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Varios testimonios ya habían dado cuenta de la presencia del obispo de Jujuy, José Miguel Medina, en el centro clandestino de detención que funcionó en el penal de Villa Gorriti. Pero el de ayer fue más allá: una testigo víctima relató que el cura le apuntó a la cabeza con un arma para que se confesara.
En la audiencia de ayer prestaron testimonios tres testigos víctimas de la dictadura militar en Jujuy, dos de ellas desde Francia por videoconferencia y la restante en la sala, quien denunció que la actuación de la iglesia local fue más allá colaboracionista.
Eulogia Garnica de Cordero es una testigo sobreviviente de la Noche del Apagón. Sus dos hijos fueron detenidos por las fuerzas represivas en Jujuy y aún permanecen desaparecidos. Relató que estando en la cárcel provincial, recibió en una oportunidad la visita del obispo diocesano de Jujuy, José Miguel Medina: «Quiso confesarme, pero yo me opuse y le dije que no me confesé ni cuando me casé, y sacó de entre sus ropas un arma y me apuntó en la cabeza y me dijo que debía confesar qué hacían mis hijos y mi marido, que estaba preso, y yo le conteste que si era un ministro de Dios en la tierra me tenía que decir dónde estaban mis hijos, y bajó el arma y se fue”.
La mujer estuvo presa en las comisarías de Libertador Gral. San Martín, Calilegua y San Pedro de Jujuy. «Todos los días pienso y siento a mis hijos y los quiero ver, no quiero sus huesos», dijo.
La mujer fue secuestrada de su casa en Calilegua junto con su hijo Domingo Horacio el 20 de julio del 76. Luego de pasar por varias seccionales policiales, fue alojada en el Centro Clandestino de Detención que funcionaba en la localidad de Guerrero, donde fue torturada y vejada durante diez días.
Su otro hijo, Miguel, trabajaba de portero en una escuela, de donde fue secuestrado por gendarmes, quienes fueron a buscarlo con la excusa de que el padre, que estaba detenido, quería hablar con él. Nunca más se supo nada de Miguel.
Eulogia denunció que durante la Noche del Apagón muchos trabajadores cañeros y estudiantes fueron detenidos y llevados en trailers del ingenio Ledesma, a dependencias policiales y a la sede de la Gendarmería Nacional, que está ubicada en los predios de la planta fabril.
Afirmó que estuvo a punto de perder una de sus manos por haber estado atada por mucho tiempo con alambre, «me la salvaron en Devoto», dijo, y que un enfermero le curaba las heridas con agua y querosén en la cárcel de Gorriti.
Mencionó a los represores Néstor Bulacio, jefe del Área 323 y Mariano Braga, a quienes vio cuando fue a pedir permiso al RIM 20 para ver a su esposo, fundador del Sindicato de Cañeros de Calilegua, quien estuvo preso desde 1974 y durante siete años.
A la distancia
También declararon Martina Chávez y María Niufa Hokofler, desde el consulado argentino en Francia, mediante videoconferencia. Las dos mujeres fueron secuestradas en la localidad de San Pedro de Jujuy, y luego llevadas a la cárcel de El Buen Pastor y trasladadas al penal de barrio Gorriti, para finalmente ser liberadas en la cárcel de Villa Devoto. En 1980 se exiliaron en Francia. Ambas trabajaban en la Dirección de Enseñanza de Adultos (DINEA).
Los abogados querellante solicitaron que las testigos pudieran ver y saludar a los familiares de las tres mujeres desaparecidas, al igual que a Eulogia Garnica, y la sala estalló en llantos y felicidad.
Chávez contó que vio a Dominga Álvarez de Scurta, Alicia del Valle Ranzoni y Juana Torres Cabrera cuando llegaron al penal de Gorriti, “muy torturadas”. Dominga con muchos golpes, Juana todo su cuerpo estaba llena de moretones y Alicia tenía destrozado un tímpano.
Fue secuestrada en San Pedro el 16 de mayo del 75, estuvo detenida en la comisaría de la localidad y trasladada a la sede de la Gendarmería Nacional en los terrenos del complejo fabril de Ledesma, donde efectivos de esa fuerza, la violaron mientras era interrogada.
Señaló que su hermana menor, Delia, comenzó a buscarla, y por ir a preguntar por ella a la Gendarmería también la sometieron sexualmente y que por ese trauma quedó “muda”.
Recordó que habló con las tres mujeres. «Ellas me dijeron que las iban a matar», señaló. En efecto, Dominga, Alicia y Juana fueron retiradas por personal policial de la provincia el 10 de junio de 1976, y nunca más se las vio.
En la cárcel de Gorriti conoció al represor Mariano Braga, quien fue condenado a prisión perpetua en Jujuy por la desaparición y asesinato del militante peronista Julio Rolando Álvarez García. También vio a los procesados Carlos y Ricardo Ortiz (hermanos), y al comisario de la policía jujeña Ernesto Jaig. “Todos los días amenazaban a las detenidas mujeres”.
La otra mujer que declaró desde Francia, Hokofler, relató que fue secuestrada del Hospital Paterson de San Pedro y la llevaron a la sede policial de La Mendieta, donde estuvo como desaparecida por espacio de ochos días. Estuvo en la prisión del Buen Pastor y en el mes de noviembre de 1975, los militares la llevan a la cárcel de Gorriti.
Recordó a las tres mujeres y a los tres represores mencionados anteriormente. Relató que Bulacio le dijo que la iba a mandar a la Antártida «con todos los desaparecidos».
En la segunda etapa de los juicios por los crímenes de lesa humanidad están siendo juzgados Antonio Orlando Vargas, condenado a 25 años de prisión en el primer juicio, ex interventor en la cárcel de Jujuy; el suboficial del Ejército César Darío Díaz, y los guardiacárceles Carlos Alberto Ortiz, Orlando Ricardo Ortiz, Mario Marcelo Gutiérrez y Herminio Zárate, por las causas de las detenciones y desapariciones de Dominga Álvarez de Scurta, Osvaldo José Gregorio Giribaldi, Jaime Rafael Lara Torres, María Alicia del Valle Ranzoni, los hermanos Juana Francisca y Pedro Eduardo Torres Cabrera y Jorge Turk Llapur.
