Presentan ‘Mariposas en la memoria’, un libro que recoge el testimonio de familias de víctimas de femicidio

«Mariposas en la memoria» es el título del libro que se presenta este viernes en Libertador Gral. San Martín, que recoge los testimonios de las familias de ocho mujeres víctimas de femicidio. Son familias que perdieron a hijas, madres, hermanas, víctimas de femicidio. Familias que también son víctimas de esos femicidios que, en algunos casos, aún no tuvieron justicia.

El libro se presenta este viernes 6 a las 19 hs. en la Biblioteca Popular Bartolomé Mitre de Libertador Gral. San Martín, ubicada en Av. libertad esquina Independencia. La elección del lugar se relaciona con que todos los casos que se abordan en el libro corresponden a mujeres que vivían en la región Yungas.

«Un libro profundamente conmovedor que da voz a las familias de las víctimas de femicidios, quienes a través de sus historias nos invitan a reflexionar sobre el dolor, la lucha y la resiliencia», señalan en la invitación.

Alicia Bueno es una de las ocho investigadoras de la UNJu que trabajaron durante tres años en la realización del libro. «Los familiares de víctimas de femicidio siempre buscan reivindicar su lucha, ser tenidos en cuenta, que se recuerde a las víctimas y se hable del tema», comentó en diálogo con El Submarino Radio (FM Conectar 91.5).

La iniciativa de la Secretaría de Extensión Universitaria de la UNJu es, explicó Bueno, «como una forma de reparación ante este flagelo como es la violencia de género, y la violencia más extrema que es el femicidio».

El trabajo consistió en conversar con las familias de las víctimas y recopilar sus historias. «A nivel nacional, es la primera vez que una universidad explora este ámbito, reconstruir las historias y llevarlas a un libro», destacó la investigadora.

Para la realización de la investigación, convocaron a todas las familias de la zona; pero en el libro se recogen las historias de siete familias de ocho mujeres. «Las que no están, es por decisión propia que respetamos», explicó.

«El libro busca hablar de femicidio desde distintos ángulos. En la primera etapa hablamos de ellas, las mujeres, para recordarlas desde una perspectiva que quizás es la que menos hacemos. Quiénes eran, los sueños que tenían, qué les arrebataron a esas familias», señaló Bueno.

El abandono del Estado

El trabajo busca además rescatar lo que han perdido las familias, que en muchos sentidos «siguen siendo violentadas», afirmó la investigadora. En este sentido, se refirió a medidas del actual gobierno nacional, como la suspensión del pago dispuesto por la Ley Brisa a los hijos e hijas de víctimas de femicidio.

«Tienen que hacer de nuevo absolutamente todo el trámite, porque parece que para ellos no está acreditado que los hijos e hijas de víctimas de femicidio han sido víctimas de semejante hecho. Ahora tienen que acreditar todo y eso demora aproximadamente un año. Es tristísimo, los han dejado abandonados», señaló.

En esta línea, el libro viene también a advertir sobre los derechos de las víctimas de femicidio, directas e indirectas, que están siendo cuestionados y suspendidos.

«Las mujeres en contexto de violencia hoy han perdido beneficios que nos había costado mucho conseguir», comentó Bueno. Y agregó: «Hoy nos tiran en cara lo que ha sido Alberto Fernández, pero si bien fue una persona que nos usó, hizo cosas que eran necesarias. Que él pague en la justicia por lo que ha hecho. Pero hoy hay un discurso que trata de demonizar toda una lucha que existe y es real».

Para la investigadora, «es lamentable que hay gente que está sufriendo violencia y aun así sale a defender» las políticas de este gobierno nacional. «Hay que decir que no, que no está bien, que no hay que aceptar las violencias, que no son buenas, que no permiten desarrollarte a vos ni a tu entorno», indicó.

Las historias

Alicia Bueno repasó cada una de las historias plasmadas en el libro.

El caso más reciente que tomaron es el de Cesia Marlene Farfán, de Chalicán, «esta jovencita de 16 años que salió de la casa diciendo que iba al colegio pero se venía a una cita virtual y lamentablemente fue víctima de femicidio».

Fue en octubre de 2022. El femicida, José Méndez, era un joven con quien ella tenía un vínculo virtual. «Se iban a ver por primera vez -repasó Bueno-. Aclaramos esto para alertar sobre la peligrosidad que implica para los adolescentes conocer a una persona desde el anonimato. Y sobre todo, no avisar a nadie. Porque ella no le avisó a nadie».

Méndez fue condenado a perpetua en noviembre de 2023.

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En el otro extremo de la línea de tiempo, el caso más antiguo que aparece en el libro es el de Mirta Elizabeth Schmerbach, asesinada en mayo de 2009 en Bolivia. La mujer estaba en pareja con un empresario de Libertador, Gerónimo Ortega, con quien tenían negocios en Santa Cruz de la Sierra, Bolivia.

