Foto: CKHG

Tilcara: «Yo tengo mi casa, pero estoy en la calle», afirma uno de los desalojados 

Por Camilo Kay Haro Galli. César Chiliguay intenta ingresar a su casa. Es un exferroviario al que por años le descontaron del sueldo las cuotas que pagó por su vivienda, la misma que, sin derecho a defenderse, hoy está perdiendo a manos del gobierno provincial. Es uno de los tantos que debieron abandonar su casa en el barrio Radio Estación de Tilcara para dar paso a los locales comerciales e instalaciones del tren turístico que, según se anunció, empezará a prestar servicio en marzo.

Chiliguay nunca fue citado ante la justicia para que muestre «los papeles» que acreditan que es dueño de su casa. Su nombre ni siquiera figura en el expediente. “Hoy nadie se hace cargo de nada, nunca se acercaron a hablar conmigo”, se lamenta, mientras ve cómo se vulnera su derecho de propiedad.

“Estoy luchando para poder volver a mi vivienda y recuperar mis cosas”, afirma en diálogo con El Submarino Diario. Es que la policía apostada en el lugar no lo deja ingresar a su vivienda. “Dicen que tienen órdenes de arriba”, dice.

En el barrio, las máquinas topadoras enviadas por el gobierno están arrasando con las viviendas que ya fueron desocupadas y vaciadas por la policía. «Vino hace tres días la infantería, violentamente. Rompieron las puertas y sacaron a mis nietos, que ellos siempre me asistían porque estaban conmigo, porque yo me encuentro enfermo», relata César.

El propio ente encargado de llevar adelante la obra del tren reconoció ante la justicia que existe un convenio de “transferencia”. Chiliguay cuenta que el titular del ente, Emiliano Rodríguez, “tiene conocimiento» de que la vivienda es suya.

«Varias veces quisieron involucrarme a mí por usurpación, pero yo nunca les firmé nada. Porque yo tengo los papeles», insiste.

Tampoco nadie le ofreció una solución. “Nunca vinieron a proponer nada, y hoy vienen y nos desalojan compulsivamente, violentamente”, dice.

César llegó a la Quebrada en 1989 como telegrafista del ferrocarril General Belgrano. Tenía a cargo las comunicaciones por línea desde Tilcara hasta La Quiaca. Le asignaron una vivienda por la que pagó de su sueldo durante años.

Después llegó el desguace del sistema. Fue durante la presidencia de Carlos Menem, quien por decreto inició un proceso de cierre paulatino o privatización de todas las empresas estatales. “Ramal que para, ramal que cierra”, dijo el riojano en respuesta a la resistencia planteada desde los sindicatos ferroviarios. Fue la sentencia de muerte para miles de familias y localidades de todo el país.

Chiliguay recuerda que cuando cerró el tren no le hicieron la liquidación como correspondía. «Nos dejaron como prescindibles de un día para el otro”, dice. Por décadas, resistió los avatares del “estado mínimo” instaurado en esos tiempos. Es dueño de su casa «desde hace 35 años», apunta. Hoy, el estado lo desahucia.

«Por ahí me corresponde una indemnización por los años que estuve, y aparte me tendrían que dar un terreno o una casa donde yo irme, para no estar así, en el estado en que estoy», señala César. Afirma que se siente mal por «estar molestando a uno o a otro, porque hoy la gente no está en situación de albergar a nadie, pero menos que menos a mí, porque yo tengo mi casa, que es esta, donde yo tengo todas mis cosas hechas por años, muebles, cosas para mi alimentación, todo».

Mientras observa los trabajos de demolición, reflexiona: «No sé quién se va a hacer cargo de todo esto», y agrega: «Soy un adulto mayor, tengo 70 años, mal de salud y estoy en la calle. Pero yo tengo mi casa, que es esta”.

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