Por Federico Venencia*. ¿Por qué sufrimos ante determinados acontecimientos de nuestra vida? Sencillamente porque no sabemos manejar nuestras emociones. El primer paso para lograrlo es distinguir la diferencia entre sufrimiento y dolor.
El dolor es en acto biológico del cuerpo humano. Es decir, es algo que no podemos controlar. Al martillarme el dedo siento dolor, al golpearme la cabeza siento dolor, cuando me ponen una inyección siento dolor. Todos estos actos son consecuencias de nuestro cuerpo, son la forma que tiene el mismo de decirnos que algo físicamente nos ocurrió.
Este tipo de dolor podemos sosegarlo con medicamentos, ir al médico o esperar que se calme con el tiempo, es decir, que podemos hacer algo para que biológicamente el dolor se vaya apaciguando.
Ahora, ¿qué pasa cuando sufrimos? ¿Qué es el sufrimiento?
El sufrimiento es un fenómeno interno y lingüístico. Es decir que se crea, se alimenta y desaparece desde lo lingüístico, desde el “cuento” que nos contamos a nosotros mismos.
Cuando alguien me dice algo que me duele (no te quiero más, sos un inútil, nunca vas a lograr nada en tu vida, etc.) desde ese momento internamente empiezo a sufrir. Cuando no logro alcanzar un sueño o un objetivo, empiezo a sufrir. Y ese sufrimiento se transforma en desmotivación, resentimiento, odio, impotencia, dejadez, maltrato, culpa, tristeza. Es decir que me invaden sensaciones que no me hacen feliz. Empiezo a bajar la calidad de mi propia vida.
Pero, ¿por qué sufro? Sufro por cómo interpreto la situación por la que acabo de pasar o estoy transitando. Si alguien me dice que soy un inútil y creo lo que esa persona me dice, voy a empezar a contarme internamente una historia sobre lo inútil que soy. Voy a empezar a crearme una identidad privada que se basará en lo inútil que soy y además me servirá de excusa para cuando no pueda lograr algo que es importante para mí. Ya que “soy” un inútil, posiblemente ni siquiera lo intente, porque me conté una historia de que no podré lograrlo.
Si un amigo no vino a casa cuando lo invité, podrá ser también una posibilidad de empezar a crearme ese sufrimiento: voy a pensar que no vino porque ya no le caigo bien, o porque se aburre con mi amistad, o porque solo me usó cuando yo le servía para algo.
Cuentos y más cuentos que nos contamos, sin ningún tipo de sustento y que solo nos sirve para sentirnos mal y sufrir.
Interpretar las cosas de un modo o de otro es lo que nos crea ese sufrimiento, que en ocasiones puede durar hasta años. Esa pelea con un ser querido que surgió por una interpretación que yo hice de lo que pasó, ¿le pregunté a la otra persona por qué me dijo lo que me dijo? ¿Por qué me lo dijo de esa manera? ¿Por qué no cumplió esto o si me hizo aquello? Seguramente no; solo lo interpretamos, y es ese el disparador para el nacimiento de nuestro sufrimiento.
¿Qué puedo hacer para dejar de sufrir?
Fundamentalmente dejar de contarnos ese “cuento” que tan mal nos hace. Buscar una interpretación de los hechos que nos sirva para sentirnos mejor, pensar que lo que yo creo puede no ser verdad, que puede haber ocurrido otra cosa diferente a como yo veo la realidad. ¿Qué pasa si ese amigo que no vino a casa solamente no vino porque estaba enfermo, o cansado? Pasa que sufrí innecesariamente. El cuento que me conté solo me sirvió para que emociones frustrantes incidan en mi calidad de vida.
El no preguntar, chequear, conversar con la otra persona va a llevarme a interpretar de formas que el sufrimiento me convierta en víctima.
Entonces, si desde mi interpretación de los hechos voy forjando y alimentando los distintos sufrimientos que tengo, entonces ¿qué me impide interpretar las cosas de otra manera, contarme otro cuento para así poder disolver el sufrimiento y vivir una vida más plena?
* Master Coach Ontológico