3juicio audiencia feb19

Una testigo contó que los represores «cambiaban vida por delación»

3juicio audiencia feb19En una nueva audiencia del juicio por crímenes de lesa humanidad cinco testigos sobrevivientes relataron los momentos de miedo, terror y tormentos, que vivieron en el vuelo A-718, durante el traslado desde el penal de Gorriti a La Plata. Una de ellos reveló que las fuerzas represivas querían que delatara a los docentes y otro volvió a vincular al ingenio económico Ledesma con el terrorismo de Estado en Jujuy. 

Los cinco testigos que declararon este jueves ante el Tribunal Oral Federal (TOF) N° 1 fueron víctimas del traslado del 7 de octubre de 1976, donde más de 90 presos políticos, entre hombres y mujeres, fueron llevados en camiones desde el Penal de Gorriti al aeropuerto local y subidos luego a un avión Hércules C130 y en otra aeronave de menor porte. Los hombres, en el Hércules, con destino a la Unidad 9 de La Plata, y las mujeres, a Villa Devoto.

Se está juzgando en este proceso a 13 represores: un militar y doce integrantes del Servicio Penitenciario Federal, por los delitos “privación ilegítima de la libertad” y “tormentos”. 

Mirta Del Valle Ibáñez es docente y fue secretaria gremial de la Asociación de Educadores Provinciales (Adep), junto a Marina Vilte, quien permanece desaparecida. Relató al TOF que fue detenida en dos oportunidades: la primera, en marzo de 1976, “durante dos o tres días, y me liberaron”; la segunda, el 19 de abril, “cuando me requirieron en el departamento central de Policía».

En esa segunda detención, relató: «Al llegar al lugar, el comisario Ernesto Jaig me dijo que estaba detenida”. Se refirió al comisario jefe de la policía en esa época, mentado reiteradamente en los testimonios de la represión, y que murió sin rendir cuentas de sus delitos ante la justicia. 

Ibáñez reveló que un miembro del servicio penitenciario local, que oficiaba en inteligencia, de quien solo recordaba el apellido, Ortiz le propuso que si “colaboraba consiguiendo la documentación del sindicato, actas de las asambleas y libros del gremio, era liberada; y como le dije que no, el propio Ortiz me informa que estoy a disposición del Poder ejecutivo Nacional (PEN), por no delatar a mis compañeros y colegas”. 

«Ortiz» es Ricardo Ortiz, que ya está purgando una condena por delitos de lesa humanidad.

La maestra recordó a sus colegas Alicia Ranzoni y Dominga Álvarez de Scurta, y a Hilda Figueroa y Eulogia Cordero, que estaban también detenidas en Gorriti: “Era muy lastimoso y lamentable, estaban muy golpeadas, y las muñecas de Cordero estaban llagadas y a punto de perder las manos por las ataduras que traían desde el Centro Clandestino de Detención (CCD) de Guerrero”.

En la cárcel, Ibáñez tuvo como compañeras Sara Murad y Mercedes Zalazar. Recordó también al capitán Jones Tamayo a quien vio cuando la liberaron a Marina Vilte, la primera vez.

Respecto del operativo de traslado, que es objeto de este juicio, dijo se inició el día anterior, durante una requisa, y que en la madrugada fueron sacadas de las celdas “atadas y tabicadas”.

Relató la tortura psicológica sufrida en el viaje. «La tripulación, que era masculina, nos verdugeaba, decía ‘vamos a pasear por la Cordillera de los Andes y las vamos a largar’, y yo comencé a cantar, como autodefensa”.

Otra vez Ledesma

Otro testigo víctima que relató su experiencia ante el Tribunal fue Jorge Ríos, quien fue sacado de su casa el 21 de julio de 1976 por personal de Gendarmería y trasladado en una camioneta de la empresa Ledesma hacia el destacamento de la Gendarmería que estaba en los predios del ingenio. 

Posteriormente, fue ingresado al CCD de Guerrero, hasta que lo legalizaron el 4 de agosto. Recordó a Johnny Vargas Orozco, detenido desaparecido, que fue compañero suyo en la Escuela Normal de Libertador Gral. San Martín: “Un joven vivaz, solidario, alegre, con muchos proyectos, y cuando lo vi a Johnny era todo lo contrario, un ser humano quebrado, derrumbado y muy golpeado”.

En cuanto al traslado del 7 de octubre de 1976, Ríos dijo: «Cuando empezó el vuelo pensé que podía pasarnos algo terrible, el temor era muy grande por los golpes que recibíamos, el calvario duró una eternidad”.

Otro testimonio desgarrador fue el de Miguel Villalba, que fue detenido ilegalmente a los 18 años, cuando era alumno de la Escuela Normal de Libertador, en septiembre de 1976, junto a otros estudiantes, y trasladado a una comisaría local. 

Más tarde llegó al Comando Radioeléctrico, donde fue tirado en un baño con una silla. Allí vio a varias personas en condiciones similares. Luego lo alojaron en el Penal de Gorriti. 

Durante la mañana del traslado, relató, “escuché ruidos que retumbaban en el silencio, gritos de mando y de dolor”. Durante el viaje, “tuve la sensación de que era mi último momento de vida, mientras éramos golpeados y torturados”.

Por su parte, Alfredo Mérida contó que quedó detenido después de presentarse espontáneamente en la central de Policía de esta ciudad, ya que un día antes, “la policía había allanado mi casa y como yo no estaba, me pidieron que vaya”.

Luego fue trasladado al CCD de Guerrero, donde padeció torturas, y dos semanas después fue llevado al penal de Gorriti, donde permaneció hasta el operativo de traslado a La Plata.

«Fuimos maltratados, torturados vendados, encadenados al avión… El personal que nos trasladó nos gritaban, nos hacían cantar se burlaban”, describió Mérida, en coincidencia con todos los otros testimonios. 

A Roberto Collado lo detuvieron el 24 de marzo de 1976. Vendado, lo llevaron a «una dependencia militar», y luego al penal de Gorriti, donde estuvo 7 meses, incomunicado. Collado es médico pediatra, y había llegado a Jujuy contratado para mejorar las cifras sanitarias por el alto porcentaje de mortalidad infantil que había en los años 70.

“Trabajé en el hospital de Libertador, que era como una sala de primeros auxilios”, ironizó, y recordó que en esos años había conflictos sociales. En su evocación, puso como ejemplos a Luis Aredez y Jorge Weisz.

Sobre su traslado recordó que “el viaje fue largo, tenso y humillante. Fuimos constantemente golpeados, sin motivo alguno, por todo el cuerpo. El maltrato fue continuo”. 

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