Jujuy y El Eternauta: La paradoja de un pueblo solidario que vota individualismo

Por Carlos Catacata. Pasaron las elecciones en Jujuy. El oficialismo radical volvió a imponerse. Pero la verdadera sorpresa no fue el resultado en sí, sino el avance sostenido de los libertarios, que desplazaron al peronismo tradicional al tercer lugar. No es un dato menor. Es un síntoma. Y quizás también una advertencia.

Y mientras eso sucedía, El Eternauta, la serie basada en la historieta de Héctor Germán Oesterheld, explotaba en popularidad en Netflix. Una historia donde los héroes no son ricos ni poderosos, sino personas comunes que se cuidan entre sí para sobrevivir. Donde nadie se salva solo. Donde lo colectivo vale más que el “sálvese quien pueda”.

Esa contradicción entre lo que vemos, valoramos y aplaudimos culturalmente, y lo que votamos, es el gran dilema argentino (y jujeño) del presente.

Una provincia de buen corazón que elige modelos fríos

Jujuy es una tierra de gente trabajadora, solidaria, que se organiza para salir adelante cuando el Estado no llega. Vecinos que arman copas de leche, maestros que enseñan con lo poco que tienen, médicos rurales que hacen patria. Esa cultura del esfuerzo compartido está viva.

Sin embargo, en las urnas, muchos eligieron a quienes proponen desregular, recortar, ajustar, desfinanciar, desproteger. La solución es el mérito individual, la competencia salvaje, el “sálvese quien pueda”. Y, sin embargo, eso choca con el ADN más profundo del pueblo jujeño. A quienes exaltan el egoísmo como virtud, el mérito como dogma, y el Estado como enemigo. ¿Por qué?.

¿El voto es enojo? ¿Cansancio? ¿Esperanza mal encausada?

Es probable que el voto libertario no sea adhesión ideológica pura, sino respuesta emocional a una política tradicional que decepcionó. Pero el problema es que esa reacción puede tener consecuencias irreversibles.

Porque los modelos que hoy se votan con bronca, mañana serán leyes. Y cuando lleguen los recortes a los hospitales, los cierres de programas sociales o el desmantelamiento de políticas educativas, no se podrá alegar desconocimiento.

El Eternauta no es “woke”, es una advertencia

Fontevecchia lo dijo claro: El Eternauta no es una historia de superhéroes, es una parábola sobre la supervivencia colectiva. Y su éxito no es casual. Habla de algo que está latiendo en el inconsciente social: el deseo de volver a lo común, a la red, a la comunidad.

Entonces, ¿cómo puede ser que una sociedad que llora con historias solidarias vote políticas que celebran el individualismo, la competencia feroz y la crueldad justificada como eficiencia?

Una oportunidad para el peronismo: Dejar de parecerse a lo que se supone que combate

Tal vez la respuesta esté en una autocrítica. El peronismo tradicional, desconectado, burocrático, sin calle ni mística, fue superado porque no representa ya esa épica de lo colectivo. Y eso debe doler, pero también servir.

El mensaje es claro: si el campo nacional y popular no reconstruye su narrativa desde abajo, desde el pueblo real, otros van a ocupar ese espacio con mensajes de odio disfrazados de libertad.

La democracia no se agota en las urnas

La batalla cultural no se juega solo en campañas o en elecciones. Se juega todos los días. En las aulas, en los barrios, en la comunicación, en las redes, en las series que miramos y en las historias que elegimos contar.

El Eternauta nos recuerda algo que, como jujeños, sabemos desde siempre: nadie se salva solo.

Que no sea la ficción la única que lo diga.

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