Vacunas anticovid: Los laboratorios y su voluntad de crecer 

La voluntad de crecer por el mero hecho de hacerlo, de maximizar los beneficios a costa de cualquier otro criterio, por el simple placer de verlos aumentar, es la ideología que inspira a muchas grandes empresas, especialmente a las grandes firmas tecnológicas y a algunas de las mayores farmacéuticas del mundo, según se va comprobando gracias al testimonio de altos ejecutivos que, en algún momento de sus vidas, han comprendido que esa ideología, en el fondo, es la misma regla biológica que sirve para el virus de la covid-19 o para las células del cáncer.

Es la ideología que subyace detrás de la decisión de las cinco mayores empresas farmacéuticas que fabrican las vacunas anticovid de no levantar, aunque sea temporalmente, sus patentes para que puedan ser producidas a bajo coste de manera masiva en países subdesarrollados.

Es esa ideología la que está permitiendo que el virus tenga espacio para modificarse a sí mismo y seguir creciendo. Los científicos lo han dicho mil veces: la covid-19 adoptará una y otra vez diferentes formas si no se consigue vacunar a la inmensa mayoría de la humanidad. No sería fácil, pero se podría programar y hacer. De hecho, la inmensa mayoría de los habitantes del mundo está vacunada del virus de la viruela, de forma que este, literalmente, dejó de existir en la Tierra.

Simplemente, las compañías farmacéuticas dejarían de ingresar las increíbles sumas que ahora se embolsan.

Los números

BioNTech, Moderna y Pfizer han previsto ganar 130.000 millones de dólares para finales de 2022. Según Pfizer, en sus resultados trimestrales más recientes, la vacuna contra la covid-19 ha aportado unos ingresos de 24.300 millones de dólares. La farmacéutica espera unos ingresos totales de 36.000 millones de dólares relacionados con la vacuna para el conjunto de 2021.

Pfizer, BioNTech, Moderna, Johnson & Johnson (J&J) y AstraZeneca más que duplicaron su beneficio hasta el tercer trimestre de 2021, según los últimos resultados publicados por las diferentes compañías y recogidos por PlantaDoce. El beneficio conjunto de estas cinco compañías alcanzó a cierre del tercer trimestre de 2021 la cifra de 45.158 millones de euros, frente a los 19.960 millones de euros con los que cerraron el acumulado de enero a septiembre de 2020.

Las preguntas

¿Hasta qué punto los propietarios y responsables de empresas que toman decisiones en beneficio de sus intereses económicos a sabiendas de que esas decisiones causan daño físico y moral a sus clientes pueden hacer frente a las posteriores reclamaciones con un simple acuerdo económico, por muy elevado que sea?

¿Fue razonable que los empresarios que tomaron decisiones para hacer el tabaco cada vez más adictivo y que siguieron promocionándolo, aun después de tener pruebas fehacientes de que sus productos provocaban cáncer, pagaran con dinero y no fueran a la cárcel por ello?

La oxicodona

El debate vuelve a estar de actualidad, a cuenta de si se puede pedir responsabilidad penal a la familia Sackler, propietaria de Purdue Pharma y de un medicamento denominado OxyContin que provocó decenas de miles de muertes en Estados Unidos.

Una jueza federal de Nueva York acaba de decir que no, que la responsabilidad penal no puede quedar incluida en el acuerdo firmado por la familia y 3500 de sus demandantes en un tribunal de Quiebras, por mucho que se trate de 4.500 millones de dólares. La familia Sackler debe hacer frente a la devastación que causó y el acuerdo económico no puede privar a las víctimas de su derecho a demandarlos.

En el increíble trabajo de investigación realizado por Patrick Radden Keefe en su libro El imperio del dolor (Reservoir Books, 2021) se recoge una cifra impresionante: en el cuarto de siglo posterior al lanzamiento de la oxicodona, unos 450.000 estadounidenses han muerto por sobredosis de opiáceos. “En realidad, han muerto más estadounidenses por sobredosis de opiáceos que los fallecidos en todas las guerras en las que ha intervenido el país desde la Segunda Guerra Mundial”.

Según la Fiscalía de Nueva York, los miembros de la familia decidieron impulsar campañas agresivas de marketing sobre su OxyContin, rebajando a propósito el riesgo de adicción y de sobredosis. Fue durante años su producto estrella, el mayor éxito de sus laboratorios y les proporcionó decenas de miles de millones de dólares en ingresos.

La historia de la familia Sackler, una de las más conocidas y respetadas (hasta ahora) de Estados Unidos por su labor filantrópica (en universidades, museos e instituciones culturales varias), es simplemente una historia de poder y de codicia. Estaría bien que acabaran en la cárcel.

Por Soledad Gallego Díaz, en Diario El País

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