Por una Universidad libre de discriminación a las minorías sexuales y de violencia hacia la mujer

Por Erica Daniela Cari – Ph: José Luis Contreras. ¿Por qué se hizo la intervención en la elección Reina de la FHyCS? Porque en una Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales estudiamos carreras que tienen que ver con la sociedad, con los sujetos inmersos en ella y sus relaciones desde distintas disciplinas. En ese camino vamos deconstruyendo lo que aprendimos en otros espacios, lo vamos enriqueciendo a partir del conocimiento llamado científico.

Entonces, aunque nos cueste y nos resistamos hay situaciones que después de estudiar y “aprender”, ya no las volvemos a ver con los mismos ojos. Un claro ejemplo es el rol de la mujer en esta sociedad, vemos cómo a partir de determinados “rituales” como diría Bourdieu por ejemplo, se “naturalizan” acciones, es decir que llegado un momento, no nos damos cuenta de qué estamos reproduciendo mensajes o acciones que pueden perjudicar a algún grupo social, pasa claramente con las mujeres y la comunidad LGBTT (Lesbianas, Gays, Bisexuales, Transexuales y Travestis), cuando sin darnos cuenta, reproducimos constantemente el odio, la xenofobia, la misoginia, es decir la violencia que en un primer momento es simbólica, pero después se transforma en física.

¿Qué tiene que ver lo que se estudia en la FHyCS con la Elección de una Reina, un Chico 10 o una Reina de la murga?

Tiene completa relación, muchos dicen: “es solo una fiesta”, “el que no quiera participar que no participe y listo” pero va mucho más allá eso, va más allá de voluntades o miradas individuales, al menos dentro de una institución Universitaria y desde una perspectiva científica sea de género o de clase.

Seguir reproduciendo una elección de personas bajo parámetros de belleza establecidos, resaltar en el caso de las mujeres “sus atributos” que tienen que ver con sus condiciones físicas: las medidas de las partes de sus cuerpos, el color de su piel, el color de su cabello, la forma en que mueve las caderas para deleite de la platea masculina, la exposición de esas mujeres como si fueran cupcakes en una vitrina de pastelería o cortes de asado en una parrilla a la espera de ser consumidas por los comensales “hombres”, es una afrenta a la gran lucha por la liberación de la mujer de la opresión que en esta sociedad machista y patriarcal se ejerce, que intenta por todos los modos evitar que se siga viendo a las mujeres como objetos de consumo, situación que justifica flagelos como la trata de personas o la llamada cultura de la violación (poner la responsabilidad en la mujer por la violaciones o violencia que sufre de mano de los hombres).

La Universidad representa (aún con sus limitaciones y disputas internas) el agente primordial en el desarrollo de esas luchas, y si no hacemos nada, cuando vemos peligrar su desarrollo, si dejamos que otros y otras realicen una actividad que nos insulta, que nos dice claramente: “no nos interesa lo que pienses o sientas solo que te veas bonita, y si no lo conseguís, no importa, porque no nos importas”, nuestro rol, como docentes, como estudiantes, como parte activa de esta comunidad, simplemente no existe o no sirve. Se trata de un ámbito que, en supuestos, se presenta como el espacio de construcción de un saber elevado, de un saber que ayudará a la sociedad a mejorar.

En este sentido que todo esto pase esto dentro de una Facultad: que se suspendan clases, que se use un aula magna, tira por tierra toda la lucha, todo lo poco que con mucho esfuerzo se consigue en esta sociedad jujeña, una provincia cuyos índices de femicidios y violencia mediática, doméstica y sexual son alarmantes. A la vez que nos deja la pregunta: ¿Qué clase de profesionales se forman en ella?

¿Por qué el evento de elección de Reina discrimina?

En el caso de la elección de la Reina de la murga por ejemplo, se ridiculiza a la comunidad homosexual y trans a partir de escenas donde hombres se visten de mujeres, cuyos nombres tienen directa relación con un rol en la actividad sexual completamente pasiva, se dota a hombres de características femeninas y eso en sí mismo representa un insulto, para este tipo de sociedad en la que estamos insertos.

Esta imagen que de los homosexuales o transexuales se genera no es graciosa, no es ingenua, va configurando en todxs una forma de ver al que no entra en la categoría de “normal” se destaca de esas personas sus características sexuales, sus partes sexuadas, por encima del ser, del sujeto, de lo que la persona hace, siente o tiene para decir.

Se discrimina, porque el argumento de la diferencia biológica, de la diferencia sexual esconde la valoración positiva de roles y atributos que asignan subjetivamente a lo masculino y el disvalor o valoración negativa a lo femenino.

Según el INADI (Instituto Nacional contra la Discriminación) “la discriminación basada en el género es aquella que se ejerce a partir de la construcción social que asigna determinados atributos socio-culturales a las personas a partir de su sexo biológico y convierte la diferencia sexual en desigualdad social. La discriminación por género tiene su anclaje en antiguos estereotipos culturales y sociales que prescriben y determinan roles y funciones para varones y mujeres (como el caso de las “tradicionales” elecciones reina). Son estas prácticas discriminatorias las que excluyen y condicionan cotidianamente el acceso de las mujeres y de la comunidad LGTB  a sus derechos.

¿Por qué se elige el modo de la “intervención” en vez de otro menos confrontativo?

El año pasado se realizó la primera intervención, surgió casi de manera espontánea a partir de la iniciativa de una compañera y otros estudiantes que se sumaron. Este año la misma compañera llamó a la reflexión tanto a quienes organizan el evento: la conducción del Centro de estudiantes de la FHyCS – UNJu, a manos del frente “Juntos” (Integrate y Proyección) agrupación dependiente de la gestión del Decano Slavutzky y el Rector Tecchi, como a otros estudiantes y docentes de diferentes cátedras. En ese marco representantes de dicho órgano no la escucharon sino más bien la ignoraron y cuando ella se dirigió a plantearles la situación, le respondieron: “No tenemos obligación de responderte esa información”.

Las intervenciones se realizan cuando existe de parte de los que detentan el poder de representación una apatía y una indiferencia como la que se demostró en este caso, cuando de parte de ese pequeño grupo no se abre el debate a otras posturas que no sean las que ellos mismos expresan. Cuando las voces de todos no son tomadas en cuenta. Cuando impunemente utilizan recursos económicos y materiales de todos en actividades que no decidimos todos.

Entonces quienes se sienten insultados, vulnerados, no tienen otro modo de expresarse más que el propio cuerpo, y eso lo que se puso: el cuerpo, la integridad física de los y las que intervenimos.

Por otro lado, el significado del “espacio” no es menor: Era el aula magna, entonces tanto ellos (los que organizaban el evento y los que asistieron) tenían el mismo derecho que nosotros al hacer uso de un espacio público, de hecho recalcamos que inclusive el uso arbitrario y unidireccional de esa aula, fue repudiado por muchas compañeras, que no fueron consultados por la realización  de la fiesta. De todos modos quienes nos manifestamos no lo hicimos en contra del festejo, sino en contra de la discriminación que propiciaba el contenido del evento y la actitud de no consultar y menospreciar la decisión de todo el estudiantado y el resto de la comunidad académica.

¿Cómo continúa el reclamo?

Dependerá ahora de todos los involucrados, pero al menos los que estuvimos al frente de este llamado a la reflexión, propondremos continuar con el debate en los espacios donde si estamos todos, en las aulas, en los pasillos, en cada una de las cátedras. Ese es precisamente el objetivo: despertar el interés y pagarnos la charla seria, comprometida y crítica que nos debemos todos los que conformamos la FHyCS sobre la problemática de género.