Las internas en el gobierno de Javier Milei derivaron en el despido del ministro de Infraestructura, Guillermo Ferraro. Además, el Presidente habría decidido eliminar esa cartera, que abarca Transporte, Obras Públicas, Vivienda, Telecomunicaciones, Energía y Minería, trasladando todas esas áreas a Economía.
Ferraro se convirtió en el primer ministro en dejar el gabinete, a los 46 días de gobierno, después de haber filtrado dos frases de Milei contra los gobernadores que se oponen a partes de la Ley Ómnibus: “Los voy a dejar sin un peso” y “Los voy a fundir a todos”. No obstante, otra interpretación indica que el motivo de fondo hay que buscarlo en las promesas que el ahora exministro les había hecho a algunos gobernadores a cambio de que sus diputados aprobaran la ley, sin que esos compromisos hayan sido avalados por el Presidente.
Tras conocerse este jueves por la noche la noticia del despido de Ferraro, en la red social X, usuarios cercanos a Luis Caputo anticiparon que Infraestructura dejaría de ser ministerio y pasaría a ser secretaría bajo la órbita de Hacienda. “Atención. El Ministerio de Infraestructura dejará de existir y pasará a ser Secretaría bajo la órbita de Toto Caputo, super Ministro de Economía. Buena decisión. No hay plata”, tuiteó el usuario Osvaldo ‘Beto’ Mendeleiev.
Mendeleiev es parte del armado comunicacional del titular de Economía, aunque eso no sería suficiente para dar credibilidad a su publicación. Lo que la sostiene es que recibió un “Me gusta” del presidente Javier Milei.
La salida del ministro
Ferraro provenía del Grupo América, el conglomerado de Eduardo Eurnekian. Trabajó en uno de los proyectos de mayor envergadura del grupo, el Túnel Trasandino Central. Como se sabe, también Milei proviene del grupo de Eurnekian y lo mismo ocurre con el jefe de Gabinete, Nicolás Posse.
En la tarde de este jueves se difundió la versión de que en la reunión de gabinete de la mañana, Milei se despachó contra los gobernadores con las frases dictatoriales “Los voy a dejar sin un peso” y “los voy a fundir a todos”.
Varios gobernadores salieron a responder. Entre ellos, el rionegrino Alberto Weretilneck: “Dejen de amenazar y convoquen al diálogo. Dejen de apretar y busquen acuerdos grandes para avanzar como sociedad. Saquen de su cabeza vernos de rodillas”.
Hubo otros que hicieron trascender respuestas a las amenazas, igual de amenazantes: “La confrontación significa que, nosotros, las provincias, los vamos a dejar sin petróleo, sin energía, sin nada”.
Al atardecer, también se difundió que Milei pediría la cabeza del ministro que filtró las frases de la reunión de gabinete y dos horas más tarde se deslizó que el apuntado era Ferraro. Como es natural, el desplazamiento del titular de Infraestructura confirma que las frases fueron dichas. La Casa Rosada castigó la filtración y, hasta el momento, no se retractó de la violencia desplegada en los últimos días.
Las internas
Las internas en el Gobierno parecen no tener control. El periodista Raúl Kollmann detalló en Página/12 la serie de episodios que evidencian el conflicto.
El más resonante es el de Milei con su vicepresidenta, Victoria Villarruel. La confrontación fue un secreto a voces pero se hizo pública cuando Villarruel retuiteó una nota del diario británico Financial Times que de manera explícita planteaba la posibilidad de que la Vicepresidenta reemplace al presidente.
Esa interna derivó en que Milei terminó sacando los ministerios de Seguridad y Defensa de la órbita de la Vicepresidenta. En la campaña electoral, el presidente había prometido que esos dos ministros serían del palo de Villaruel, pero eso no ocurrió. Le dio ambas carteras a Patricia Bullrich.
En este mes y medio, prácticamente todas las semanas se dio por renunciado al ministro del Interior, Guillermo Francos, señalado como el dialoguista del gabinete. Todo indica que las versiones de renuncia eran falsas, pero las difundían otros integrantes del gabinete.
Quienes conocen la vida cotidiana de la Casa Rosada afirman que Francos tiene el respaldo de quien verdaderamente decide: Karina, la hermana del presidente.
El descontrol se evidenció en la furiosa pelea entre Caputo, el diputado aliado Miguel Ángel Pichetto y el también diputado radical aliado, Rodrigo De Loredo. Todos se enfrascaron en una batalla a través de la red social X, acusándose de cobardía y de distintas amenazas directas e indirectas. En lugar de un diálogo de bajo perfil, eligieron tirarse misiles dialécticos, sin que nadie —debió ser el presidente— obligara a bajar el tono.
En estas semanas, también jugó sus fichas la ministra de Seguridad, buscando un protagonismo aun mayor que el del presidente. Bullrich se lanzó a un operativo disparatado frente a la movilización convocada por la CGT. El resultado fue un notorio fracaso: los manifestantes cortaron las calles y avenidas sencillamente porque el número desbordaba las avenidas De Mayo, Callao, Entre Ríos, Rivadavia y casi todo el centro porteño. La ministra ordenó cortar el Puente Pueyrredón, poniendo las cosas al borde de un choque entre manifestantes y fuerzas de seguridad.
Más allá de estos juegos caóticos de poder, hay rumores de internas en el equipo de comunicación del gobierno; tensiones en el área económica entre Luis Caputo y Federico Sturzenegger; idas y vueltas groseras en Cancillería, choques entre Martín Menem y José Luis Espert en Diputados y presiones para que Mariano Cúneo Libarona retome las persecuciones judiciales de la época de Mauricio Macri.
Es un todos contra todos áspero y sonoro, sin que nadie frene los choques y con un presidente que, por el contrario, encabeza los ataques de furia. Lo asombroso es que los desequilibrios se dan de manera acelerada cuando podría decirse que esto recién empieza: aparecen los primeros rechazos en el Congreso y en la calle, pero la lógica indica que habrá reacciones mucho mayores en febrero-marzo con altísimos niveles de inflación, recesión, el boleto a 270 pesos, el tremendo costo de los útiles escolares, y aumentos siderales en la cuota del colegio o la prepaga.