Por Camilo Kay Haro Galli. La Virgen de Copacabana del Abra de Punta Corral visitó este sábado a los manifestantes que permanecen en el cruce de las rutas 9 y 52, en Purmamarca. El grupo Servidores de María Tilcara llevó a “mamita del cerro” para dar apoyo a los devotos que llevan ya 20 días en la protesta en contra de la reforma de la Constitución provincial. La imagen estuvo acompañada por los tradicionales sikuris.
La virgen llegó a Purmamarca “a pedido de las comunidades y de muchos peregrinos devotos», relató a El Submarino Diario Rolo Vilte, un referente del credo católico quebradeño.
«El Padre autorizó, porque su presencia hace mucho aquí en estos momentos difíciles que estamos viviendo los jujeños”, agregó, y llamó a “seguir perseverando, unidos, unidos en la oración, y todo esto se va a solucionar de la mejor manera; si nosotros tenemos paz en nuestro corazón, vamos a poder trasmitir paz”.
Rolo Vilte sostuvo que “a veces nos dejamos llevar por el poder, y es dañino cuando una persona llega al poder y se cree dueño de todo, más allá de la confianza que le hemos dado».
«Si yo hago algo malo, voy a pedir perdón”, completó.
Leo es integrante de Servidores de María Tilcara, un grupo juvenil vinculado a la parroquia tilcareña que pidió permiso para llevar a la «mamita del cerro» a los 15 días de la represión. “Los quebradeños creemos que puede ayudarnos, por eso el gesto de que la virgen venga a cobijar a sus hijos que están acá hace ya bastante tiempo. Es el momento de resistir, ya llegará el tiempo en que salga el sol”, confió.
A su turno, Mercedes afirmó que la virgen “sabe qué es estar en los cerros, alejada de los pueblos y las ciudades; ella tiene nuestro color y nuestros rasgos”. Su imagen, aseguró, “fortalece el espíritu y te da fuerzas. Ella sabe lo que es tener un hijo crucificado”.
Una devota de La Comunidad de Las Ánimas comentó: «Vengo de una familia aborigen y quiero la mejor solución. Estamos con fe. Me emocioné al ver a mis hermanos unidos junto a la mamita del cerro. Para mí la virgen es todo».
Relató luego su propia experiencia: «Cuando yo estaba mal, llegué llorando a Tumbaya, entregué mi vida a la virgen y en tres meses recuperé un futuro». Sobre esa base, dijo que tiene «esperanzas de que el gobierno reaccione, que tome conciencia de lo que estamos pasando», y aclaró: «Acá no hay ningún piquetero, somos todos de los valles y de los cerros. Yo quiero que el gobierno solucione esto para todos; los hoteleros, los gastronómicos, el pequeño emprendedor y las comunidades”.