«De repente Mirta aparece en su domicilio maniatada, golpeada, ultrajada, y todos apuntan a quien era en su momento su pareja. Es un caso que ha quedado impune», remarcó la investigadora. Ortega estuvo detenido tres años pero luego liberado por la justicia boliviana por falta de mérito.

La historia de Romina Aramayo es otra de las que conmovieron a la sociedad durante años y también deja el sabor amargo de la falta de justicia. La joven fue hallada sin vida el 10 de abril de 2014, cinco días después de su desaparición, en inmediaciones del dique Los Molinos. En octubre pasado fue beneficiado con prisión domiciliaria Nicolás Villarroel, expareja de Romina. Lo habían detenido en 2020, cuatro años después del crimen, y su causa nunca llegó a juicio.

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El padre de Romina, Juan Aramayo, peleó sin descanso desde el primer día para que hubiera justicia para su hija. Hizo su propia investigación, participó de marchas y protestas, hasta que en 2019 murió sin haber alcanzado su propósito. «Su papá siempre siguió la pista por el lado de quien era en aquel momento la pareja de Romina, a quien nunca habían perseguido. Durante años Juan Aramayo pidió las pericias telefónicas, que finalmente llegaron hace unos tres años», recordó Bueno.

Esas pericias permitieron confirmar que Villarroel había citado a Romina aquel día. «Él había planeado y organizado absolutamente todo», afirmó la investigadora. En prisión domiciliaria, Villarroel sigue imputado y a la espera del juicio.

En el caso de Romina Aramayo, la justicia trabajó con enorme lentitud, quién sabe si por falta de capacidad o si fue por alguna otra razón. Similar a lo ocurrido con el femicidio de Rosita Aliaga, asesinada en 2015 y cuyo cuerpo fue semienterrado en el fondo de su casa. Alicia Bueno pone el acento en que los errores y descuidos de la investigación. «Se tomaron muy mal las pruebas», remarcó, y agregó: «Es un desastre lo que ha pasado».

Frente a esto, la familia de Rosita llegó a vender una casa para costear el gasto de enviar evidencias a un laboratorio en Salta. «Al no haber sido conservadas las pruebas, creen que va a ser imposible que se obtenga algún ADN». Si bien hay un sospechoso, un hombre que era pareja de Rosita, la sensación es que este crimen quedará impune. «La policía liberó la casa enseguida, y la familia, por desconocimiento, limpió todo. Y así, sin querer, borró todo indicio», detalló Bueno.

Rocío Juárez tenía 21 años y era muy introvertida. En realidad se llamaba Rosa, pero a ella le gustaba que le dijeran Rocío. El 2 de febrero de 2015 salió de su casa para ir a tomar un helado con una prima, y al volver es es abordada por un hombre que hacía dos semanas había salido de la penitenciaría de Gorriti, donde había estado detenido por una causa de abuso.

«La abordó, la subió a un remis en el que ella viajó con cuatro personas, sobre las piernas de él, llorando, rumbo a Calilegua», repasó Bueno. Rocío le tocó el hombro a una mujer que iba en el mismo auto en señal de pedido de ayuda. La mujer, al llegar a Calilegua, avisó a la policía. Lo mismo el remisero.

«Pero nadie hizo nada», resumió la investigadora. El cuerpo de Rocío fue hallado en la vivienda que habitaba el hombre, Juan José López, que en 2016 fue condenado por femicidio, en la primera sentencia dictada en Jujuy bajo esa figura.

Ese mismo 2016 fue asesinada Yanina Gira, asesinada por su expareja en un hotel en San Pedro. Ella estaba embarazada producto de una nueva relación. «Cuando ellos se separan él se lleva absolutamente todo. Él la cita en ese hotel y ella fue para ver si recuperaba algo. Pero él la ultima y escapa a Bolivia con la complicidad de su familia», recordó Alicia Bueno.

David Mario Vega fue condenado por el femicidio de Yanina en 2022.

El de Rocío Ocampo fue el primer femicidio en pandemia. Se cometió en Yuto, en 2020. «Ella estaba en una fiesta familiar. Su expareja había salido hacía poco de la cárcel porque ya había tenido un intento de femicidio contra ella. La llama una supuesta amiga, ella sale de la casa para reunirse con la amiga, lo encuentra a él, y él automáticamente le dispara en el rostro», sintetizó Bueno.

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Como se dijo, las familias que dan su testimonio en el libro «Mariposas en la Memoria» son siete. Sin embargo, es preciso hablar de ocho víctimas de femicidio. Porque está la historia de las hermanas Ramona y Pamela Gorosito, también de Yuto, asesinadas ambas en abril de 2022 por la expareja de Pamela.

«Fue terrible. Pamela estaba en pareja con Broi y para salir de la violencia se va a vivir con su hermana en Salta. Las dos vienen a Yuto a pasar las pascuas, él se entera, las va a buscar a la casa de la abuela de ellas y las mata a las dos», repasó Bueno.

Doble femicidio de Yuto: Javier Broi fue condenado a prisión perpetua

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