«No me podía quedar callado, por los compañeros», afirmó Ricardo Rivero, un trabajador de la planta de Cauchari que fue despedido tras haber reclamado por mejores condiciones de trabajo. En diálogo con El Submarino Radio (91.5), describió algunas irregularidades relacionadas con problemas en la provisión de elementos de protección, la falta de atención médica y también la falta de pago por zona desfavorable.
«Hace una semana me tocaba el descanso de 21 días, y antes de cumplir los cinco días me llega el telegrama de despido. Es por mi actividad sindical. Yo no soy delegado, soy un obrero, pero había una situación en la que no me podía quedar callado, por los compañeros», relató.
El régimen en Cauchari supone 21 días de trabajo y siete de descanso, pero algunos obreros no regresan a la planta. «Cada vez que bajaban a descansar los compañeros, alrededor de 70, quince ya no subían, precisamente por las malas condiciones de trabajo», afirmó Rivero.
Los reclamos son varios. Uno es el referido a la atención médica, puesto que en el lugar solo se pueden atender las urgencias. Rivero contó su propia experiencia: «Yo, por ejemplo, me contagié de hongos en los pies en la ducha del campamento, y eso causa molestias, picazón, no podía dormir. Y ahí no hay un médico que te dé un tratamiento ni tampoco la posibilidad de ir a una farmacia. Entonces uno está 15 o 20 días ahí, y cuando baja tiene solo cinco días para solucionar el problema, y si te tocan feriados no llegás».
También está el problema de la liquidación de las horas, que según precisó Rivero no se están pagando al cien por cien. «No se están pagando los sábados a la tarde, los domingos ni feriados», indicó. Sobre este punto, un grupo de trabajadores tuvo la intención de iniciar una medida de fuerza el último fin de semana, pero la intervención de la Uocra la frenó.
Estos y otros problemas motivaron que algunos obreros hicieran planteos ante los responsables de la obra. No muchos, por cierto. Rivero fue uno de los que expresó las inquietudes. «No me podía quedar callado, ante la inacción de los compañeros por temor ante el patrón para reclamar las cuestiones que son necesarias reclamar», dijo.
El montaje de la planta está a cargo de más de una empresa tercerizada. «Una de ellas les debe dos meses a los muchachos, están en tratativas», comentó Rivero, y aclaró que las condiciones de trabajo dependen de cada empresa. En su caso, estaba contratado por TCI Beton para realizar tareas eléctricas. «Ellos no pagan los días de descanso ni la zona. Nos pagaban como si estuviéramos trabajando en San Salvador, Ledesma o San Pedro, cuando estábamos trabajando a 4200 metros. No es lo mismo», detalló.
Describió además otras irregularidades, como por ejemplo que hicieran que un obrero que se había accidentado siguiera trabajando: «Sabemos que Higiene y Seguridad de las empresas son una pantalla para cumplir algunos requerimientos, pero no hay ética profesional, porque el compañero no se podía poner un guante por la venda en el dedo y lo hacían trabajar lo mismo».
«Tuvimos también un problema de contaminación con un cable de media tensión que estábamos tirando en una zanja, que viene con una protección para roedores, un químico. Y se dieron cuenta porque empezó a producirles comezón a los muchachos en la nariz y garganta, y a algunos les produjo diarrea. Desde ese hecho empezaron a trabajar con los EPP (elementos de protección personal) correspondientes, porque no lo estaban haciendo», señaló Rivero.
«Yo le mandé un mail a la gente de Recursos Humanos pidiendo explicación sobre los químicos con los que venían trabajando. Imagínese, tener contacto diario con un veneno que repele a un roedor», agregó.
-¿El Ministerio de Trabajo hace inspecciones para ver que se cumpla con los requisitos de seguridad?
-No, nada de eso.
Zoológico
«Somos como el zoológico de San Salvador», definió Rivero, y relató: «Cuando fueron los legisladores a visitar la planta, no permitieron que tengamos contacto con ellos ni con la prensa, nos aislaron. Era justo el horario del almuerzo, estaban inaugurando un comedor, y no nos permitieron tener contacto con ellos. Habrá sido porque imaginaron que íbamos hacer algún reclamo».
Actualmente trabajan en la planta cerca de 400 obreros. No todos son de Jujuy; hay de otras provincias y también chilenos. Están rotando permanentemente, por diversas razones. A algunos no les renuevan los contratos -que no son por tiempo determinado-, mientras que otros deciden dejar por voluntad propia. «El grupo de chilenos se volvió a su país. Renunciaron por la exigencia de productividad que hay que cumplir y también por lo salarial», contó Rivero.
La necesidad de terminar Cauchari II en agosto implica que se van a contratar a más trabajadores. Para fin de año está previsto que finalicen las tareas en Cauchari I.