El Fondo Monetario Internacional (FMI) concluyó su quinta revisión del acuerdo stand by que firmó la Argentina con el organismo en 2018 y concluyó, a diferencia del resultado que había marcado en junio del año pasado, que la deuda del país es «insostenible» y pidió una «contribución apreciable» de los acreedores.
El escenario trazado por el FMI sigue la misma dirección que el que planteó la semana pasada el ministro de Economía, Martín Guzmán, en el Congreso de la Nación, cuando expuso sobre el proyecto de renegociación de la deuda recientemente aprobado por Diputados.
De esta manera, el organismo internacional abre la puerta para una quita, ya que el país no tiene «capacidad de enfrentar el nivel y el servicio de la deuda pública».
En su intento por renegociar la deuda y lograr una quita sin entrar en default ni ahuyentar a los acreedores, la expresión del FMI cobra una importancia mayúscula en el camino delineado por el gobierno de Alberto Fernández, que tendrá, ahora, una posición más favorable frente a los bonistas.
En su declaración, los enviados del Fondo Julie Kozack, subdirectora del Departamento del Hemisferio Occidental, y Luis Cubeddu, jefe de Misión para Argentina, manifestaron que «que la capacidad de enfrentar el nivel y el servicio de la deuda pública de Argentina se deterioró significativamente en comparación con el último análisis de sostenibilidad de la deuda del FMI, publicado en julio de 2019».
«En esa ocasión, la evaluación general fue que la deuda pública de Argentina era sostenible, pero no con una alta probabilidad, dados los riesgos sustanciales, que incluían: (i) problemas en refinanciar la deuda por el aumento de nuevas emisiones de corto plazo; (ii) vulnerabilidad de la trayectoria de la deuda pública a la volatilidad del tipo de cambio, dado que una gran parte está denominada en moneda extranjera; y (iii) grandes necesidades de financiamiento externo, variable que por lo general es buen un predictor de crisis en economías emergentes», agregaron.
La sostenibilidad «con baja probabilidad» que habían diagnosticado en su última revisión implicaba que, frente a los riesgos que ponía de manifiesto, el gobierno debía hacer algo para encauzar la deuda hacia una trayectoria de mayor sustentabilidad, pero ese escenario no incluye una reestructuración como sí lo hace la actual calificación de «insostenible».
«Desde entonces, esos riesgos a la sostenibilidad de la deuda se han materializado. De hecho, desde julio de 2019, el peso se ha depreciado en más del 40 por ciento, el riesgo soberano ha aumentado cerca de 1100 puntos básicos, las reservas internacionales han disminuido alrededor de US$ 20 mil millones y el PIB real se ha contraído más de lo que había sido proyectado», señalaron los enviados del Fondo.
«A la luz de estos desarrollos, y sobre la base del análisis de la sostenibilidad de la deuda de julio de 2019, el personal del FMI ahora evalúa que la deuda de Argentina no es sostenible», completaron.
De acuerdo con el análisis de la misión, el ajuste que habría que realizar para hacer frente a la deuda es inviable, como lo manifestó Guzmán en el Congreso, quien incluso proyectó el arribo al equilibrio fiscal en 2023. «Hay una premisa que tiene que quedar bien clara: no hay peor opción que la austeridad fiscal en una recesión. Cualquier otra alternativa es menos mala», había dicho el ministro en Diputados.
En este punto, el Fondo coincidió: «Específicamente, nuestra visión es que el superávit primario que se necesitaría para reducir la deuda pública y las necesidades de financiamiento bruto a niveles consistentes con un riesgo de refinanciamiento manejable y un crecimiento del producto potencial satisfactorio no es económicamente ni políticamente factible».
«En consecuencia, se requiere de una operación de deuda definitiva, que genere una contribución apreciable de los acreedores privados, para ayudar a restaurar la sostenibilidad de la deuda con una alta probabilidad», concluyeron.