El gasoducto Néstor Kirchner transporta 11 millones de m³ de gas por día, pero podría estar transportando 22 millones si el gobierno no le hubiera retaceado el giro de fondos a las constructoras a cargo de las obras.
El Estado nacional mantiene una deuda de 40 millones con las constructoras Sacde y Contreras, lo que impidió terminar las plantas para este invierno. Ahora, en cambio, debe importar combustibles líquidos de urgencia por 500 millones de dólares para afrontar el faltante de gas.
Cammesa se vio forzada el lunes a licitar de urgencia la compra de 12 cargamentos de fueloil y gasoil para hacer frente al mayor consumo de gas motivado por la ola de frío. Ese faltante hubiera podido ser cubierto al menos parcialmente si el gobierno hubiese terminado la construcción de las plantas compresoras del gasoducto Néstor Kirchner. Sin embargo, el freno a la obra pública demoró las obras y ahora deberán desembolsarse en junio unos 500 millones de dólares adicionales para hacer frente a la mayor demanda.
El Gasoducto Néstor Kirchner transporta en la actualidad 11 millones de metros cúbicos de gas por día (m³/d), pero si las plantas comprensoras de Tratayén, Salliqueló y Mercedes estuviesen en funcionamiento, la capacidad ya se hubiese ampliado a 22 millones. La responsabilidad por el atraso es responsabilidad del gobierno nacional ya que si hubiera girado los fondos cuando correspondía las plantas estarían terminadas y la capacidad de transporte del gas proveniente de Vaca Muerta se hubiese duplicado.
Obras demoradas
La planta compresora de Tratayén, a cargo de Sacde, podría entrar en funcionamiento a mediados de junio, lo que permitiría inyectar 5 millones de m³ diarios adicionales al sistema, lo cual representaría un ahorro de hasta 350 millones de dólares por año en sustitución de combustibles líquidos e importación de GNL.
La planta de Salliqueló, que está construyendo Contreras, con suerte va a estar lista en septiembre, mientras que la de Mercedes viene todavía más demorada, no solo por la responsabilidad oficial sino también por dilaciones por parte de la constructora Esuco, a cargo de la obra. Lo paradójico en este último caso es que a Esuco también le adjudicaron también la construcción de las plantas compresoras del Gasoducto Norte.
La demora se explica fundamentalmente porque durante los primeros meses de gobierno Enarsa dejó de pagarle a las constructoras que están a cargo de las obras. De hecho, le debe 30 millones de dólares a Sacde y 10 millones a Contreras, lo que forzó a ambas empresas a trabajar por debajo de su capacidad. Si la empresa estatal hubiese pagado en tiempo y forma ambos proyectos ya estarían terminados.
La deuda que arrastra el gobierno nacional llega a 40 millones de dólares, pero la decisión de no pagar lo fuerza ahora a desembolsar 500 millones, cuando con el gasoducto a full podría a haber necesitado importar, pero por menos de la mitad de ese valor.