Uruguay se queda sin agua y el gobierno de Luis Lacalle Pou no da respuesta

Uruguay tiene sed. Si bien no es un desierto, la sequía que atraviesa el país vecino, tiene consecuencias palpables en la calidad de vida de los montevideanos y de una gran cantidad de habitantes del país charrúa. Situación que ha convulsionado las calles de la capital que en las últimas horas han registrado manifestaciones por la falta de agua potable.

Un país cuyos habitantes están acostumbrados a abrir la canilla y servirse un vaso de agua sin temor de beber un líquido contaminado está mutando a otra realidad, donde al probar el agua se produce de inmediato un gesto de desagrado en quien la bebe, producto de la mezcla de los suministros con agua del estuario del Río de la Plata.

Alicia Fernández, de 52 años, comenzó a abastecerse de botellas de agua mineral envasada en los supermercados, un producto que no estaba acostumbrada a comprar. «Si probás el agua de la canilla es como tomar un vaso de sal en medio del desierto. No tiene nada que ver el sabor del agua de antes con el actual por eso estoy comparando precios de las marcas de agua embotellada que son bastantes onerosas”, afirmó.

En rigor, debido a la sequía y a la crisis en las reservas, el gobierno de Uruguay decidió combinar agua dulce con agua del estuario del Río de la Plata para aumentar los niveles de suministro y, al mismo tiempo, realizó una extensa campaña de concientización para cuidar el elemento.

Álvaro Delgado, secretario general de la Presidencia, señala en cuanto medio de comunicación puede: «Los uruguayos ya demostramos que somos capaces de superar emergencias. Si reducimos el uso del agua, podemos sostener las reservas hasta que lleguen las lluvias que tanto necesitamos”.

Sin embargo, en los barrios de Montevideo, la ciudad más aquejada por la caída de las reservas, comenzaron las manifestaciones contra la administración de Luis Lacalle Pou al que acusan de inactividad y de no haber realizado las inversiones necesarias para paliar una posible contingencia climática como la que se posó sobre el territorio del país sudamericano.

Para muchos manifestantes la razón de esta crisis se debe a que el gobierno de centroderecha de Lacalle Pou no continuó con los planes de su antecesor en el cargo, la administración de izquierda de Tabaré Vázquez, que consideraba como vital desarrollar el plan bautizado, Presa de Casupá.

En los planos se trata de una obra hidráulica que hubiera asegurado el abastecimiento de agua potable al área metropolitana. Los estudios realizados se fundamentaban en la calidad del agua de la cuenca del río Santa Lucía. Los trabajos se remontan al año 2013 e involucraban a la empresa privada Aguasur y a la compañía estatal Obras Sanitarias del Estado (OSE) para identificar la alternativa más apropiada para el aseguramiento del abastecimiento de agua potable hasta el año 2045 en condiciones de calidad, cantidad y confiabilidad.

Pues bien, los expertos concluyeron que  “la alternativa seleccionada es la de construir Presas en la cuenca alta del río Santa Lucía con centralización en Aguas Corrientes. Esta alternativa es, de todas las estudiadas, la que presenta los mejores índices de regulación, sin que haya que recurrir a la importación de agua de otras cuencas. La solución propuesta afirma que no existe déficit de agua, pero sí una carencia de regulación que permita almacenar aguas excedentarias para ser usadas en épocas de estiaje y que de otra forma se perderían inexorablemente en el Río de la Plata”.

Este plan no fue puesto en práctica y hoy se traduce en fuertes reclamos de la oposición política a Lacalle Pou por no haberlo contemplado.

El presidente del sindicato de trabajadores de la empresa estatal Obras Sanitarias del Estado (OSE), Federico Kreimerman, ha culpado a la falta de inversión estatal del déficit actual. Sin embargo, desde el Gobierno explicaron que se privilegió la licitación privada de la planta potabilizadora Neptuno, una iniciativa privada que superó los estudios de factibilidad en 2021 y que prevé obras en Arazatí, sobre el Río de la Plata para mejorar la capacidad de abastecimiento de agua potable de Montevideo.

En el ministerio de Ambiente explicaron que “el área metropolitana, que abarca Montevideo y parte de Canelones y de San José, tiene un problema bien importante, y es que depende de una sola fuente, que es el río Santa Lucía, y de una sola planta potabilizadora, que es Aguas Corrientes».

Esta situación era conocida por las autoridades desde comienzos de 2021. “Vamos a tener el segundo verano seco. Esto anticipa que tendremos problemas seguramente en el próximo año en materia de agua potable”, expresó en noviembre de 2022 el ministro de Ambiente, Adrián Peña, a pocos meses de haber asumido la nueva cartera, que fue creada por la ley de urgente consideración

A pesar de estos pronósticos sombríos que terminaron por eclosionar en la falta de agua potable en Montevideo y en esta cuenta regresiva hasta el próximo 23 de junio cuando se acaben las reservas de agua, se decidió dejar en stand by,  la solución de la presa de Casupá, con un financiamiento aprobado de 80 millones de dólares por el Banco de Desarrollo de América Latina, a la espera del análisis de alguna otra alternativa, como el inconcluso proyecto Neptuno.

Lo cierto es que hasta el día de hoy, mediados del mes de junio, la situación para los uruguayos no es optimista. A pesar de las lluvias pronosticadas para los próximos días, el fluido que se necesita es gigantesco.

Se requieren unos 650.000 metros cúbicos por día para abastecer a Montevideo y, el Paso Severino, una de las principales reservas, se encuentra en sus mínimos históricos que no se registraban desde el año 1949.

Por Antonio D’Eramo, en NA

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