 habían producido en miles de argentinos, puntualmente de jujeños y jujeñas.

Nadie me contó cómo era la Tupac Amaru y sus logros. Yo lo vi, lo escuché, lo toqué. ¿Ángeles inmaculados que impecablemente van conquistando derechos sociales, políticos y culturales con una varita mágica? No.

La Tupac Amaru está integrada por hombres y mujeres que trabajan, estudian, que ríen, lloran, que se levantan, se pelean, se amigan, se juntan, debaten, militan, … Fundamentalmente en forma colectiva. Han aprendido que la única forma de conseguir derechos, es a través de la lucha comunitaria.

Hace ya dos años me invitaron a coordinar el Instituto Superior Tupac Amaru, conocido como “el Terciario de la Tupac”, centro educativo donde 2000 estudiantes se forman para ser agentes sanitarios, enfermeros profesionales, técnicos en Turismo, en Economía social y Diseño y Producción de Indumentaria. Sólo cuando algún/a estudiante me lo comenta, sé que son de la organización, en general para justificar que tienen alguna actividad en la obra, la copa de leche, el roperito, etc… Si no, no hay ninguna necesidad de saber si pertenecen o no a la Tupac.

En la organización estamos acostumbrados a la campaña de desprestigio y criminalización que la UCR de Jujuy, intenta sistemáticamente instalar en la provincia. Pensé que mi capacidad de asombro ya había sido puesto a prueba. Gran equivocación.

Mis ojos se llenan de lágrimas por la impotencia e indignación frente a discursos de degradación, subestimación y mentiras hacia los que integramos la organización. Decir que existe una cultura de la violencia cuando trabajamos todos los días en los distintos espacios que permiten el acceso real a derechos en las centros de Salud, las farmacias, las viviendas, las fábricas; frente a la militancia en las copas de leche, los roperos, el trabajo comunitario; los jardines, las primarias, secundarias y el Terciario, el Centro Cultural en Alto Comedero, las fiestas y ceremonias, los polideportivos. En fin…podría enumerar un día entero los logros de la Tupac. Pero para eso está su página web.

Siento impotencia frente a las ideas que se intentan instalar. ¿Cultura de la violencia? ¿Restablecer pautas de convivencia? Quisiera saber cuántas personas viajan a Jujuy para visitarlo. ¿Cuándo ha sido noticia en el país que no se puede ir a Jujuy por el clima imperante de violencia?

¿No es violencia, en cambio, que desde el momento en qué Gerardo Morales dio por iniciada su campaña, haya comenzado sistemáticamente (invito a los lectores a googlear y chequear esto), a instalar en los medios prácticamente todos los días, la idea de caos, desgobierno y violencia en la provincia, a partir de suposiciones, acusaciones y entreveradas y falaces construcciones teóricas?. Eso es terrorismo mediático.

¿Que los miembros de la organización somos esclavos, actuamos obligados, trabajamos por planes sociales? ¿Militamos matando gente? ¿No es violento que nos subestimen y acusen de esa forma?. ¿No es eso discriminador, ya que la mayoría de la composición de la organización y de los que no lo son -pero que comparten los espacios donde la Tupac brinda servicios-, son trabajadores que con gran esfuerzo aspiran a una vida más digna…?

No me da vergüenza. Mis ojos lloran, ante tanto maltrato, prejuicio y desprecio hacia mis compañeros.

Y también lloran por ver como la Democracia se degrada cuando un candidato, sin nada en las manos, sólo palabras y palabras de caos, confusión y difamación, intenta repetir el desgobierno y la crisis de la que fue parte activa como funcionario de la Rúa.

Gerardo Morales ya juzgó, investigó e imputó en el caso del joven Ariel Velázquez. Con él sus contradictorios aliados políticos y mediáticos.

Ya no importa la Justicia, los derechos, el respeto, la verdad, la realidad. La contienda limpia y libre en la política. Asistimos a nuevos escenarios para el terror y el desprecio de lo humanitario.

Nosotros, vamos a seguir militando con seriedad, con hechos concretos, con una subjetividad que las organizaciones sociales han conquistado desde dignidad y la participación.

Y sobre todo desde ese mensaje que dos mujeres que nos conducen, valientes, lúcidas y democráticas nos transmiten: pelear la democracia desde la alegría.

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